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Los Ángeles es bonita de noche. Todo se ve, de alguna manera, cálido. Las mayoría de las cafeterías están abiertas hasta tarde, a las dos de la madrugada sigue habiendo gente por las calles y escuchas música proveniente de mil sitios diferentes.

Y de una forma que no puedo explicar, el ruido se convierte en una especie de banda sonora relajante. Saber que todo eso no me afecta, que cada vida sigue su camino, haciendo ruido y apareciendo brevemente en la de los demás, para luego seguir su curso.

Normalmente a la gente le tranquiliza el silencio. A mí lo hace el ruido.

Cerré los ojos y sonreí.

—Eres tan rara. —rió Cody y le eché la lengua.

No se lo iba a discutir.

Me gustaba sumergirme en el ruido y que nadie reparase en mí. Me gustaba la lluvia, poder caminar bajo ella dándome igual estar calada hasta los huesos. Echaba los cereales y después la leche. No quería ser conocida. Quería tener un trabajo humilde, junto con una pequeña casa con porche y patio delantero, donde poder jugar con mis hijos. No quería saber nada de la riqueza familiar. Me podría pasar la vida leyendo libros clásicos.

Hacía mucho tiempo que había asumido que era rara.

—Me sabe mal haber dejado a Cam en casa. —dijo Cody haciendo una mueca.

—No podríamos estar aquí ahora mismo. —señalé con la cabeza a toda la multitud de gente que caminaba de un lado a otro.

—Lo sé, supongo que es el precio a pagar. —asentí de acuerdo.— ¿Y cómo lo estás llevando? Ya sabes, vivir con él, conocer a sus amigos...

Me miró atravesándome con la mirada y odié ser tan transparente para, al parecer, todo el mundo.

—Intento no agobiarme. —me encogí de hombros intentando quitarle importancia, pero mi hermano siguió insistiendo con esa mirada suya tan pesada.— Va demasiado deprisa. Admito que todos me están tratando de maravilla y que creo que Kate va a ser mi primera amiga de verdad en mucho tiempo pero... —hice una pausa en la que me acomodé el pelo detrás de las orejas. Mordí mi labio nerviosa. Decirlo en alto lo haría real.— Hace apenas dos meses que estaba en casa, dispuesta a empezar de cero en la otra punta del país. Dispuesta a llevar una vida normal, a salir con mis nuevos amigos a tomar algo cada tarde, trabajar media jornada para poder pagar mis estudios y sacarme una carrera que ni siquiera sabía cual iba a ser.

—¿Y ahora? —me miró, apremiándome a que siguiera.

—Ahora estoy rodeada de gente, sí, majísima, pero con la que no puedo dar un paseo como este si quiero. Pendiente de que nadie me vea y sospeche cuando vamos en el coche de mi mejor amigo. A veces me siento como si estuviese dentro de Hanna Montana.

Noté como mi voz sonaba cada vez más agobiada, y es que esa es la palabra perfecta para definirme en estos momentos.

—¿Y qué pasará cuando comience en la Universidad y haga más amigos? ¿Cuando nos llevemos más y no les pueda invitar a casa? ¿Y si decido confiar en alguien y cuando llego a casa Cam ha montado una de sus reuniones?

Cody frunció el ceño y supe exactamente por dónde iba a ir.

—Ah, no. No me mires así, ni se te ocurra. Entiendo perfectamente su postura, y que no le puedo pedir que deje de llevar a sus amigos o que se esconda cuando decida llevar a alguien a casa. Entiendo que él quiera que conozca a todos sus amigos y que me desenvuelva en su ''hábitat'' aún permaneciendo en el anonimato.

—¿Entonces cuál es el problema?

—El problema es que Cam lo entiende, pero sólo a ratos. Se le olvida que me agobio con facilidad, y lo importante que es para mí seguir siendo una persona a la que nadie reconozca por la calle. Y cuando se le olvida, yo me enfado. Y me dice que no sería tan malo si subiese un snapchat mío, y yo le grito que no lo haga, y él me grita que me calme porque no lo hará, y yo me ofendo, y él se ríe de mí y... —Cody me cortó, tapándome la boca con su mano.

—Está bien, lo entiendo. —respiré profundamente por la nariz aliviada por haberlo sacado todo por dentro.— ¿Cam sabe que estás así? —negué con la cabeza.— Háblalo con él.

—¡No quiero que se preocupe! Ya tiene suficientes cosas en la cabeza, ¿no crees? Y vale que es mi mejor amigo, pero no quiero darle más razones como para que se preocupe por mí.

—Como te de un ataque de ansiedad, Brook, juro que...

Mierda. Sabía que esto iba a acabar saliendo a flote. Creo que obvie una pequeña parte de La Gran Bronca. Digamos que soy asmática, y que alguna que otra vez que me he puesto muy nerviosa me ha dado un ataque de ansiedad. Si juntas ambas cosas... bueno, es complicado.

Recordé la noche en la que la fiesta salió mal, cuando iba en el coche de Aaron y todavía no sabía que era Aaron.

Estuvo a punto de darme uno, pero al final me tranquilicé. Con los años lo controlo mucho más. El último fue después de La Gran Bronca, y sólo Cody supo de él. No quise decirle nada a mis padres porque mi orgullo no me permitía que se preocupasen por mí.

—Estaré bien, es que todo está yendo demasiado rápido para mí. Pero me estoy acostumbrando.

—Creo que deberíamos hablar con Cameron. —respondió serio y negué con la cabeza. Al principio le miré decidida, pero acabó siendo una mirada suplicante.

—No, Cody. No quiero meterle más cosas en la cabeza. Veo desde fuera todo lo que hace por sus fans y si se lo decimos, aparte de tener bronca asegurada por no habérselo dicho antes, estará más preocupado por mí que por sus cosas. Y no quiero. —inflé mis mofletes y Cody rió suavemente.

—Está bien, no le diré nada, pero prométeme que si notas que...

Gruñí frustrada y caminé más deprisa.

—Que sí, que sí. —me agarró del brazo dándome media vuelta.— ¡He dicho que está bien!

Mi hermano puso cara de ''eres imposible'' y ambos reímos.

Al día siguiente volvería a casa, para recoger las últimas cosas y trasladarse al piso que había alquilado con sus amigos de la carrera, con los que estaría en el hospital. Ya me había avisado de que durante esta año casi no tendría vida, por lo que hablaríamos muy poquito. La vida de residente es dura, o eso dicen.

—Vamos. —tomó mi mano y volvimos al piso charlando de hospitales. A mi hermano le encantaban y hablaba de ellos con pasión. En cambio yo, sólo con recordar su olor de desintoxicante me hacía tener arcadas.

Aún con eso, aguantaba a mi hermano hablar emocionado sobre ellos.

—Es que no lo entiendes. Empezaré a ser un médico. Nada de rajar cadáveres como en segundo de carrera. —dijo divertido obviando mi mueca de asco.

Para que luego se pregunten por qué no me gusta medicina. ¿Es que necesito más razones que el no querer tocar a una persona sin vida?

Llegamos al piso y al abrir la puerta, Cam estaba en el sofá concentrado en su móvil. Sonreí. Se deja la piel por sus fans, es algo admirable.

Me acerqué a la nevera y cogí tres cervezas. Las abrí y le tendí una a mi hermano. Choqué las otras dos haciendo ruido entre sí y consiguiendo que Cam subiese la mirada. Alcé una en su dirección y se levantó del sofá, dejando atrás su móvil.

Una vez tuvimos cada uno nuestro botellín, levanté el mío.

—Por el futuro médico. —dije mirando a mi hermano orgullosa.

—Y por la nueva oveja negra. —me guiñó un ojo y los tres bebimos de nuestras botellas, manteniéndonos alejados de las malas mareas.




"Manteniéndonos alejados de las malas mareas" ¿a alguien le suena? 🙋

Adivinad a quién va a conocer en el siguiente cap 😉 (yo también lo sé vaia, así pierde gracia)

Hoy estoy muuuy contenta, espero que vosotras también. Un beso 😘💕

Fame » Old Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora