-Bu-bueno, e-es complicado de explicar.- dice tartamudeando y aún con una voz triste.
Las lágrimas han cesado, pero todavía le cuesta hablar.
Le paso el brazo por encima de los hombros y le froto la espalda para tranquilizarlo.
-Primero, tranquilizante, no tenemos prisa. - le digo.
-Lo que quería decirte en la furgoneta era que... -hace unos segundos de pausa antes de continuar, pero esos segundos se me pasan muy lento.- no creo que no tendria que haberte dicho nada, no es buena idea.
- Abraham, por favor, sigue. - le insisto. Odio cuando me dejan con las ganas de saber algo.
-Vale, te lo diré, pero quiero que esto no cambie nuestra amistad para mal. El caso es que es cierto lo que decía Tony, me gustas.
Siento como poco a poco mis mejillas se encienden y empiezo a tener mucho calor.
- Desde que te vi la primera vez en una firma, nonte pude olvidar. Siempre que volvíamos a tu ciudad rezaba para que estuvieras en la firma y te pudiera abrazar.
- A-a-abraham, lo estás diciendo en serio?!- digo con lágrimas en los ojos.- Este ha sido mi sueño desde que te conocí.
Una lágrima se escapa de mis ojos y es atrapada por Abraham con su dedo pulgar.
- Lo que ha pasado abajo es, que Hugo siempre me deja en ridículo delante de las chicas que me gustan y pensé que si veías esas fotos, me verías de otra manera y no te gustaría, por que al final todas esas chicas dejan de quererme y acaban saliendo con Hugo. Y tú... - no le dejo acabar, sé que va a acabar llorando otra vez.
- Abraham, yo no soy como esas otras chicas, yo te quiero por como eres ahora y como es tu personalidad.
Me coge suavemente y con cariño la cara, por primera vez desde que subimos a la azotea, le miro a los ojos, esos ojos tan bonitos y de color marrón que me encantan, aún siguen un poco rojos, pero menos comparado con como estaban.
Al minuto siguiente siento como mis labios y los suyos se entrelazan como si estuvieran hechos el uno para el otro.
