Es extraño pensar que la persona que se encuentra a tu lado pudiera morir mañana. Desaparecer. Huir. Escapar.
Pero lo que más duele es no poder despedirte.
Decir un adiós como cualquier otro día y que al siguiente uno de vosotros no exista.
La despedida puede ser buena, alegre, con vistas a un encuentro en un futuro cercano que jamás llegará.
Pero ¿y si no es así? Imaginate que esa depedida no es igual de bonita de como la pintan en libros o en peliculas.
Te perseguirá.
No creo en el destino, pero si existe, ojalá nos diera una indicación.
Una sensación para saber que es la última.
Él se aleja caminando, como otro día cualquiera, sin saber que será el último.
Tú, igual de inocente, tampoco sabes que va a ocurrir.
Así acaba, te despides.
Y esa persona se va.
Se va para siempre.
Me he inspirado en un texto de nomatterzz , se llama Mi héroe y es precioso. El tema no es exactamente el mismo, pero nada más leerlo la idea me ha venido a la cabeza.
Y también en otro que se llama Últimas palabras, cuyo tema se parece más a este.