Capitulo 9

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Capitulo 9 - 10


Kim llamó a la puerta del camarote de Ji cuando pasaban pocos minutos de la una y le dijo que Seung Hyun solicitaba su presencia en cubierta.

Intentando ignorar sus nervios y sus dudas, siguió al joven por la escalera que conducía arriba. La última conversación que había mantenido con Seung Hyun a la luz de la luna había sido muy tensa. Ji se había pasado horas pensando en su invitación de que fuese a verlo a su camarote. No podía aceptar y creía que él lo sabía, pero la invitación se había quedado en el aire, flotando entre los dos. Había una parte de el menor, la parte que Seung Hyun siempre conseguía tentar, que lo instaba a acudir, pero otra, la más sensata, lo hizo entrar en razón.

¿Qué querría decirle? En el relativamente poco tiempo que hacía que lo conocía habían compartido muchas intimidades. Los pensamientos de Ji estaban invadidos por el mayor de un modo en que nunca lo habían estado por nada ni por nadie. No entendía cómo había logrado seducirlo tanto física como mentalmente, pero ésa era la realidad.

La noche anterior, el mayor se había ido dejando la decisión en sus manos, aunque, al mismo tiempo, le había dejado claro que no iba a desistir. Y Ji dudaba que existiese algo que Seung Hyun quisiera y no pudiese conseguir a la larga.

En cuanto se dirigieron hacia el timón, la salada brisa marina envolvió al menor, despertando sus sentidos. Animado y nervioso, se detuvo al ver una enorme sábana blanca extendida sobre la cubierta, con las cuatro puntas sujetas bajo cajas llenas de balas de cañón. Encima de la sábana había cojines y cestas rebosantes de fruta.

Un pícnic. En el mar.

Seung Hyun estaba de pie en el otro extremo de la sábana, esperando al menor. Iba impecablemente vestido, con pantalones marrones metidos dentro de un impresionante par de botas Hessian, un chaleco color beige y una americana asimismo marrón. El viento le había alborotado el cabello y parecía que se hubiese pasado los dedos entre los mechones.

Igual que muchos hombres antes que él, Ji pensó que Seung Hyun era el hombre más guapo que había visto nunca. También el más exótico. Descaradamente seductor. Y el más peligroso.

Delicioso. Ji quería desnudarlo, deleitarse con su cuerpo perfecto sin el estorbo que era la ropa. Ahora ya no podía evitar tener tales deseos, con la atracción que sentían el uno por el otro al descubierto.

Era impresionante verlo allí de pie, en la cubierta de un navío tan espectacular, rodeado de hombres que trabajaban para él. JiYong apenas podía recordar a aquel joven que aceptaba cualquier apuesta y que vivía al margen de la respetabilidad. Pero sabía que estaba allí, en alguna parte, escondido bajo aquella superficie impoluta, tentándolo con promesas pecaminosas que JiYong sabía que el mayor convertiría en realidad.

—Kwon —lo saludó el mayor con una reverencia.—Señor Seung Hyun.JiYong miró por la cubierta y se dio cuenta de que la docena de marinos o más que había allí mantenían la vista apartada de ellos. Seung Hyun le indicó que se sentase y el menor se puso de rodillas. Seung también se sentó y cogió una cesta, de la que sacó un pan, que partió por la mitad. Después hizo lo mismo con un trozo de queso y con una pera. Puso la comida de JiYong en una servilleta y se la dio.El menor la cogió con una sonrisa.—Un banquete impresionante, teniendo en cuenta que estamos en un barco.

—Dentro de nada pedirás a gritos un poco más de variedad.

—Hay quien diría que ofrecerme un pícnic en un barco es señal de que me estás cortejando —le dijo el menor, utilizando adrede un tono bromista—. Y todos coincidirían en que es muy romántico.

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