Mateo
Gracias a Dios (y a mi mamá) mi padre no se había enojado, y me dijo que me pagaría el viaje.
Estaba feliz, y hoy tenía algunas esperanzas de ver a la chica linda.
Y así fue, pero no como lo esperaba. Ella tenía cara de "No me mires ni me toques."
Me sentí desilusionado cuando el bus arrancó y ella ni siquiera me miró.