Capítulo 8

614 21 0
                                    

No quiso despertarlo, salió de la cama con sumo cuidado, se puso la ropa que horas antes él casi le había arrancado, un pantalón corto y una camiseta de tirantes, dejó sus pies descalzos y salió del cuarto, sin encender las luces bajó las escaleras, recorrió el pasillo, atravesó el salón y salió al jardín.

Elevó sus ojos al cielo, clavando su vista en la inmensa luna llena, se abrazó a si misma cuando sintió la brisa sobre su cuerpo y comenzó a caminar, sus pasos la llevaron hasta la fina arena de la playa.

Caminó justo hasta el borde del agua, las olas mojaban sus pies y se dejó caer sobre aquella arena húmeda, rodeando sus piernas con sus brazos, su mente la traslado a otra playa en otra ciudad, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

No las aparató, aquella vez no borraría las lágrimas de su rostro, las dejaría salir, llevándose en su recorrido el dolor que le carcomía el alma.

Sintió su ausencia incluso antes de abrir los ojos, se levantó poniéndose inmediatamente los bóxer que encontró en el suelo, dejó su torso al aire y sus pasos siguieron el recorrido que anteriormente hicieron los pies de la detective.

La luna iluminaba la playa, la divisó sentada sobre la arena, parecía estar acunándose, sintió un tremendo impulso de correr hacia ella y tomarla entre sus brazos, pero tras dar dos únicos pasos, frenó su avance. Ella quería estar sola, y tras darse cuenta de eso regresó a la vivienda.

Pensó en esperarla en una de las tumbonas del jardín, pero una necesidad se apoderó de él, necesita ponerse a escribir como si en ello le fuera la vida.

Por sentir nuevamente tus manos recorrer mi cuerpo, haría todo lo que me pidiesen.

Por volver a ver una sonrisa dibujada en tu rostro, me dejaría encerrar en la más profunda de las mazmorras.

Por volver a escuchar tu risa me elevaría sobre el horizonte venciendo mis miedos.

Pero nada de eso sucederá nuevamente. Tus manos están frías como el mármol, tus ojos cerrados con candados, tu rostro adquirió el color de cal.

Tan solo dejé de mirar un segundo, tan solo un momento voltee mi cabeza, y con ese simple gesto te perdí.

Ahora arrastro mis pies por las oscuras calles sintiendo con cada paso que doy como la soledad se apodera de mi.

Te ame, te tuve, te perdí.

Nadie me enseñó cómo vivir cuando el corazón deja de latir.

-Es triste – aquella voz hizo que cerrase de golpe el portátil. Kate se sentó a su lado encogiendo apoyando su cabeza en su hombro.

-Mi cuerpo notó tu ausencia y me desperté – acariciaba la cabeza de su novia dejando el portátil a un lado- Te vi en la playa y por un momento quise acercarme hasta ti, pero comprendí que si estabas allí, es porque necesitabas estar sola, así que regresé – Kate se acercaba más a él, logrando que ambos cuerpos se pegasen- y necesité escribir.

-Es triste – repitió ella.

-Son mis miedos – contestó él. Kate levantó la cabeza y clavó su mirada en la mirada de él- Sólo refleja mi miedo a perderte.

-No me voy a ir – contestó ella con un nudo en el estomago.

-No puedo evitar sentirlos. Antes de que estuviéramos juntos sólo fantaseaba con cómo sería tenerte a mi lado, ahora que lo sé no podría volver a vivir si no estás. Te amo, te amo tanto que a veces me asusta – Kate sentía como sus lágrimas bañaban su rostro- No quiero una vida sin ti.

Tomando RiesgosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora