Capítulo 11

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Ya han pasado dos días desde que no veo a Evan, sé que lo digo como si fuese un lapso grande de tiempo, pero para mí lo es. Nunca pensé que se podía extrañar tanto a una persona. En mi vida he extrañado a mucha gente, y he sentido ese sentimiento de melancolía y nostalgia al no estar con ellos, pero ahora es más que eso. Siento que mi cuerpo va a entrar en crisis nerviosa en cualquier momento, y que mi alma quiere salir de su recipiente para trasladarse hasta donde él está, para cuidarlo y contemplarlo. Estoy tirada sobre el colchón de mi cuarto, con los brazos estirados, y quiero gritar de frustración. Me levanto, por suerte ya un poco mejor del esguince, y decido estudiar para ver si logro despejar mis pensamientos. Claro, no lo logro. Entra Marisa a mi habitación, y me observa extrañada al ver que tengo la cabeza echada para atrás sobre el respaldo de la silla giratoria que está frente al escritorio.

- Estás hecha un desastre. - Me dice riéndose desde la puerta.

- Ni me lo digas, siento que colapso. - Suspiro, y le hago una seña para que entre.

- Pensaba en que podríamos ir al jardín a, no sé, tener contacto con el mundo exterior. - Se burla de mí.

- Bien, es buena idea, vamos.

Sé que parezco deprimida, y desganada, y lo cierto es que estoy a punto de estarlo realmente, pero Marisa y Alice han sido tan lindas que no quiero que sigan lidiando conmigo.

Salimos para el patio, hace un día radiante y la luz solar enciende mis mejillas, decido quitarme las zapatillas para saborear con mi tacto el verde césped que tan bien le sienta el sol, y respiro esta brisa pura que logra llenar mis pulmones. De alguna manera, la naturaleza siempre logra hacerme sentir mejor. Nos sentamos en un juego de jardín y nos echamos para atrás para disfrutar el canto de los pájaros.

- Entonces, ¿qué tal vas con el inglés? ¿necesitas ayuda?

- Sinceramente... No he podido concentrarme para nada, así que si, ayúdame amiga. - Le digo a Marisa con gesto de que me voy a poner a llorar.

- Lo extrañas mucho, ¿no es así?

- ¿No soy una tonta por sentirme así? Es decir, lo he visto dos veces nada más.

- Si, pero lo has querido y admirado toda tu vida, y el amor siempre ha sido tonto, pero indispensable en la vida. Y creo que de alguna manera esas son las cosas más lindas, las que no tienen lógica ni razones, las que simplemente se sienten y ya. - Me consuela mi profunda amiga.

Sonrío mirando mis pies, y me imagino sentada en el regazo de Evan, con mi cabeza en su cuello, aspirando el aroma a menta y coco que caracteriza su cabello.

Aparece Alice para informarnos que está listo el almuerzo, así que subo a mi habitación para recogerme el cabello y lavarme las manos. Una vez hecho esto, entro en el living, y cierro los ojos para apreciar el delicioso olor a esta comida recién hecha.

- ¡Huele delicioso! - Exclamo mirando el aparente Mole que está sobre la mesa.

- Siéntate y disfruta, linda. - Dice Alice amablemente.

- A veces pienso que me consienten demasiado, pero puedo acostumbrarme a esto. - Bromeo mirando mi plato con los cubiertos en las manos.

Reímos, y seguido de eso agradecemos por el alimento en unísono. Vacié el plato en un santiamén, y al momento de que todas acabamos de comer, me ofrezco a lavar los platos.

- Pero tenemos lavavajillas Juli, no es necesario. - Aclara Marisa.

- ¡Por favor! Me encanta lavar los platos, déjenme hacerlo aunque sea esta vez. - Les ruego.

Maktub: Estaba escrito - Fanfiction de Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora