3- Tiempo y reglas.

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El beso tardó sólo unas milésimas de segundo, aunque se sintieran como años, como sí hubiera durado toda una vida. Los latidos de mi corazón retumbaban incesantemente dentro de mi pecho, mis mejillas sonrosadas, las manos sudorosas... Aquel beso me había hecho comprender un poco lo que se estaba llevando a cabo en mi corazón.
Jack se apartó de golpe, me miró durante un corto lapso de tiempo y luego aparto la mirada con vergüenza. Mi vista estaba fija en su rostro, esperaba algún tipo de reacción, pero el tiempo pasaba y Jack sólo miraba hacia un lado, evadiendo las consecuencias de sus actos.
—¿Será que haya una posibilidad de que...?—me pregunté.
—¡Demonios!, ¡Demonios! ¡Demonios!, ¡DEMONIOS!, ¿Qué diablos haré ahora?—se torturaba Jack en sus pensamientos mientras rozaba suavemente sus labios con uno de sus dedos.
—Jack...—susurré preocupado.
—Lo siento—le oí decir, tenía un inquietante nerviosismo en su voz—Lo que hice estuvo muy mal—
—¿A qué te refieres?—pregunté curioso—No me disgusto en absoluto—
—Pues, no es algo que se me tenga permitido hacer—explicó.
—¿Por qué?—
—¡Porque no!, ¡El amor entre hombres está prohibido en Berk!—mintió.
—Pero Jack, yo...—
—¡Cállate!—gritó interrumpiendome—¿Por qué no comprendes que no, significa no?—en verdad Jack odiaba decirle que no, porque Hiccup hacia cara de cachorrito regañado.
—Es que sí me dejaras explicarte—gritó este algo molesto.
—¡Basta!, no hay nada que explicar—gritó—Ahora levántate, se está haciendo tarde y como tu padre llegue a casa y vea que no estás, entonces estarás en graves aprietos de nuevo—Hiccup hizo caso sin chistar.
Ambos corrieron por el bosque hasta encontrar la casa de Hiccup, Jack ayudó a este a subir por la ventana de su habitación y se fue sin siquiera despedirse del castaño.
Jack voló y voló sin rumbo alguno hasta detenerse en un pequeño lago, se sentó a las orillas de este y miró su reflejo.
No sabía por cual razón debía odiarse más, por mentirle descaradamente a Hiccup o por haberse comportado como un verdadero canalla.
Pero era algo que debía hacer para seguir a su lado, ya había roto demasiadas normas del reglamento de la Orden De Los Guardianes anteriormente, sí cometía una más los alejarían al uno del otro.
Y es la regla número 32 la que le ha jodido más durante los últimos años, porque tiene sentimientos por Hiccup más allá de una relación de amistad y han sido difíciles de ocultar.
La regla dice que los romances entre guardián y portador están completamente prohibidos, quizá sí le hubiera dicho esto a Hiccup lo hubiera comprendido mejor, pero he allí otro detalle, a los portadores no se les podía comentar nada acerca de la Orden De Los Guardianes, es la primera cosa que comentan al iniciar el entrenamiento como guardián.
Y no es para menos, sí se les llegará a comentar cualquier cosa sobre la orden, habrían muchos escándalos y entonces sus vidas estaría en peligro por varias razones.
Les sucederían lo mismo que sufrieron los dragones durante años. Y no era eso lo que más pavor le daba a Jack, lo que más temía es que alguien fuera capaz de hacerle daño a Hiccup, porque sabría que se  opondría, cosa que ya había sucedido en el pasado y cosas malas ocurrieron, cosas terribles que no deseaba recordar.
Y hablando de recordar, aún no sabía que había sido de su vida antes de ser Jack Frost...

Nota: Espero les haya gustando, prometo actualizar cada semana por lo menos.

White Snow (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora