Capítulo 6

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Antes de las 21:00, Hal nos invitó a jugar un partido de béisbol, con unos amigos/ compañeros de su equipo. Se llamaban Jules, Elliot y Alec, que no te digo nada pero te lo digo todo; Alec estaba como un queso.

Llevaba pantalones cortos de baloncesto y una sudadera Nike blanca. Sus zapatillas altas parecían nuevas y caras. Después de hablar por teléfono se reunió con los demás, incluídas yo y Maggie.

- Necesito dos capitanes para el partido de béisbol - voceó.

Elliot levantó la mano.

- Muy bién - dijo Hal -. Aquí, junto a la meta. Y qué tal... Mac como capitana del equipo rojo.

Miré a Elliot.

- Venga.

- Adelante, Elliot, elige tú primero - le sugirió Hal.

Rascándose la barbilla, Elliot los miro a todos con detenimiento, aunque sólo éramos séis.

Espero que no coja a Alec...

- Alec - eligió.

¡Mierda! Lo quería para mí. Lo miré con ojos entornados y escogí a Hal y Jules.

Una vez formados los dos equipos, Elliot llevó a los suyos a la caseta de jugadores y decició el orden de bateo. Yo era la primera; me entregó un bate y me colocó un casco.

- Tú serás la primera Mac. Todo lo que necesitamos es un sencillo -. me indicó Hal.

Mientras practicaba mi swing, a punto de darle a Jules en la cara, dije:

- Pero yo tengo ganas de una carrera.

- También marcaremos un jonrón. - Me envió al home -. Ve a ocupar tu posición y practica tu swing.

Me puse el bate al hombro, pensando que quizá debería haber prestado más atención durante las Series Mundiales. Vale, quizá debería de haberlas visto. Mi casco se deslizó hasta taparme la vista y yo lo levanté tratando de divisar el campo interior, perdido entre macabras volutas de niebla.

Maggie ocupaba su lugar en el montículo del lanzador. Sostenía la bola delante de su rostro, me dirigió una sonrisa pícara de las suyas y me lanzó la bola.

La cogí de refilón, enviándola a la zona de tierra, fuera de la línea de foul.

- ¡Strike uno! -. espetó Alec desde su posición entre la primera y la segunda base.

- Llevaba demasiado efecto, lánzale una limpia! - gritó Hal desde la caseta. Tarde en darme cuenta de que le hablaba a mi hermana y no a mí.

Maggie volvió a lanzar y la bola trazó un arco bajo el cielo sombrío. Intenté golpearla, pero esta vez fallé por completo.

- ¡Strike dos! - anunció Alec detrás de su máscara de receptor.

¡Tierra trágame!. Me aparte de la base del bateador y practiqué mi swing repetidas veces. Cuando lo conseguí, que fue después de décadas...

- ¡Creo que ya lo tengo! - grité, demasiado alto de lo que pretendía.

Todos asintieron, me coloqué en mi puesto y Maggie me lanzó la pelota. Sin mucho éxito y de una mera forma, la lancé con tanta fuerza que fue recta y escopeteada a la cara de Maggie. Esta cayó como una mosca en el suelo dejando tras de sí un grito ahogado.

Casi me da un síncope vasovagal.

- Oh, dios mío -. me apreté el moño y fui corriendo hacia el lugar del incidente.

Hal y los demás me ayudaron a poner a mi hermana en el banquillo. El novio le quito de inmediato el casco con delicadeza.

- ¿Qué te duele? ¿Cómo te encuentras? ¿Llamamos a una ambulancia o algo? - le interrogó Hal exasperado.

- La cabeza, me encuentro más o menos, y no, no hace falta que llames a una ambulancia. Me dan náuseas ésas furgonetas. - dijo frotándose la frente.

- Vale, no tienes heridas ni nada, ¿no? - mi hermana asintió -. Tengo aspirinas en el botiquín; Elliot, pásame una dosis, y Alec busca una botella de agua. Jules, ayuda a Macallan a sostener las piernas de su hermana en alto para que la sangre vaya a la cabeza y no se desmaye ni nada.

- Tranquilízate cielo, estoy bien. Sólo necesito unas pastillas no la luna. Seguid con el partido cuando me haya tomado la dosis.

1 hora más tarde, habíamos acabado el partido. Como es lógico, nuestro equipo había perdido y Maggie aún seguía tumbada reposando en el banquillo. Me acerqué a ver cómo estaba:

- ¿Maggie? Hola.

Ella soltó un suspiro de colocada.

- Amo las drogas o pastillas. De verdad. Son increíbles. Incluso mejores que el capuchino de Enzo. Es una señal, estoy destinada a la poesía. ¿Quieres oír un poema? Soy buena improvisando.

- Ah.

O mai , cómo estaba...

Hal apareció.

- ¿Te sientes bien? - le preguntó.

- Olvida lo de la poesía - dijo Maggie -. Estoy hecha para la comedia. Toc, toc.

- ¿Eh? - balbuceé.

- Coge - respondió Maggie.

- ¿Que coja el qué?

- Coge la toalla que nos vamos a la playa.

- Quizá convendría no haberle dado dos pastillas y un tranquilizante - sugerí a Hal.

- Demasiado tarde, me lo había pedido; le seguía doliendo la cabeza -. se rascó la cabeza - Voy a llevar a los chicos a casa, cuida un momento de tu hermana -. se despidió con un beso sellado en la frente de mi hermana y me dedicó una sonrisa sincera.

- Descuida - le prometí.

Maggie soltó una risita.

- Oye, tendrías que haber visto a Jules beberse el batido de proteínas hace un momento, se parece a un Oompa- Loompa. No me mires así. Acaba de cantarme Pajaritos a volar. Y no para de comer chocolate. ¿Tienes idea de la cantidad de conejos de chocolate que se venden en Pascua? Eso es lo que cenan los Oompa- Loompa. Y para el almuerzo, pato de chocolate con guarnición de píos amarillos.

- Ajá -. bebí un trago de agua - Lo siento por haberte dado con la pelota, antes no te lo había dicho. Hoy he hecho el ridículo, literal -. hice énfasis en literal.

- Ooiishh hermanita, tranqui tronqui, no pasa nada. Pero ahora me acabo de dar cuenta, que era mentira mi suposición de creer que tenía reflejos a lo Catwoman -. hizo un amago de puchero.

- Debería de ser yo quien esté allí, tumbada.

- ¿Y perderme todas estas drogas? De eso nada. Ni hablar.

- ¿Has escuchado lo de la fiesta que van a hacer los Grayson? - le pregunté de sopetón.

- Naynay, nada de nada, cero.

- Voy a ir, esta noche -. murmuré.

- ¡Claro que sí! Hay que vivir la vida como si fuera una -. alzó los brazos al aire - Seguro que encontrarás a alguien.

- Supongo...

El arte de ser  NORMALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora