Capítulo 11

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Paula llegaba a la oficina de la editora de Castle echa una autentica furia, la conversación que había mantenido con él hacía pocos minutos la habían puesto de muy mal humor.

Desde el mismo día que conoció a Gina supo que les iba a dar problemas, pero pese a todas sus advertencias Rick la había mantenido en su puesto, con la de buenos editores que había en esa ciudad y su chico se empeñaba en continuar colaborando con la rubia rusa.

Ni siquiera esperó a ser anunciada, abrió la puerta del despacho de la editora y entró.

-Tú has nacido con un solo objetivo y ese no es otro que hacerme la vida dificil, ¿cierto? – dejó su bolso en la silla y apoyó sus manos sobre la mesa de la rubia.

-¿Tú la educación ni la conoces, no? Lo normal es pedir cita y esperar a que te anuncien, podría haber estado reunida – atacaba la rubia.

-¿Educación? Mira mona, si fuese por mi, estarías fuera de la vid de mi chico desde hace años, exactamente desde el mismo mpmento en el que llegaste a nuestras vidas.

-¿Tu chico?, ¿vuestras vidas? – Gina comenzó a reír.

-Sí mi chico, y sí nuestras vidas. Es mi chico, porque aposté por él cuando nadie lo hizo, aposté por él cuando todo el mundo decía que no llegaría a nada, pero aún así yo siempre creí en Ricky. Y sí nuestras vidas, porque tu presencia hace que su humor desaparezca, y si Ricky se enfada la que paga el pato soy yo. No sé qué pudo ver en ti, bueno rectifico dijo – mirando a la rubia de arriba abajo- lo que vio fue un pelo rubio y unas tetas.

-No te voy a consentir que llegues a mi casa y me insultes – le dijo la rubia acercandose hasta ella y tomandola del brazo.

-Me vas a consentir lo que yo quiera, y ¿sabes por qué? Porque me he pasado más de una hora colgada al teléfono con Ricky, teniendo que escuchar sus gritos – se zafó del agarre de la editora.

-Ricky, como tú le llamas, se ha lucido esta vez.

-Ya, te fuiste con él y apareció la detective y él la ha escogido a ella. En serio ¿te sorprende? Todos sabiamos que Rick está locamente enamorado de Kate, y aún sabiendolo te fuieste con él. ¿No sé si eres más tonta o más anviciosa? Aun no lo tengo claro – sintió la mano de la rubia golpeandola en su rostro.

-Sal de mi despacho, no voy a permitir que me trates de esa forma – Cuando intentó volver a golpear a Paula esta detuvo su mano.

-Ni se te ocurra ponerme nuevamente la mano encima. Gina, deja de actuar como una cría, es trabajo. Deja de lado tus supuestos sentimientos por él y haz tu puto trabajo, que te recuerdo que no es otro que lograr que escriba.

-¿Supuestos?

-Sí, supuestos. Hasta ahora sólo me has demostrado que estuviste con él por interés no porque realmente le amases. ¿No te bastaba con el dinero que te hacía ganar siendo su editora? – la cara de Gina iba dibujando cada vez un mayor enfado.

-¿Envidia? – preguntó con una sonrisa la editora, Paula la miró interrogante- Supongo que te mueres de ganas por pasar por su cama.

-Tus ganas, el que yo no me haya convertido en una de sus mantenidas no debería hacerte pensar que no haya pasado por su cama – Gina la miró sorprendida- La diferencia entre nosotras, es que yo me acostaba con él, sólo por el sexo, no buscaba ser la nueva señora Castle, no buscaba quedarme con gran parte de su fortuna. Ya ganaba suficiente dinero siendo su representante, no me hacía falta nada más, así que ambos sabiamos lo que había, sexo puro y duro.

-¿Cuándo fue eso?

-Y ahora, hablemos de trabajo – continuó la publicista ignorando la pregunta de la editora- ¿Quieres hacerle la vida dificil? Sigue siendo su editora, marcalé plazos que no se pueda saltar, obligale a escribir. Olvida tu pataleta de quinceañera a la que los planes con el guapete del grupo no le han salido bien, y sé una mujer de verdad. O de lo contrario nos veremos obligados a tomar las medidas legales oportunas, recuerda que tienes un contrato de exclusividad firmado con Rick, si lo incumples te demandará, pedirá daños y perjuicios por la ruptura unilateral del contrato, y te dejará en la puta calle – Paula se puso en pie, acercandose hasta la rubia- Y yo misma me encargaré de que no se ablande, te lo prometo.

-¿Es uan amenaza? – dijo Gina alejandose de la publicista.

-No, sólo te estoy explicando lo que sucederá si rompes el contrato – tomó su bolso y se acercó hasta la puerta de salida- Espero tu llamada antes de 24 horas comunicandome tu decisión – fue lo último que dijo antes de salir de aquel despacho.

Castle había llamado a Kate para advertirla que llegaría mucho más tarde de lo que en un principio había supuesto, se explicó muy por encima lo que había sucedido, tras la conversación telefonica necesito salir un rato a pasear.

Necesitaba poner un poco sus ideas en orden, lo que menos quería era hacer que Kate tuviese que aguantar el mal humor que se había instaurado en él por culpa de Gina.

Aun recordaba el día que la rubia editora llegó a su vida, recordaba las advertencias que Paula le hizo sobre la rubia, el cómo él había ignorado todo lo que su amiga y publicista le dijo.

Recordó cada enfado, mal gesto, que tuvo dutante el tiempo que Gina fue su esposa. Nunca debió casarse con ella, ninguno había estado realmente enamorado, pero él tenía un problema, quería una familia por encima de todo, y por eso decidió arriesgarse con ella, pese a las neuvas advertencias que Paula le había hecho.

Se paró frente a un edificio, sonrió al darse cuanta de que sin saber cómo había llegado hasta el portal de Beckett, antes de entrar se sentó en un banco quedando aquel bloque de apartamentos frente a él.

Beckett, estaba totalemtne convencido de que ella era la mujer que había estado buscando durante toda su vida. Ella sería la definitiva, se imaginaba cómo sería pasar el resto de su vida teniendo al lado a la mujer amada, se imaginaba a los dos cuidando de sus hijos, más tarde de sus nietos.

Sonría al pensar en cada amanecer que llegaría, teniendola a su lado, prepararle cada día el desayuno, camianr de la mano por las calles, reocrrer el mundo juntos.

En su cerebro aparecía claramente lo que él quería decir a su querida detective, sonrió y se decidió a cruzar la calle.

Kate dejó el libro que leía sobre la mesa cuando escuchó los golpes en su puerta, se levantó y se dirigió hasta ella.

-Hola, creí que tardarías más – sintió las manos de él posarse en sus caderas, como la atrajo hasta él y como su boca se vio invadida por la lengua del escritor.

-Te extrañé – dijo Castle apoyando su frente sobre al de ella cuando se separaron tras el intenso beso.

-Ya lo veo – se hizo a un lado y cuando el escritro entró cerró la puerta- ¿Qué ha pasado? – preguntó mientras ambos se dirigían al salón.

-Olvidemos lo que haya pasado, centremonos en nosotros – Castle se giró quedando enfrentado a la detective- Sé que igual piensas que es demasiado pronto, o que estoy loco, pero me da lo mismo. Te amo, eres todo lo que he deseado tener en mi vida. Estoy locamente enamorado de ti, desde siempre, creo que antes de que aparecieras en mi vida mi alma ya te amaba – Kate le miraba con los ojos brillantes por las lágrimas- Sé que quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, quiero que caminemos juntos, que seamos la tierra firme del otro. Katherine Beckett ¿quieres casarte conmigo? – le preguntó tomandola de las manos.

-¿Y el anillo? – fue lo único que ella pudo contestar.

-No lo tengo – contestó él encogiendose de hombros.

-Eres un desastre – dijo ella dejando salir las lágrimas que retenía y escondiendo su cara en el pecho de él.

-Ya, pero nadie te va a querer como lo hago yo – acariciaba la espalda de la detective- Y la respuesta a mi pregutna ¿es?

-Estás loco, claro que es pronto – el la miró con algo de miedo, pensando que tal vez se había precipitado- Pero yo también te amo, y lo quiero todo contigo – Castle empezó a sonreír- Sí, mi escritor, calro que me casaré contigo. Pero quiero mi anillo – terminó de decir antes de comenzar a besarlo.

Tomando RiesgosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora