Capítulo 19

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Estábamos paralizados. Yixing y yo le devolvimos la mirada a Luhan. Se dio la vuelta para dirigirnos su habitual y radiante sonrisa.

-Buena suerte -dijo, y nos saludó con la mano suavemente.

Siempre hay personas que vencen a todos sus enemigos y que aun así, deciden perder contra sí mismos. La única cosa más difícil que la muerte es vivir con dolor. Él siempre había sido más inteligente y decidido que yo. Tomó la decisión correcta.

No sé cuánto tiempo había pasado, Yixing estaba durmiendo en el sofá. Luhan abrió la puerta para salir del dormitorio del segundo piso, y se quedó al pie de la escalera.

-¿Puedo coger la cuerda de plástico que hay en el suelo? -preguntó sonriendo.

Miré al suelo, sabía que la cuenta atrás marcaba 4. Mientras vaciaba la gasolina del mechero gota por gota, tomé la decisión más estúpida de toda mi vida, la decisión que sería el clavo que me mantendría en la cruz durante el resto de mi existencia.

Negué suavemente con la cabeza.

Como si le hubieran quitado un peso de encima, Luhan asintió y sonrió.

-Entonces olvídalo... Por cierto, necesito pedirte un favor.

-Habla -dije, manteniendo la vista fija en el suelo.

-Esta es la dirección de mi casa y el número de teléfono -dobló el trozo de papel que llevaba en las manos en forma de avión-. Ya hace más de dos años que no hablo con mis padres... -dijo como si nada-. Tengo algo de dinero ahorrado en el banco, no es mucho, pero si pudieras ayudarme a hacérselo llegar... y también -señaló con la cabeza hacia donde estaba Yixing- dile adiós a ese idiota de mi parte, ¿vale?

- ¿Quieres que lo despierte? -dije.

Levantó las manos en el aire, haciéndome señales para que parara.

-No, no lo molestes.

-Siempre me estás dando recados. -Lo miré fijamente-. ¿Por qué no los haces tú mismo?

Dudó por un segundo y me sonrió con ojos cansados.

-Se me dan fatal las palabras.

Esa fue la última frase que me dejó, y probablemente la última frase que le dejó al mundo entero. Entonces se agachó y dejó su reloj rosa en el suelo.

Me sonrió, se dio la vuelta y fue a la habitación, desapareciendo de mi campo de visión.

Más de media hora después, escuché un fuerte golpe fuera de repente. Yixing aún estaba durmiendo, así que me levanté y fui hacia la ventana de la cocina para echar un vistazo. Mi visión era limitada, no podía ver a nadie, sólo sangre carmesí que flotaba con la lluvia. Subí al segundo piso y sólo vi la puerta que daba a la chimenea abierta de par en par, y que las sábanas de la cama estaban rotas en tiras. No había nadie en todo el segundo piso.

Me senté, solo, en el dormitorio del segundo piso, pasé la mano por la alfombra que todos habían pisado. Me levanté y fui hacia las escaleras para coger el reloj rosa. Se había quedado parado en la hora en que Sehun murió.

El juego se acercaba a su fin; mira, Yixing, hemos ganado...

48 Horas (EXO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora