Una vida de locos - BaekRen

Capítulo 4

Al día siguiente fue prácticamente lo mismo, Baekho hablando y siendo ignorado pero no completamente porque el rubio si le escuchaba pero no hablaba. A la hora del receso almorzaron con los pandilleros y JR. La ultima hora de clases parecia que era infinita, el reloj avanzaba en cámara lenta o siquiera avanzaba. Cuando por fin suena la campana, los chicos salieron disparados del salón, los últimos que quedan son nuestros chicos.

Minki junta todas sus cosas, mira a Baekho, quien le sonríe.

—¿Vamos? —le pregunta y Minki solo asiente. Se quedan unos minutos en silencio mientras salen de la escuela pero no dura mucho porque Baekho comienza hablar—. Bueno... iremos a hacer el trabajo y luego me dices cuando quieres irte para acompañarte al metro —propone sin dejar de sonreír.

Minki solo asiente—. A éste chico le encanta hablar —piensa.

El trayecto hacia la estación fue pura conversación de parte de Baekho ya que Minki solo escuchaba algunas cosas que el otro decía. Están tranquilamente caminando por las calles cuando en un abrir y cerrar de ojos comenzó a llover fuertemente, con truenos y mucho viento. Corrieron hasta llegar a la casa de Baekho donde éste intentaba abrir la puerta, que sería más una de galpón, pero no podía ya que estaba atascada, Minki impaciente lo ayuda pero al usar tanta fuerza, de parte de ambos, se abre bruscamente y ambos caen sentados al piso en un charco de agua producto de la lluvia. Entre maldiciones, de parte de Minki, llegan dentro de la casa, se sacan los zapatos y calcetines, el saco del uniforme.

—Pareces un gatito mojado —le dice Baekho al rubio acomodándole el cabello.

—No me toques —dice Minki 'enojado', ya que se sintió muy cálidas las caricias del otro, igual, le aparta las manos y se acomoda el flequillo. El castaño se aproxima a su armario donde saca una remera seca y se la lanza a Minki—. Pero esto me quedara enorme.

—Tampoco soy un gigante —le reprocha el castaño—, tú eres muy delgado.

—no, yo soy perfecto y tú estás gordo —afirma Minki, devolviéndole la remera.

—¡No estoy gordo! —Casi grita y suspira cuando ve al rubio encogerse de hombros—, está bien, buscare algo más —camina hacia el otro armario que es el doble de grande y de allí saca una remera rosa y un pantalón para dormir blanco—. Toma —le lanza las prendas.

—Son de mi talla y tienen estilo —piensa Minki, mirando las prendas —pero no creo que sean de Baekho —cuando levanta la vista para preguntar se queda paralizado. Baekho está sin camisa, y no, no está gordo, para nada gordo... Está bien, no, más que bien, esta excelente, tiene un torso de infarto el muy desgraciado. Mientras Minki se grababa de por vida el cuerpo de Baekho, éste se percata de la mirada tan intensa del otro y decide bromear un poco.

—¿Te gusta lo que ves? —le pregunta con una sonrisa pícara, le rubio sale de su trance y le mira desconcertado.

—Para nada —responde fingiendo desinterés, voltea y se saca la camisa, para ponerse la remera.

—Pues, no parecía así —argumenta Baekho, poniéndose la remera.

—Te pareció mal —contraataca Minki sin inmutarse, descartando el gran sonrojo de sus mejillas como si no fuera nada.

Luego de que ambos se cambiaran se sentaron en la mesa para hacer el trabajo, de un momento a otro la pancita de cierto rubio le delata mostrando claramente que esta hambriento, Baekho después de reírse un rato se levanta y saca de la heladera una gran porción de su pastel de chocolate, que el rubio agrádese por dentro y con una mirada en los ojos del otro. Baek no entiende esto, pero ríe cuando ve a Minki devorar el gran pastel con ojos brillantes de felicidad. En ese momento alguien más entra a la casa, es Minhyun que se saca únicamente los zapatos que están mojados, él había llevado un paraguas al colegio y de allí al trabajo, era el único con paraguas y él único que llego a casa sin ninguna gota de agua.