• Cursiva - tiempo pasado.
• Normal - tiempo presente.; Últimas Palabras – Capitulo 6
La altura, el cielo azul pintado de colores rosados y morados, sus cabellos rubios atados en una coleta y tu sonrisa al mirarme, sus ojos brillantes de emoción y sus manos cubiertas de tela caliente.
- Natsu.
El pronunciar de mi nombre, la forma en la que sus labios se movieron al hacerlo, el sonido de su voz al hacerlo.
Oh, eso era.
Cada mañana, cada noche. Cada día de mi existencia desde hace ocho años, y el día de hoy había pasado lo que deseaba que pasara,... había escuchado su voz una vez más.
- Yo... no sé qué decir. – rio – lo único que sé es que, lo lamento. Desde hace unos días he pensado en muchas cosas, he pensado en mucho en el dolor, y lo que me hace sentir. Cada día que la enfermera pasa por mi habitación me pregunta lo mismo ''Del uno al diez, ¿qué tanto dolor sientes?'' Cada día, contesto lo mismo. No se cómo funciona el mundo de los adultos, no sé cómo funciona el mundo de los ancianos, no sé cómo funciona el mundo de los humanos..., yo solo sé que no quiero estar.
- ¿Sabes? Mañana iré al doctor. – murmuro a lo bajo, mirando hacia la nada.
- ¿Otra vez? ¿Aún no te recuperas de la gripa? – le pregunte.
Sin responder, continuamos caminando. No me moleste. Lucy odiaba los hospitales, cuando era bebe, sus padres la tuvieron, Lucy había nacido enferma, había contagiado una enfermedad, o eso decían. Fue hasta los tres años de edad que salió de la horrible habitación blanca.
Por eso, cada vez que ella pronuncia esa palabra, le desagrada.
- ¿Y? – pronuncia esta vez con una sonrisa en su rostro.
- ¿Uhm?
- Te pregunte si vamos al lago – hizo un puchero con sus labios.
- Hace frio, si te caes...
- No caeré, confía en mí
- ¿Qué dices, idiota? – oculte mi rostro despistadamente – Eres en quien más confió – susurré. Más para mí que para ella, esa era mi declaración.
- ¿Qué dices? – se sorprendió. Su sonrisa se hizo más grande y corrió frente a mí extendiendo su mano.
- Confió en ti, Natsu. – cerro los ojos y tome su mano con cuidado.
Mi corazón dio un pequeño salto al sentir sus manos tibias.
Oh, era eso.
- Creo que a ningún niño le gusta pensar en el dolor. A ningún niño le gusta cómo se sienten las agujas en su piel, los fuertes dolores a mitad de la noche y la garganta seca del dolor. Las operaciones consecutivas y cómo vas viendo que tu vomito se vuelve rojo con el tiempo, la garganta desgarrada y más que nada, la odiosa sensación de que el dolor jamás terminara. Esa era mi vida, día tras día, desde que ingrese a este odioso lugar llamado hospital.
Si, Lucy tenía cáncer. Un odioso y aburrido cáncer.
Para ella, quien había pasado sus primeros años de vida en paredes blancas, sin ver el mundo y sin sentir lo que era la libertad a la corta edad de tres años era demasiado. Eso, incluso hace ocho años, lo sabíamos.
Queríamos que Lucy viviera. Pero Lucy no quería vivir.
- ¡No quiero! – grito con todas sus fuerza.
- ¡Lucy! – escuche a su madre llamarla.
- ¡No quiero regresar ahí! ¡No quiero! – grito en llanto - ¡Duele, mama, duele!
- Lo sé, cariño, pero si no asistes... tu...
- ¿Moriré?
Mi corazón se estremeció al escuchar aquellas palabras. La habitación de Lucy era ''el lugar seguro'' cuando sus padres discutían o cuando había alguien desconocido. Así le llamaba su mama, ''el lugar seguro de Lucy''.
Lamentablemente, me acerque más a las escaleras observando como su madre lloraba al ver a su hija negarse.
Entendía a la madre de Lucy, yo tampoco quería que Lucy muriese; pensar en la más mínima posibilidad de eso hacía que mi corazón palpitara a mil por hora de dolor y mis ojos se aguadaran.
Una vida sin Lucy, seria increíblemente aburrida. Una vida sin Lucy, seria horrible.
Lloraría todo el día, de eso estaba seguro.
- No digas eso – susurre demasiado bajo, casi sin soltar palabras, o esa pensé - ¡No digas eso jamás! – esta vez grite.
Sin darme cuenta estaba al pie de la escalera. Mis ojos estaban cargados de lágrimas igual que los de Lucy. Apretando los labios mire como su madre se acercaba a mí con cuidado. Di un paso atrás.
- ¡Piensa en mí! ¡Piensa en los demás! – grite con fuerza mientras me abrazaba a mí mismo con fuerza. Que egoísta - ¡Si tu mueres...! – esta vez murmure – ¿Me dejaras igual que mi madre?
- Nat-
Di la vuelta, y corrí fuera de la casa de Lucy. El aire frio azoto mi rostro y mi cuerpo templo. Las lágrimas que caían por mis ojos se secaron al segundo. Era un llorón, pero, ¿Quién no lloraría al escuchar a la persona que más quiere en el mundo dejarse llevar y dejarse morir?
Definitivamente era un llorón.
El dolor de Lucy, el dolor de todos, el dolor que cargaba en mi pecho.
El dolor de perder, el dolor de las decisiones y el dolor de no poder decir lo que sentía. El simple dolor de no poder hacer nada; el dolor de no alcanzar a dar un paso al frente y sostenerla en mis brazos.
El dolor de no poder gritar a los cuatro vientos ''no mueras'' el dolor de soportar estas lagrimas por ocho años.
El dolor que sentía, estaba siendo sanado.
- Lo siento, Natsu.
Pronuncio mi nombre. Lucy había pronunciado mi nombre.
- ¿Recuerdas esa vez que fuimos al parque de diversiones con toda la clase? Aún sigo conservando ese oso rosa que nos regaló Levy y Erza. En verdad es especial para mí.
Escuche el sollozo de Levy. Baje la cabeza hacia la grabadora.
¿Dónde habrá estado Lucy cuando lo grabo? ¿En el hospital, en su casa, en la azotea? ¿Desde cuándo había tomado esa decisión?
- Sabes, ese fue el primer y gran regalo que todos me dieron. Estaba tan feliz. ¿Recuerda lo que juramos ese día? Juramos ser mejores amigos siempre, no importa que.
Lo recuerdo, lo recuerdo bien.
- Sabes, de verdad no quiero terminar con esta historia, no aun, por eso, Natsu, quiero que estés siempre conmigo.
Oh, era eso.
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Últimas Palabras; Natsu Dragneel
FanficOprimí el botón de reproducir y su voz angelical estallo en nuestros oídos. - Mi nombre es Lucy Heartfilia, y estas son mis últimas palabras para todos ustedes. Lo lamento. ≫ Lucy Heartfilia se suicido hace ocho años. Tras dejar a todos sus amigos c...