Capítulo 2

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N/A: Muchas gracias por todos los comentarios. Continuemos con la historia, no me matéis por el final del capítulo, jajajajaj.

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Sentada al volante de su coche suspiraba tras hablar con Alexis y lograr que la joven le diera la dirección de la casa de su padre en Los Hamptons, por delante le quedaban 118 millas siempre y cuando decidiera ir por I-495E, cerca de dos horas de viaje. Demasiado tiempo para pensar y arrepentirse de la decisión que había tomado.

Se encontraba en Robert F. Kennedy Bridge cuando su cerebro le dijo por primera vez que aquello era una mala idea, que lo mejor sería regresar a casa, tomarse unas cervezas y meterse en la cama.

Golpeó el volante, soltando un –Joder- definitivamente aquel iba a ser un viaje muy largo, dónde la guerra entre cerebro y corazón estaría presente continuamente, y pese al triunfo inicial de este último nada garantizaba que finalmente él fuese el vencedor definitivo.

Hacía demasiado tiempo que la detective Beckett no se dejaba llevar por lo que su corazón le dictaba, desde la muerte de su madre, se había ido encerrando poco a poco, construyéndose un lugar seguro dónde nadie ni nada puediese golpearla nuevamente y hacer que volviera a sentirse dañada.

El mismo muro que construyó para protegerse del dolor impedía que nadie llegase hasta ella, eran pocas las personas que se encontraban en el mismo lado que ella en el muro, si quitase a su padre se podría decir que todos los demás estaban fuera del mismo.

Pero por alguna razón el escritor cada día estaba más cerca de traspasar ese muro, todo aquello que al conocerlo le sacó de quicio poco a poco se fue convirtiendo en cosas que le iban alegrando la vida.

Demasiado rico, aun no había visto su casa de Los Hamptons, pero no le hacía falta, conocía su loft en NY, ahora su cerebro le martilleaba diciendo que no tenía nada en común con el escritor. Kate sacudió la cabeza intentando alejar el nuevo pensamiento, decidió parar para intentar despejarse, tomó la primera salida llegando poco tiempo después a la localidad de Manorville.

Estacionó el vehículo frente a uno de los cafés, una vez sentada en una de las mesas de la terraza exterior decidió pedir un café y un trozo de tarta de zanahoria. Mientras degustaba su segundo desayuno del día intentaba tranquilizarse.

Rick se encontraba en el salón principal con el portátil en las piernas, sus dedos se apoyaban sobre las teclas pero estaban totalmente quietos, Gina le observaba desde la puerta.

-Voy a darme un baño, ¿vienes? Igual si te despejas eres capaz de escribir más de dos palabras seguidas – Rick levantó la cabeza fijándose en su ex, la cual tan solo llevaba un minúsculo bikini.

-No, tengo que terminar este capítulo – Dijo volviendo a fijar su mirada en el ordenador.

Gina salió de la casa preguntándose porque había aceptado acompañarlo.

Rick miró su móvil, lo había dejado sobre la mesa, apartó el portátil y cogió el móvil, se quedó mirando la pantalla del mismo, por fin se decidió abrió la agenda y buscó un nombre.

Se quedó mirando la foto del contacto, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, aquel gestó duró apenas unos segundos siendo sustituido por un rostro serio, y tiró el móvil sobre la mesa.

-Eres idiota – se dijo a sí mismo- ¿Cómo vas a llamarla? Es sábado seguro que está con su novio en la cama.

Se levantó del sillón, subió a su habitación y se vistió, se puso unos vaqueros viejos y una camiseta de manga corta azul, unas zapatillas, cogió sus gafas de sol y salió de la casa. Se puso a caminar sin un rumbo fijo, tan solo necesitaba sentir el aire sobre su cuerpo, sus pies le llevaron hasta el puerto, allí se quedó mirando uno de los barcos anclados.

-¿Le gusta? – Se giro para ver quien le hablaba, ante sus ojos apareció un anciano- Es bonito ¿verdad? – Rick asintió- Se lo compré a mi esposa hace unos años, íbamos a navegar todo un año – el hombre subió a bordo- Suba – Rick no lo pensó mucho y le siguió- Pero ella enfermó y a los pocos meses falleció – dijo bajando la vista.

-Lo siento.

-Son cosas que pasan, habíamos querido navegar desde siempre, pero lo fuimos dejando, los niños, luego los nietos. No nos damos cuenta que el tiempo pasa y al final llegamos tarde a nuestros sueños.

-Tiene razón – Rick se apoyó sobre la barandilla.

-Hay que disfrutar la vida y no pasársela buscando el momento adecuado para hacer algo, hay que hacerlo cuando se piensa, porque luego es tarde.

-¿Cómo se llamaba su esposa?

-Kate, su nombre era Kate – Rick le miró abriendo los ojos- Qué cabeza la mía, me llamo Richard – dijo tendiendo la mano.

-Vaya, yo también me llamo Richard – dijo tomando la mano que el anciano le había tendido.

-¿y su esposa?

-No estoy casado, al menos no ahora – El hombre le miró- Lo estuve dos veces pero ahora mismo no lo estoy.

-No eran las adecuadas. Yo también estuve dos veces casado antes de que el destino pusiera en mi camino a mi Katie. Me costó cuatro años que ella me diera una oportunidad, pero cuando lo hizo fue increíble – El hombre sonreía- Mereció la pena esperar por ella. Es el amor de mi vida.

-¿Espero cuatro años por una oportunidad?- preguntó con incredulidad.

-Así es, estaba convencido que ella era la mujer de mi vida. La hubiera esperado muchos más. No has contestado a mi pregunta – Rick le miró sin entender- el barco, ¿te gusta? – Rick asintió- Es tuyo, te lo vendo.

-¿Qué? No, no.

-Sí, creo que ya es hora de que haga feliz a alguien. Seguro que en este barco la mujer de tu vida y tú seréis muy felices.

-De verdad no estoy pensando en comprar un barco.

-Lastima, si alguna vez cambias de idea, ya sabes dónde encontrarme – dijo señalando el barco en el que se encontraban- Arriésgate, por tu mirada ella merece la pena.

-No hay ella – Dijo Rick acercándose a la pasarela para bajar de allí.

-Sí que la hay, se puede ver en la tristeza de tus ojos.

Rick regresó a su casa, todo el camino fue pensando en las casualidades de la vida, el anciano llamado Richard y su amada llamada Kate, sonrió negando con la cabeza.

-¿Dónde has estado? – Gina, se había olvidado por completo de ella- ¿Tú recuerdas que no has venido solo? – pasó a su lado perdiéndose escaleras arriba.

Rick la intentó seguir- Ni se te ocurra subir un peldaño más – Gina llegó al piso superior desde dónde Rick estaba pudo escuchar el portazo que dio.

Kate detuvo el coche frente a la casa del escritor, miraba a través de la ventanilla del copiloto al tiempo que se mordía el labio, estaba nerviosa. Sacó el móvil de su bolso y llamó.

Uno, dos, tres, cuatro tonos y por fin alguien contestó al otro lado – Dime que estás ya con el chico escritor.

-Lanie, no sé cómo he podido dejarme liar.

-No le has visto aún, ¿no? – dijo ignorando el comentario hecho por su amiga.

-No, estoy metida en mi coche frente a la puerta de su casa.

-Pues sal, de verdad Kate a veces me pregunto cómo puedes ser tan buena en tu trabajo – dijo riéndose.

-Lanie, no es fácil.

-Sólo tienes que abrir la puerta, caminar y llamar al timbre. Ya que estás ahí al menos dile hola – y diciendo esto colgó.

-La madre que la pario, me ha colgado – dijo Kate mirando su móvil.

La intrépida detective de homicidios sentía como le temblaban las piernas mientras se dirigía a la puerta de la casa – Vamos Katie, puedes hacerlo – se dijo así misma y por fin llamó al timbre.

Escuchó unos pasos acercarse, y por fin aquella puerta se abrió.

-Beckett ¿qué haces aquí?

Tomando RiesgosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora