Seung Hyun respiró hondo hinchando el pecho y luego soltó el aliento. Giró sobre sus talones y se acercó a la silla, deteniéndose un segundo para quitarse la chaqueta y colgarla del respaldo antes de sentarse.
—Según nuestro acuerdo, se supone que yo soy la voz de la razón. La viva imagen del buen comportamiento.
Ji se quedó mirándolo, admirando la sensualidad inherente en sus movimientos. Y también admiró su trasero, ansioso por verlo desnudo.
—Como quieras, pero no cambiaré de opinión. Sin embargo, soy consciente de lo mucho que te disgusta perder una apuesta.
El mayor colocó las manos en las rodillas y esperó. Bastaba con mirarle los ojos entrecerrados para comprender lo tenso que estaba. Entre sus piernas se marcaba la silueta de su erección y, en cuanto la vio, a JiYong se le aceleró la respiración.
—Ésta no. Entregaría toda mi fortuna a cambio de acostarme contigo; nuestra apuesta es ridícula, estoy más que dispuesto a perderla a cambio del privilegio de tenerte.
A JiYong se le hizo un nudo en la garganta al oír el fervor de sus palabras. y se acercó a Seung Hyun.
—Ayúdame —le pidió, mostrándole la espalda.
Sus dedos tocaron al menor con suavidad y no bastaron para calmar el anhelo que sentía por el mayor. Cuando notó que el saco se abría, Ji se sintió acalorado y levemente mareado. El olor que desprendía la piel de Seung Hyun, mezclado con aquel aroma tan intrínsecamente suyo, le llenaba los pulmones cada vez que tomaba aire. Sabía que el mayor tenía que tener tanto calor como él y se moría por tocarlo desnudo, por acercar los labios a su piel.
Seung Hyun le tiró de las mangas del saco y Ji movió los brazos para facilitar que la prenda se deslizase hasta el suelo. El mayor se dedicó entonces a desabotonar los botones del saco y camisa y lo hizo con suma destreza. El menor ya había disfrutado de su pericia, lo recordaba a la perfección y soñaba con ella.
Seung Hyun la ayudó a deslizarse el saco junto a la camisa hasta quitarlos y luego JiYong quito su pantalón sintiéndose nuevamente liberado y completamente desinhibido.
—Ji —suspiró el mayor, un instante antes de rodearlo con los brazos y de acercar el rostro a su espalda.
Sus manos le cubrieron el pecho, apretándolo con firmeza y ternura al mismo tiempo.
El menor echó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y suspiró. Las ganas que tenía de entregarse a el mayor eran casi irresistibles, pero consiguió contenerse. Si se lo permitía, Seung Hyun tomaría las riendas de aquel encuentro y eso no era lo que JiYong quería.
El mayor ya se había acostado con demasiados hombres que lo habían obligado a hacerlo todo en la cama. JiYong no quería parecerse a ellos y mucho menos después de lo que le había dicho la otra noche. JiYong quería darle placer y quería que el mayor lo aceptase.
Se dio media vuelta con cuidado en el círculo de sus brazos y se colocó entre sus muslos separados. Le cogió el rostro entre las manos y acercó los labios a los suyos, buscando los besos que el mayor le daba y que lo hacían sentir seductor y deseable.
Seung Hyun le rodeó la cintura con las manos y lo acercó.
—Deja que te toque —le suplicó el menor, pegado a su cuerpo—. La última vez te negaste...
—Después de siete años, no puedes pedirme que tenga paciencia. JiYong le pasó los dedos por el pelo.—Después de siete años, ¿qué son unos minutos más?Seung Hyun gimió resignado y echó la cabeza hacia atrás, mirándolocon pasión desatada. JiYong no terminaba de creerse que fuese capaz de causarle tal efecto a un hombre tan atractivo y sensual como el mayor. El menor era una noble conocido por su frialdad, mientras que Seung Hyun irradiaba calor sexual por todos sus poros y era ese calor el que había logrado derretirlo.
Le acarició el pelo y las cejas, que le daban un aspecto pícaro al mismo tiempo que enmarcaban sus preciosos ojos y sus espesas pestañas. JiYong le pasó los pulgares por los pómulos y lo sujetó para darle un beso en la punta de su aristocrática nariz.
—Por Dios, Ji —dijo el mayor con voz ronca—. Si lo que pretendes es matarme, ten piedad y hazlo rápido. No me atormentes.
El menor se apartó y empezó a aflojarle el pañuelo.
—Todavía no he hecho nada.
—Vas a volverme loco—.lo cogió por las caderas y tiró de ella hasta que consiguiócapturar un pezón con la boca. Gimió de deseo y Ji se estremeció entre sus manos.
Aunque seguía llevando el bóxer, la caricia lo quemó. Echó la espalda hacia atrás y suspiró de placer mientras notaba un temblor entre las piernas de lo hambriento que estaba por tener allí a Seung Hyun.
Lo cogió por los hombros para sujetarse cuando se le doblaron las rodillas. La lengua de el mayor lo recorrió sin darle tregua y el menor recordó la última vez que había tenido su boca sobre su cuerpo. cuando su pezón estuvo rosado y palpitante, Seung Hyun se apartó y dedicó la misma atención al otro. Ji notó el húmedo calor de su propio deseo, su carne se empapó gustosa.
—Quiero verte desnudo —suplicó el menor—. Quiero sentirte dentro de mí.
El mayor lo soltó con un gemido gutural.
—Y me sentirás, amor. Sentirás cada centímetro. Jamás he estado tan excitado. Voy a llenarte del todo y tú te correrás una y otra vez y otra y otra.
Seung Hyun empezó a desabrocharse los botones del chaleco y se quitó la prenda con rapidez. Se puso en pie con un movimiento grácil y JiYong se apartó con piernas temblorosas; sentía como si su cuerpo no le perteneciese. Era un manojo de nervios y de deseo, tenía los sentimientos tan a flor de piel que si no hubiese estado tan excitado quizá se habría ido de allí asustado.
Siete años. Era como si la atracción que sentía por el mayor hubiese ido en aumento durante todo ese tiempo, como si hubiese estado esperando que Seung Hyun lo tocase para liberarlo. Y ahora lo sobrecogía e invadía su piel y hacía que el peso delbóxer y de la ropa interior fuese insoportable.
Pero JiYong no se atrevía a quitárselos. Ya era demasiado vulnerable. Ya estaba demasiado desnudo. No tenía ningún escudo con que protegerse; ni su comportamiento distante, ni sus respuestas cortantes, ni sus modales impecables. No tenía nada a su alcance. No sabía quién era debajo de todas aquellas capas de protección y eso lo hacía sentirse desprotegido.
Sin saber que Ji estaba enfrentándose a un duro conflicto interior, Seung Hyun terminó de soltarse el pañuelo de cuello, que lanzó a un lado. Después se quitó la camisa por la cabeza. Iba a desabrocharse los pantalones cuando el menor lo detuvo, tragando saliva.
Cuando iba vestido era sumamente elegante, pero sin ropa era la más pura representación de la masculinidad. El color tostado de su piel tan perfecta hablaba de las veces que había trabajado sin camisa y los anchos bíceps y los músculos del abdomen reafirmaban que solía ayudar a quienes estaban a su servicio.
JiYong levantó una mano para tocarlo; sus pies avanzaron hacia el mayor por voluntad propia. Colocó la palma encima de la cálida piel de Seung Hyun y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Notó que a el mayor se le aceleraba el corazón. Desprendía tanto poder y tanta fuerza... El deseo que sentía por el menor era tangible y visible; tenía unos músculos tensos y deliciosos. Que fuese tan viril lo excitaba, temblaba sólo de pensar que aquel cuerpo tan absolutamente masculino se dedicaría a darle placer.
Seung Hyun le cogió la muñeca.—Me muero de deseo por ti.
—No eres el único que siente deseo —susurró el menor, soltándosepara poder tocarle los hombros.Se los acarició con ambas manos y luego las deslizó por losbíceps, que apretó con los dedos, descubriendo que no cedían bajo su presión. Seung Hyun era como una estatua de mármol caliente. JiYong quería tocarlo por todas partes, tomarse su tiempo, apoyar la nariz en su torso e inhalar hasta que se le metiese dentro. Lo deseaba. En aquel preciso instante lo quería más que a nada en el mundo.
Sintió como si el deseo y los sentimientos que tenía por Seung Hyun, y que había contenido durante tanto tiempo, lo embargasen por completo. Ahora que el mayor había derribado sus defensas, lo único que quedaba de el menor era ese deseo y esos sentimientos.
Seung Hyun apretó los puños a los costados al notar que el menor deslizaba las manos por su abdomen, duro como una piedra.
—¿Estás húmedode deseo por mí? ¿Te notas vacío sin mi miembro dentro de ti?
Ji asintió y notó como su entrada se estremecían ansiosa.
—Deja que te llene —lo tentó con voz ronca—. Deja que me metadentro de ti y que te dé placer...
—Todavía no.
El menor lo rodeó con los brazos y se acercó un poco más. Retrasó su rendición porque quería que Seung Hyun se rindiese primero. Le pasó la lengua por el pezón.
El mayor apretó los dientes y sujetó al menor por las caderas con fuerza.
—Dentro de un segundo te tumbaré en la cama y no volveré a preguntártelo.
—¿Dónde está esa famosa fuerza de voluntad de la que tanto alardeabas la otra noche?
—Tú estabas borracho y, antes de empezar, yo ya sabía que no haríamos nada. Ahora... ahora ya no hay vuelta atrás. Sé que estoy a pocos minutos de poseerte de la manera que llevo años necesitando.
—Seung Hyun...
—Maldita sea, estoy intentando comportarme como un hombre civilizado. —dijo el mayor y Le dio un beso en la frente—. Estoy haciendo todo lo que puedo para no cogerte en brazos, lanzarte sobre la cama y follarte como si fuese un animal salvaje. Pero sólo soy un hombre, uno con muchos defectos y, por desgracia, sé lo maravillosas que serán las cosas entre nosotros. No querré parar jamás y por eso mismo me muero de ganas de empezar.
Ji se quedó quieto, acariciándole la piel con su aliento y notando una opresión en el pecho al percibir lo elevadas que eran las expectativas de Seung Hyun. Se moriría si lo decepcionaba. No podía permitirlo. El mayor esperaba sentir mucho placer estando con el menor y JiYong estaba decidida a dárselo. Acercó las manos a la parte delantera de sus pantalones y desabrochó los botones.
—Quiero sentir tu pelo sobre mi cuerpo. Quiero cogerlo con mis manos y sujetarte mientras te cabalgo profunda y lentamente.
A el menor le temblaron los dedos cuando tocó la ropa interior de el mayor y apretó su erección con la mano. Seung Hyun gimió y JiYong notó su miembro vibrar.
—Estás tan caliente —dijo el menor.
Apartó el estorbo que era la ropa de Seung Hyun y liberó su miembro. El mayor gimió desde lo más profundo de su garganta, un sonido casi animal, cuando su pene quedó descansando sobre las palmas de el menor.
Ji se quedó sin aliento al bajar la vista y ver aquel miembro tan magnífico apuntándolo hambriento. Tal vez tendría que haber adivinado que esa parte del cuerpo de Seung Hyun también sería perfecta, pero en ese sentido el menor jugaba con desventaja. Sólo había visto desnudo a un hombre y jamás había creído que compartiría aquel tipo de intimidad con otro.
Lo exploró con los dedos con cuidado, tocando los lugares que devoraba con los ojos. Recorrió las venas que sobresalían. El mayor estaba completamente excitado. Tenía los testículos apretados y pegados al cuerpo, aunque seguían siendo impresionantes. También eran muy grandes, una prueba más de la virilidad que Seung Hyun le había prometido con tanta arrogancia. JiYong se preguntó si su cuerpo sería capaz de acogerlo. El miembro era largo y grueso, ancho desde la punta hasta la raíz.
—Di algo —dijo el mayor, emocionado—. Dime que me deseas.—Te lo demostraré. —Se lamió los labios y se puso de rodillas. —JiYong —El cambio que se produjo en la voz del mayor lo llenó de poder e hizo desaparecer el malestar que le causaba notar el suelo de madera bajo las rodillas. Seung Hyun se quedó completamente quieto y enredó las manos en el pelo del menor. El pecho le subía y bajaba despacio de lo mucho que le costaba respirar y una leve capa de sudor le cubría el abdomen.
Al menos en eso JiYong sabía que le estaba dando placer. Separó los labios. La boca se le hizo agua y rodeó el grueso prepucio. —Maldita sea —masculló el mayor, temblando violentamente.
Un lento y constante flujo de pre eyaculación le cubrió la lengua. JiYong gimió al notar su sabor y succionó en busca de más.
—Sí... Ji. Sí. —Seung Hyun le sujetó la cabeza con las manos y con los pulgares le acarició las mejillas—. He soñado con esto. Lo deseaba tanto que creía que iba a perder la cabeza.
Movió las caderas ayudando a que su miembro entrase y saliese de la boca de JiYong. El hermoso rostro de el mayor estaba desfigurado por la lujuria, tenía la piel tirante por encima de las mejillas, los labios apretados en un intento de contener el placer que estaba sintiendo. Que el mayor lo desease tanto lo habría asustado, de no ser porque, al mismo tiempo, lo miraba con ojos llenos de ternura y lo tocaba con suavidad.
JiYong empezó a sudar, empezó a recordar las caricias que el mayor le había hecho el otro día, a sentir su lengua y sus dedos sobre su cuerpo. Dentro. Recordó el éxtasis casi insoportable. El menor quería hacerle sentir lo mismo, quería que Seung Hyun se quedase con un recuerdo igual de imborrable.
Le colocó una mano en una de las caderas y con la otra le tocó el escroto. El mayor se mordió los labios para no soltar un grito y tensó todo el cuerpo al notar su caricia. JiYong le pasó los dedos por los testículos y lo acarició otra vez más. Con la lengua también empezó a probar cosas nuevas y rodeó con ella el prepucio para luego pasarla por la parte más sensible de su erección.
—Dios santo —gimió el mayor, con los músculos del estómago contraídos—. Succiona, Ji... más fuerte... sí, así...
El menor cogió la base del pene y lo apretó justo cuando notó que Seung Hyun empezaba a temblar y a soltar una maldición. Mirarlo era algo hipnótico, era tan increíblemente erótico, tan sincero en sus reacciones. JiYong apretó los muslos y contuvo la reacción de su cuerpo, que buscaba aliviar el insoportable anhelo que sentía. Era dolorosamente consciente de lo excitado que estaba, de cómo temblaba de deseo. Pero todavía deseaba más darle placer al mayor, quería mirar a Seung Hyun, presenciar su orgasmo, absorber todas sus expresiones cuando lo alcanzase.
Se sentía como si fuese otro hombre, una criatura muy hermosa que no respetaba ningún límite, ni ninguna barrera o norma, una fuerza de la naturaleza incapaz de ser retenida.
Seung Hyun le acarició las comisuras de los labios con los pulgares y el menor abrió un poco la mandíbula para que el mayor pudiese deslizarse un poco más, sin hacer caso de la incomodidad que sintió durante un instante.
Eso nunca lo había hecho con Soo Hyuk. Su esposo siempre había sido dulce y amable y sus relaciones sexuales habían estado dominadas por la ternura y por el respeto hacia el otro.
Seung Hyun era muy sincero en sus reacciones, no intentaba disimularlas ni contenerlas, lo que creaba una intensa sensación de intimidad. El menor jamás se había sentido tan unido a otra persona, nunca había experimentado aquella sensación de estar tan conectada a otro ser.
—Estoy a punto —confesó el mayor—. Ah, Dios... tu boca es divina...
Le sujetó la cabeza y aceleró el ritmo de las caderas, sin detenerse, y lo único que pudo hacer JiYong fue sujetarse de sus muslos y succionar más fuerte. Lo hizo con desesperación. Los sonidos que el mayor hacía, sus gemidos descontrolados, las palabras de cariño dichas con la voz entrecortada, estuvieron a punto de llevarlo al orgasmo.
—¡Sí! —gritó Seung Hyun un segundo antes de tensarse y de que la primera eyaculación impregnase la lengua de JiYong.
Alcanzó el orgasmo con la misma intensidad con que hacía todo lo demás. Tensó las venas del cuello y echó la cabeza atrás para gritar mientras le inundaba la boca. El menor siguió acariciándolo con las manos, masturbándolo, deseando quedarse con todo su placer, reclamándolo como suyo por derecho propio.
En el mismo instante en que creyó que el mayor empezaba a relajarse, Seung Hyun lo cogió por los brazos y lo puso en pie.
Luego lo llevó a la cama.
Después de experimentar un orgasmo tan intenso que casi le había doblado las rodillas, Seung Hyun abrazó a JiYong contra su pecho y sintió la apremiante necesidad de reducirla al mismo estado en que estaba el mayor. El menor lo había desnudado por completo. Notaba como si su piel fuese demasiado pequeña para contenerlo y demasiado delgada. Tenía el pelo empapado y las gotas de sudor se deslizaban por su espalda. Y se notaba la garganta seca de tanto gritar.
El mayor jamás se había imaginado que nada pudiese hacerlo sentirse tan bien. JiYong había lamido su pene como si se muriese de ganas de tener su sabor en los labios y había gemido y lo había sujetado como si se fuese a morir si el mayor se apartaba. Como si el mayor hubiese sido capaz de hacerlo... Seung Hyun dudaba de que se hubiese apartado del menor aunque el barco se estuviese hundiendo.
Ji tenía las manos entre su pelo y todo su cuerpo se movía junto al del mayor. Seung Hyun lo sentó en el extremo de la cama y le quitó la camisa por la cabeza. La lanzó a un lado y centró toda su atención en el miembro del menor,. Se lo cogió y le acarició con los pulgares.
JiYong se echó hacia atrás y se apoyó en los antebrazos. Estaba sonrojado y sus ojos grises se le habían oscurecido tanto que parecían casi negros. La melena dorada le caía por la frente, alborotada. Tenía la mirada nublada y parecía que se hubiese estado revolcando. Era lo más bonito que había visto nunca.
—Gracias —murmuró Seung Hyun, empujándola un poco hacia atrás para poder capturarle un pezón con la boca.
La generosidad de Ji había significado más de lo que podía expresar con palabras. Hacía tanto tiempo que necesitaba tantas cosas de el menor, y el se le había entregado con sincero entusiasmo.
Le acarició la punta del pezón con la lengua y succionó suavemente a propósito. Para atormentarlo. Para que el menor lo desease más.
—Seung Hyun...
Su tono de voz le estaba diciendo que se había rendido. JiYong ya no iba a resistírsele, ni tampoco a ser cauto ni receloso. El mayor no sabía qué había sucedido para que se le entregase tan libremente, pero tenía tiempo de sobra para averiguarlo. Por el momento, lo único que quería era que el menor se deshiciera en sus brazos, quería oírlo decir su nombre al alcanzar un orgasmo.
Le deslizó una mano entre las piernas y cuando las metió por debajo del boxer, tuvo la satisfacción de encontrarlo ansioso. Le separó las nalgas y deslizó dos dedos por el centro de su entrada. JiYong estaba listo para el mayor. Más que listo. ansioso y caliente, a punto para que lo poseyera.
Seung Hyun movió con cuidado los dedos, dentro y fuera, y tuvo que apretar los dientes cuando notó que el menor se los apretaba. Succionó el pecho que tenía entre los labios con fuerza y luego lo soltó.
Los brazos de Ji cedieron y se desplomó encima del cubrecama marrón, evocando la imagen de un ángel caído. Seung Hyun se apartó y le separó las rodillas con ambas manos.
—Eres tan hermoso —le dijo, al mirar la piel rosada que brillaba entre sus piernas.
Por un instante, se planteó la posibilidad de terminar de desnudarse ambos por completo, pero desechó la idea. Ya se desnudarían la próxima vez, cuando el menor estuviese repleto de su semen y completamente saciado. Se cogió el miembro con una mano y lo colocó encima del vértice la entrada de JiYong. Era una sensación exquisita y su pene se extendió como si no acabase de tener el mayor orgasmo de su vida.
—Todavía estás excitado —dijo el menor, apoyándose en los codos.
—Contigo siempre lo estoy. Tengo intención de follarte durante todo el día —le prometió lascivo—. Y toda la noche.
—Estoy ansioso por ver pruebas de tu tan cacareada resistencia.
—¿Me está retando, Yongiie? —Le enseñó los dientes en una mueca que podría ser una sonrisa—. Ya sabes cómo respondo a los desafíos.
Abrió los pliegues de su pequeña hendidura y, despacio, empezó a penetrarlo. JiYong se quedó boquiabierto al notar que su prepucio entraba en él.
Seung Hyun se mordió los labios para no gritar como un animal y luchó contra la necesidad que sentía de poseerlo hasta lo más hondo. De ese modo todo terminaría demasiado rápido y le arrebataría a el menor la sensación de descubrir que el mayor lo estaba poseyendo. Quería que JiYong notase cada centímetro, quería ver cómo se movía a medida que lo iba poseyendo, quería que recordase el primer embate, aquel que haría que sus testículos se pegasen a el menor por primera vez.
De modo que le mantuvo las piernas separadas mientras se deslizaba en su interior y no apartó la mirada ni un segundo del lugar donde se unían sus cuerpos. Se notaba los pulmones ardiendo, como si le costase respirar, y todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo estaban pendientes de la entrada de JiYong, de cómo se movían y lo apretaban. Una miríada de sensaciones lo quemaba por dentro. Tenía la espalda y el torso empapados de sudor, prueba del férreo control que estaba ejerciendo sobre su propio cuerpo.
—Estás tan estrecho —dijo entre dientes y apretando con fuerza la mandíbula—. Como un guante... caliente y apretado...
JiYong se movió desesperada debajo de el mayor y se mordió el labio inferior al notar que Seung Hyun entraba y salía de su interior y que con cada movimiento llegaba más y más hondo.
—Por favor. Date prisa.
El mayor se inclinó hacia el menor y le clavó los dientes en el hombro. Lo bastante fuerte como para dejarle una marca, pero no lo suficiente como para desgarrar la piel. JiYong gimió y arqueó la espalda en busca de sus labios. Fue un acto muy primitivo, cuya intensidad aumentó cuando Seung Hyun sintió que la entrada del menor aprisionaba la punta de su miembro, como si intentase mostrarle que aquél era su hogar.
Desnudos, no había nada que se interpusiera entre la parte más íntima del mayor y la del menor. Nunca en toda su vida Seung Hyun había estado con un hombre sin utilizar protección. Y sólo renunciaría a ella por JiYong. Por el hombre que en cuanto lo vio la primera vez, supo que había nacido para ser suyo.
Apartó las manos de los muslos del menor y las colocó en la cama para apoyarse mientras movía las caderas a un ritmo lento y constante. JiYong aprovechó la inesperada libertad y le rodeó la cintura con las piernas, obligándolo a penetrarlo más. Lo oyó quedarse sin aliento y pronunciar su nombre con desesperación cuando el mayor se hundió por completo en su interior.
Seung Hyun se quedó quieto y luchó por recuperar el control. Esperó a que el tenso cuerpo de JiYong se acostumbrase a la sensación de tener dentro su miembro palpitante y erecto. El mayor levantó la vista para mirarlo; tenía los ojos brillantes y completamente abiertos, como ventanas para que Seung Hyub entrase en su alma. En ellos no había ni rastro de la altivez por la que era tan conocido. Ardía de deseo debajo del mayor, alrededor de él; toda aquella fachada se estaba derrumbando y el distanciamiento entre los dos estaba desapareciendo.
Seung Hyun nunca había visto a nadie mirarlo así y sin embargo el mayor sentía exactamente lo mismo. Nunca nada lo había afectado tanto y notaba como si lo hubiesen abierto en canal, como si estuviese expuesto y no pudiese esconderse en ninguna parte.
Cuando JiYong se incorporó y le dio un beso en la mandíbula, algo se rompió dentro del mayor y lo sacudió hasta lo más hondo. Su sangre ardía por el menor, le quemaba por los siete años que había tenido que esperar para estar donde estaba, pero JiYong había conseguido apaciguar esa virulencia con un simple y tierno beso.
Comparar su ternura con el brutal deseo que sentía el mayor lo devastó. Apoyó una mejilla empapada de sudor en la cara del menor y lo acarició con la nariz, respiró hondo y olió el perfume del deseo y de la lujuria del hombre que amaba. El menor encajaba con él a la perfección, tal como Seung Hyun había sabido que sucedería.
Su precioso e irreprochable Ji. Un hombre capaz de hacer callar a una habitación repleta de gente escandalosa sólo con una mirada. Sin embargo, su cuerpo había sido creado para abrazarlo, para convertirse en el hogar de un hombre que había nacido para dar placer a los hombres del modo más escandaloso posible.
No era vanidad, Seung Hyun sabía que estaba muy bien dotado. En cuanto aprendió lo satisfactorio que era para los hombres, su miembro pasó a ser el instrumento que utilizó para salir adelante.
Pero el mayor no estaba destinado a estar con esos hombres. Estaba destinado a estar con JiYong, igual que el menor estaba destinado a estar con el mayor. Y aunque muriese en el intento, se lo demostraría.
Le recorrió la curva de la oreja con la lengua y notó que la entrada de JiYong respondía apretándose más.
—Perfecto —susurró, tumbándose sobre el menor cuando JiYong cayó sobre la cama—. Como dos mitades de un todo.
El menor se sujetó a la parte superior de los brazos del mayor y le lamió el labio inferior. Movía las caderas en círculos para acomodarlo mejor.
—Por favor —le suplicó otra vez, con una voz tan ronca que fue la perdición de Seung Hyun.
Apoyó las palmas en la cama y salió despacio del interior de JiYong, deleitándose en cómo el menor intentaba retener su miembro. Luego volvió a entrar y se abrió paso por la poca resistencia que quedaba. JiYong movió la cabeza de un lado a otro con los ojos cerrados, algo que él no podía permitir. Necesitaba que se quedase con él, que lo mirase cuando estallase la tormenta.
La presión del inminente orgasmo le atenazó los testículos y le hizo temblar el pene, advirtiéndole que estaba a punto de eyacular dentro del hombre que tenía debajo. Incluso sabiendo que el menor tenía el poder de destruirlo, fue incapaz de apartarse. JiYong lo había capturado por completo muchas noches atrás, lo había hechizado irremediablemente y el mayor no tenía elección.
De algún modo, tenía que conseguir convertirse asimismo en la única elección del menor.
Le deslizó los brazos por debajo de los hombros y le sujetó la cabeza con las manos. Cubrió su boca con la suya y ladeó la cabeza para besarlo más profundamente. El menor lo cogió por la cintura y se arqueó hacia él. El sudor de sus cuerpos pegó sus torsos el uno contra el otro, añadiendo otra capa más a aquella experiencia tan intensa.
Seung Hyun se movió y el menor también. Lo hicieron al mismo ritmo. JiYong le clavó las uñas en la espalda y el mayor lo besó como si fuera a morirse si sus labios se separaban. Su lengua entraba y salía igual que su pene, ambos movimientos decididos a volverlo loco.
Seung Hyun necesitaba volverlo loco, tan loco y desesperado como lo estaba él.
Movió las caderas y lo penetró con cada centímetro de su pene duro como el acero, absorbiendo todas las respuestas de su delicioso cuerpo. Encontró el lugar que lo hacía temblar y lo atacó una y otra vez.
Gimió al notar que el menor alcanzaba el orgasmo y sintió cómo los delicados músculos del su entrada se apretaban alrededor de su pene. El mayor se aferró al poco control que le quedaba porque quería darle placer al menor antes de alcanzar el suyo, sobre todo después de todo lo que el menor ya le había dado.
Aminoró la intensidad de sus movimientos y levantó la cabeza para verle la cara. Ahora le resultaba más fácil entrar y salir, pues el cuerpo de JiYong estaba completamente húmedo y aceptaba gustoso que lo poseyera. El menor tenía los ojos brillantes, los labios hinchados. Susurró su nombre...
—Seung Hyun .Él volvió a excitarse.—Tú no... tú todavía...—Todo el día —le recordó él mayor, acelerando de nuevo el tempo—. Ytoda la noche.el menor apretó los dedos que tenía en su espalda y las piernas con
que le rodeaba la cintura. —Sí. Por favor.
Espero no tenga errores, como lo tengo publicado en otro lado, solo copio y pego jajaja sorry.
dejen muchas estrellitas y comentarios <3