Estas somos nosotras

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Una vez en el avión Regina comenzó a ponerse tensa.

-Tiene su majestad miedo a volar?- dijo Emma en tono burlón pero luego notó como la reina tenía gotas de sudor en su rostro a causa del pánico.

-Hey... Está bien, no va a pasar nada-dijo de nuevo tomándola de las manos.

-Lo sé, lo sé...- respondió Regina con la mirada perdida.

-¿Quieres tomar algo?, ya verás que el viaje pasara rápido.

-No... Estaré bien-respondió la morena mirando a Emma a los ojos- estás junto a mí, Henry también, no va a pasarnos nada.

Henry iba con sus audífonos puestos, pero ver la escena le hizo sonreír a sus madres, que lo miraban profesando un amor que tal vez nadie en el mundo podía superar.

Cuando llegaron a NY Emma no quería perder tiempo así que tomó rápido las maletas, las llevó al auto que había alquilado y una vez todos se subieron, emprendió el viaje hacia el apartamento.

Para Henry también era sorpresa, así que cuando estacionaron y él se dio cuenta de donde estaban casi explota de emoción. Pero se contuvo para que Regina no se diera cuenta, aun así, corrió a abrazar a Emma.

Al subir al piso, Henry fue el primero en entrar corriendo hacia la ventana a recordar las vistas.

-Henry! Ten cuidado- le dijo Regina cuando su hijo corrió como loco

-Déjalo, conoce el lugar- interrumpió Emma.

-¿Cómo dices?- preguntó la morena algo confundida.

-Regina, déjame mostrarte el lugar...- respondió Emma tomándola de las manos.- aquí es donde Henry y yo vivimos ese año en
el que tuvimos que separarnos por la maldición de Peter Pan.

Algo se sacudió dentro de Regina, primero la sorpresa, luego la ira al recordar tener que haberse separado de las personas que más amaba, la nostalgia de haberse perdido un año de la vida de su hijo, pero más que todo, felicidad, felicidad y amor hacia Emma por tener el detalle de traerlos aquí y así, incluirla sobre lo ocurrido en ese año.

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Cuando ya se hubieron acomodado, Henry en su antigua habitación y Emma y Regina en la habitación principal, decidieron salir a dar un paseo antes de ir a comer. Emma sentía la necesidad de enseñarle toda la ciudad a Regina, quería mostrarle cada lugar al que ella y Henry hubiesen ido alguna vez y contarle cada experiencia.

Iban caminando por un parque y se sentaron en una banca a ver la gente pasar.

-Hey chico, ¿Qué recuerdas de este lugar?- preguntó Emma con una sonrisa.

-Veníamos aquí cada domingo, decías que ese manzano que se ve a lo lejos te hacía sentir en casa, pero nunca te acercaste a él- respondió Henry.

Emma no había recordado eso, pero cuando lo hizo, casi rompe a llorar, ahora entendía porque.

Regina notó la reacción de Emma, pero no dijo nada, solo se acercó a ella y la besó.

-Tienes razón, creo que ni la magia pudo hacerme olvidar el lugar, y mucho menos a la persona que pertenezco- dijo Emma limpiando las lágrimas en su rostro.

Luego de caer la noche, habían ido a cenar a un restaurante al que Henry y Emma iban habitualmente y regresaron al apartamento, cansados y listos para dormir.

Una vez en la cama y listas para dormir Emma se acercó a Regina y la rodeó con sus brazos.

-¿Cómo te parece el lugar?- preguntó Emma murmurando.

Esas podríamos ser nosotras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora