''-¿Tú vas de chulo, no? –sí, acababa de enfrentarme al tío más deseado de todo el colegio. Ahí mismo, en los pasillos.
-Sí, esa es mi actitud –contestó él con aire chulo apoyado en la pared-. Yo entre tonteo y tonteo me enciendo un cigarrillo para desconectar. Porque yo las controlo, ¿sabes? Ellas esperan que yo las elija, pero lo que no saben es que no, que luego llegará otra tonta que caerá y ellas pasarán a ser segundas opciones.
Sí, esa es mi actitud y me va bien.
-Te irá bien hasta que te enamores –le solté de repente -. Porque entre tonteo y tonteo, llegará el día en que una tonta consiga volverte tonto. Y entonces esas segundas opciones desaparecerán y ella será tu única opción. Y desearás borrarla de tu cabeza, porque con tu actitud, como dices, te va bien.
Pero no lo conseguirás y entonces ella decidirá que pases a ser una segunda opción y ya no podrás hacer nada. Y te darás cuenta de que has caído en tu propio juego.''
Recordaba aquella conversación todos los días. Cada vez que mis amigas hablaban de Nico, o me lo cruzaba en alguna parte. Siempre recordaba aquel día, el día en que le conocí. El día en que me juré a mí misma que jamás caería en su juego, que no me convertiría en una de esas ''tontas'' a las que él ''controlaba''.
Sin embargo, aquí estaba ahora, rompiendo mi propia promesa.
Había pasado una semana desde la fiesta y durante todo ese tiempo no había vuelto a ver a Nico, ni a hablar con él. Me había llamado varias veces, pero yo no le cogía. Tampoco había salido de casa. Lucía había venido a verme todos los días y a informarme de cómo estaba Nico, aunque a mí no me importara.
Yo seguía mal, con mareos, vómitos y deprimida. No había ido al médico porque pensaba que eran síntomas de todo el estrés acumulado.
Aquella tarde, como todas, Lucía vino a verme.
-¿Sigues sin querer salir? –me preguntó preocupada.
Yo estaba en mi cama, en pijama y tapada con mantas hasta arriba, a pesar de que estábamos en pleno mes de julio.
-Claudia, necesitas que te dé el aire –insistió -. No te puedes pasar todo el verano tumbada en tu cama.
-No me apetece salir –murmuré yo desde debajo de las mantas.
Lucía me destapó. –Me da igual que no te apetezca, Claudia. Tienes que salir. Si tan mal estás, ¿por qué no hablas ya con Nico para solucionar las cosas? Aunque no quieras volver a verle, déjaselo claro por lo menos y vuelve a la vida. Sé que una ruptura es muy dura y más cuando es la primera. Todos hemos pasado por eso, pero la vida sigue. Conocerás a muchos más chicos y la mayoría te romperán el corazón, pero de eso se trata. Porque llegará un día que conozcas a uno que no te lo rompa y entonces te darás cuenta de que él es el motivo por el que no funcionaron todas las relaciones anteriores.
-Pero es que yo con Nico era feliz –rompí a llorar.
-Pues entonces vuelve con él, tía. Sé que ha sido un cabrón y que la infidelidad es lo peor que puede haber en una pareja, pero igual puedes perdonarle.
-No puedo, me gustaría pero... -me costaba hablar entre sollozos -¿Cómo sé que no lo volverá a hacer? ¿O qué no lo había hecho ya antes?
-Eso no lo sabes, pero se trata de confianza. Tienes que confiar en él –dijo Lucía -. Sé que es muy duro, pero la confianza es primordial en cualquier relación.
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Nueve meses junto a ti
Romansa-¿Tú vas de chulo, no? -Sí, esa es mi actitud. Yo entre tonteo y tonteo me enciendo un cigarrillo para desconectar. Porque yo las controlo, ¿sabes? Ellas esperan que yo las elija, pero lo que no saben es que no, que luego llegará otra tonta que caer...