Cap. III - Graduación (segunda parte)

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Mis amigas se habían dispersado, Ana estaría con Miguel en cualquier rincón, baño o coche follando. Natalia estaba con Adrián hablando entre beso y beso. La verdad es que hacían muy buena pareja, los dos eran muy guapos e inteligentes. Sara y Yaiza estaban en la pista de baile ligando y dándolo todo, sin hacer caso a sus parejas del baile. Las dos bailaban genial y se les acercaban muchos chicos para bailar con ellas y lo que surgiera. Cris estaba hablando con unas chicas que eran del grupo de David, el chico con el que estaba de lío o algo así. Y Lucía estaba... ¿dónde estaba Lucia? Hacía rato que no la veía.

-¿Has visto a Lucía? –pregunté a Nico, que seguía a mi lado bebiendo y hablando con Raúl y unas chicas.

-¿Qué Lucía? –preguntó él como si no supiera de quién estaba hablando.

-Tío yo sé quién es -dijo Raúl-, si va a nuestra clase.

-En nuestra clase hay tres Lucías –contestó Nico, y siguió hablando con las otras chicas.

-Lucía, mi mejor amiga, una rubia que iba con un vestido rojo –grité yo de lo nerviosa que me ponía ese imbécil.

-Aah, la buenorra del moño –dijo girándose hacia mí -. No, hace rato que no la veo, si estuviera aquí me habría fijado créeme –él y Raúl se rieron.

-Eres imbécil –dije –. Voy a ir a ver si la veo.

-Vamos, no te pongas celosa -me dijo -. Aunque todas tus amigas estén tremendas, tú eres mi favorita -se rió.

Le saqué el dedo corazón.

-Yo la vi hace un rato con Natalia, pero luego se fue. Estará en el baño –dijo Raúl.

-Vale, gracias. Voy a mirar.

Primero fui a los vestuarios dentro del gimnasio para ver si estaba allí, pero estaban cerrados, así que fui a los baños que había más cerca. Cuando entré había varias puertas cerradas y se escuchaban ruidos y voces, así que decidí llamar a Lucía para evitar abrir las puertas y encontrarme a cualquiera follando.

De repente escuché a alguien vomitar en el último baño, tenía la puerta entreabierta así que vi parte del vestido rojo de Lucía, que estaba de rodillas con la cabeza en el váter.

-¡Lucía! –grité yo -¿Qué haces aquí sola? ¿Por qué no me has avisado? ¿Ya estás borracha? Si la fiesta casi acaba de empezar –me reí por no llorar, no podía ver así a mi mejor amiga, la que siempre había estado sujetándome la cabeza cuando yo vomitaba. Y esta vez había sido ella y yo llegaba tarde.

-Si casi no he bebido –murmuró ella –. Ha sido por culpa de una pastilla que me ha dado Jaime, me había dicho que me gustaría el muy capullo –y siguió vomitando.

-¿Y tú por qué le dejas que te dé una pastilla? ¿Eres gilipollas? –le grité mientras le sujetaba la cara y la miraba fijamente a los ojos. –Ven, levántate –le ayudé a levantarse del suelo y la llevé a los lavabos. Le mojé la cara y le arreglé un poco el moño colocándole algunos mechones que se le habían salido. Empezó a llorar y la abracé.

-¿Por qué soy tan idiota? ¿Por qué? –dijo mientras lloraba apoyada en mi hombro.

-No eres idiota, Jaime es el idiota –la consolé –tú eres muy lista y preciosa...

-No, no soy lista, si lo fuera ya le habría dicho a Raúl todo lo que pienso de él en lugar de ir follándome a otros y tomar pastillas para que se fije en mí.

-Él ya se había fijado en ti antes de que te tomaras la pastilla, ¿no has visto lo guapa que vas? –dije mientras la agarraba y la giraba para que se viera en el espejo –Te lo digo en serio Lucía, no sólo porque seas mi mejor amiga, eres preciosa y estás increíble con ese vestido. Cuando has llegado todos se han quedado mirándote, hasta Nico y Raúl, hasta yo creo que he mojado bragas al verte –dije de coña y nos reímos las dos. Lucía se reía y lloraba a la vez.

Nueve meses junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora