Mateo
Ya era miércoles. Tal vez había sido uno de los peores días de mi vida.
Me había sacado un tres en matemática. Y no, no estaba mal por la nota, sino que mi papá me había dicho que, si llegaba con otro aplazo a mi casa, no me pagaría el viaje de egresados.
No sabía qué hacer. Estaba mal. Pero estuve aún peor cuando el bus de la chica linda frenó en frente mío y ella no estaba.