Realidad (Parte 1/2)

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La respiración de Alberto se tranquilizó, acariciaba sus cabellos sedosos, lo observaba, quería recordar este momento, ya que sentía un presentimiento, muy lentamente me aleje del niño que me había robado el corazón el primer día que lo vi.
-Perdona me Alberto, por favor perdona me- dije en susurro.
Tenia miedo, por primera vez desde que había iniciado a trabajar en esto tenia miedo, ¿que pasara después? ¿como reaccionaria Alberto al saber lo que haría?
Me vestí rápidamente, son las diez de la noche, tan solo había pasado cuatro horas desde que Alberto y yo nos habíamos unido, respire profundo, mire por ultima vez su hermoso rostro, su cara pacífica que gritaba cuanto había sufrido.
Recordé su libreta, cada historia escrita con su delicada y hermosa letra, con esas manchas de tinta corrida y algo transparentes sinónimo de que había derramando lágrimas a la hora de escribir, abrí la ventana y con cautela salí de la habitación, con precaución baje hasta estar en suelo.
Es tiempo de cumplir con mi trabajo, había estado por durante dos semanas vigilando al señor Del Valle, dos semana donde no había visto a Alberto.
Hoy martes, cada noche mi objetivo va a un bar después de trabajar, donde se encuentra con una mujer y después de beber salen a un hotel que se encuentra cerca, el pretexto: junta hasta muy tarde.
Emprendí la caminata hasta ese bar para comenzar con la misión.

Entre en el bar de lujo, hombres de traje y jóvenes bien vestidos inundaban el lugar, con pocas mujeres muy arregladas con vestidos muy escotados y pegados iban de una mesa a otra, uno no tenia que ser muy inteligente para darse cuenta que era un prostíbulo para gente con dinero.
Con forme caminaba hacia la barra donde se encontraba aquel hombre que con solo un comentario lastimaba a al niño de mis ojos, las miras se posaban en mi, varias mujeres se me acercaban y se ofrecían, ignorándolas pude llegar, tome asiento en un banquillo junto al hombre, aquí comienza todo.
-¿Que le ofrezco?- el hombre detrás de la barra me hablo con un poco de desconfianza llamando la atención del padre de Alberto.
-Una poca de vino tinto.
Como sino supiera mire a mi lado y cruce miradas con el hombre.
-Que buena selección- hablo -tienes un paladar noble.
Esas fueron las palabras para comenzar una conversación.
La noche comenzó a avanzar, el gran señor Del Valle cada vez se ponía mas colorado y exigente, señales de que estaba borracho, la mujer que se lo llevaba cada martes al hotel apareció justo a la una de la madrugada, tal y como tiene que ser, ya con la confianza del sujeto me invito a ir con ellos al hotel, el plan salia a la perfección.

Los cuatro entramos a la recepción, si cuatro, otra mujer mas para mi, asco de mujeres que nos acompañaba, una de ellas habló con el encargado, esto no lo tenia contemplado, el maldito señor se estaba quedando dormido, desde que habíamos salido del bar, se caía de que ni él mismo de aguantaba, se tropezaba con cualquier cosa y hablaba puras cosas idiotas. La mujer me dio una llave.
-Puedes llevar a mi cliente a la habitación.
Sin poder protestar camine hasta el elevador, apreté el numero del piso y este se comenzó a mover, las mujeres iban a un lado hablando de quien sabe que, pero a lo que puse atención fue a las palabras del hombre.
-Mi hijo... mi hijo, él es un gran, pero un gran muchacho.
¡Hablaba de Alberto! Sentí mi corazón temblar, el hombre seguido hablando pero no se le entendía nada, tal vez desde muy fondo de su corazón realmente amaba a su hijo.
El elevador se detuvo y las puertas se abrieron, las dos mujeres salieron, como pude tome a mi víctima y lo obligue a que caminara, con cada paso me arrepentía de estar en esta situación y el miedo me invadía.
-Esta es la habitación de mi señor- la mujer de melena roja entro, obviamente se refería al borracho que cargaba.
Tenia que encontrar una forma de quedarme solo por unos segundos para terminar mi trabajo, pero ¿como? Deje en la cama al hombre y de inmediato la otra mujer me tomo del brazo y me saco de la habitación conduciendo me a otra.
La observe detenidamente, se veía de unos veinte años.
-Oye- llame su atención -no tenemos que hacer esto.
Saque unos billetes de mi cartera sin ver la denominación y se los di, su mirada se ilumino, una lágrima salio y recorrió por su mejilla.
-Gracias.
Por alguna razón esa mujer me había recordado a mi niño, esos ojos de sufriendo y de desesperación, me sorprendía que a esta altura Alberto no se hubiera quitado la vida. Entre en la habitación, se había arruinado mi plan, tenia que idear uno rápido, me asome a la ventana, la noche llena de estrellas, el aire frío de noviembre casi diciembre, sentí felicidad y tristeza a la vez, ¿como era eso posible? No lo se, pero eso sentía. Esta noche me recordaba aquella donde para mi desgracia me había cruzado con el sujeto que me metió en este negocio, hace quince años, tan solo tenia dieciséis cuando mate por primera vez.
Llevaba una vida perfecta, padres cariñosos y atentos, amigos de confianza, una hermana molesta pero con un gran corazón, una novia con quien compartir miles de tonterías y un futuro prometedor, pero todo eso se fue por el drenaje, después de esa fiesta, después de haber presenciado ese asesinato, cuando conocí a ese hombre, todo mi mundo de color se convirtió en uno negro. Había sido difícil, demasiado, pero al pasar los años me di cuenta que este mundo es una porquería, que lo único que tenemos seguro es la muerte, y que los sentimientos son solo un estorbo.
Pero todo eso cambio cuando vi por primera vez a Alberto, esos ojos llenos de dolor hicieron que me recordará a mi de joven, esos ojos que me suplicaban ayuda, amor y comprensión, y aunque mi corazón se había vuelto de roca deje que ese niño entrara y se apoderara de mi, pero ahora, si mundo ya era infeliz con el acto que iba hacer lo destruiría mas.
Nuevamente mire el cielo, respire profundamente, baje la mirada, quiera o no, tengo que cumplir con mi trabajo.
Mi vista viajo hacia las escaleras de incendios, ya sabia lo que tenía que hacer.
Saque un pañuelo de tela y comencé a limpiar donde mis manos había tocado para no dejar rastros de que estuve en este hotel, me coloque guantes de látex y camine hasta la habitación del anciano cuidando me de que la cámara de seguridad no me captara.
Toque varia veces, pero nadie respondía, gire el picaporte, la puerta no tenía llave, entre despacio, de inmediato visualice la cama pero sólo estaba el hombre durmiendo ¿a donde fue la mujer? Una idea cruzo por mi cabeza, revise sus bolsillos, no había nada, en el suelo vi una cartera de piel, la revise, solo están su permiso de conducir y una tarjeta de crédito, la mujer la había robado todo su dinero.
Saque mi pequeña arma, como dice el dicho al mal paso da le prisa pero, algo me detuvo, no lo podía negar, Alberto tenía una gran parecido con su padre, de seguro así se vería Alberto a una edad adulta. Sentí mi corazón doler, ¿le causaría mas sufrimiento a mi niño? Me quede un momento asustado, sin saber que hacer.
Sacudió la cabeza, por eso decía que los sentimientos solo estorbaban, cargue el arma, apunte hacia la cabeza del hombre y jale del gatillo.
Sin perder el tiempo, camine hasta la ventana y salí, baje las escaleras de incendios, me sentía extraño, las piernas me temblaban, ¿que era esta sensación de querer llorar? Con forme bajaba fui respirando profundamente para tranquilizar me. Saque mi celular y marque al número del que me contrato.
-El trabajo esta hecho.

¿Me haces un favor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora