Capítulo 4

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Ha llegado el día en el que me tengo que marchar a L.A., en el interior del aeropuerto no puedo hacer que mi madre tranquilice su llanto, y papá, bueno él no siempre ha sido muy demostrativo que digamos, pero se le puede notar en su cara cierto rastro de tristeza pero también de orgullo. Vinieron mis compañeros de inglés, junto a mi profesora Agnes a despedirme, y por supuesto, mi mejor amiga Sofía no podía faltar. Me siento plena, todas estas personas son las mejores que pude conocer. He aprendido un millón de cosas de todos ellos y estoy segura que nunca los olvidaré. Claro, seguiremos en contacto, pero voy a extrañar tanto estar en su presencia, hacer chistes, entendernos con una mirada, recolectar experiencias únicas como hemos hecho hasta ahora. No hay uno de ellos con el cual no tenga conexión, los adoro y así va a ser siempre. Antes de que acompañe a mi mamá en su llanto y la gente confirme el dicho el cual dice "de tal palo, tal astilla", se acerca Sofi y me abraza con tal fuerza que hace que me duelan todos los huesos.

- Eh, más despacio rubia, o me vas a quebrar los huesos y no podré viajar. - Le digo a mi amiga riéndome.

- Ay, lo siento. Es que te voy a extrañar muchísimo. Amiga, sabes que te adoro, y que no hay nadie que se alegre por esto que te está pasando más que yo. Más te vale que me escribas y hagamos llamadas por Skype y esas cosas. Sino iré hasta gringolandia y te patearé el trasero yo misma.

- Jajaja voy a extrañar ese agresivo sentido del humor tuyo. Claro que hablaremos, tonta. Tú tranquila, eres mi mejor amiga en el mundo y eso no va a cambiar ni aunque esté a un millón de kilometros de ti.

- Pues te conviene. - Pone cara como que está ofendida, y me mira. Entonces su rostro se ablanda y comienza a sollozar. - No te desearé suerte porque sé que no crees en esa palabra, pero como dices tú: ¡Que te rompas una pierna!

- Gracias amiga, te adoro. Por favor, cuídate mucho. - Manifiesto mientras le abrazo.

Saludo a mamá y papá, les digo que los amo y ambos me rodean con sus brazos diciéndome que están muy orgullosos de mí. Le acaricio la cabeza a mi perra Reina, le pedí a mamá que la trajera porque ella es mi otra mejor amiga y sentiré un vacío enorme al no verla cuando despierte cada mañana. Luego, mis compañeros gritan palabras de aliento efusivamente y me dan el abrazo grupal más cálido que puede existir en la historia del mundo. Mientras me dirijo a la puerta de embarque, los miro a todos desde lejos una vez más y reprimo una lágrima, si empiezo a llorar sé que me será mucho más difícil irme. Entro al avión y me ubico en uno de los asientos que dan a la ventanilla. Al despegar, siento una sensación de vértigo y me asusto bastante, aunque me calmo enormemente cuando el avión se estabiliza. Es un viaje de muchas horas. Así que decido recostarme y descansar un poco. Caigo profundamente dormida y en el sueño Evan está esperando por mí en el aeropuerto de llegada con su característica sonrisa que hace que me derrita.

Una vez debajo del avión, por mí está esperando una mujer la cual ronda apróximadamente los cuarenta y cinco años, pelirroja, delgada y bien vestida con un traje semiformal. Y a su lado está una chica de piel morena, con cabello negro hasta los hombros, un poco rellena pero en buena forma, con un vestido azul simple, y aparentemente de mi misma edad. Al saludarlas, se presentan.

- ¡Hola Julieta! Yo soy Alice. - Me comunica la señora pelirroja. - Y ella es mi hija Marisa. - Me saluda con la mano la chica morena. - Seremos tus mentoras y quienes te hospedaremos mientras estudias inglés. Estamos encantadas de conocerte.

- Hola, mucho gusto Alice, y Marisa. Yo soy Julieta, pero claro que ya lo saben. - Rio en parte nerviosa por el nuevo cambio.

- Sé que nos llevaremos de maravilla. Bueno, vamos a que te instales, de seguro el vuelo te cansó mucho.

Las sigo hasta el auto, o eso creía yo, al verlo casi podría jurar que es un transformer. Al observar su marca, noto que se trata de un Infiniti QX80, de color escarlata, grande e impresionante, en mi país nunca había visto uno así. Marisa amablemente abre la puerta de los asientos traseros para mí, le sonrío agradecida y entro. Si el exterior es imponente, el interior le gana por mucho. Los asientos están forrados con piel de leopardo, espero que sea artificial. Contiene consola central delantera con doble portavasos, compartimento de almacenamiento de 2 niveles, 9 portavasos y 4 soportes para botellas, a esto se le suma un televisor de plasma de 19", un olor exageradamente delicioso, y miles de cosas más que no soy capaz de describir. Realmente estoy atónita.

Llevamos andando ya unos veinte minutos, y he visto paisajes sensacionales. Cualquiera puede pensar que me sorprendo fácilmente, hace más de una semana que todo me está pareciendo alucinante, pero si viviese lo que yo, me daría total razón. En un momento, Alice sugiere pasar por alguna tienda de comestibles a recolectar provisiones para el almuerzo. Así que estacionamos, y nos paramos en un extremo de la calle esperando para cruzar. De repente, al visualizar para el frente de donde estoy, mi cuerpo no responde de sí. Cada singular sonido se convierte en un eco, para transformarse luego en un susurro, y acabar en un silencio ensordecedor, mi corazón parece que palpita cada vez más despacio, pero más fuerte, como si estuviera golpeando para salir de mi pecho. Apenas puedo sentir el viento que balancea mi pelo, y mis ojos comienzan a sollozar. Evan está del otro lado de la acera, hablando por celular y sosteniendo una bolsa de la tienda en su mano izquierda, con un atuendo totalmente despreocupado, decir que es fascinantemente guapo le queda corto, no se compara verlo en persona. Ni en mil vidas puedo describir lo que estoy sintiendo ahora, todo está borroso, las personas, los vehículos, los semáforos, los edificios, están en blanco y negro, excepto él y yo. Él no me ve a mí, pero en cambio, él es todo lo que puedo ver ahora. El momento más esperado de mi vida está pasando, y quiero actuar, quiero ir corriendo y abrazarlo y decirle que es la persona que más admiro en el mundo, que me encanta todo de él, su sencillez, su humildad, la forma en la que bromea todo el tiempo y es capaz de reírse de sí mismo, su transparencia y su infinidad. Pero en esos pocos minutos que parecen una eternidad, soy incapaz de reaccionar. Evan Peters, el hombre con el que he soñado desde que tengo memoria, está parado frente a mí, parece que todo fuera una treta del destino.

Maktub: Estaba escrito - Fanfiction de Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora