Fugaz

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Recostado en mi cama sin sábanas y mirando por la ventana a un cielo nocturno pero ésta vez con estrellas, melancolico, pensativo y con el cuarto desorndenado. Suena en mi teléfono una canción que me acompaña de pink floyd, el humo de mi cigarro es burlesco, más que salir por la ventana entreabierta se pone a rondar por mi espacio lastimandome.

Hay pocas cosas fugaces que son como la historia que les quiero contar. ¿Han visto una estrella fugaz? Espero que si, y espero que la recuerden. Rápida, corta, bella, esperanzada. Es de esas pocas cosas que a pesar de ser rápidas te sorprenden, te mueven, te llenan el pecho. Son de los pocos momentos que te sientes dichoso, hasta suertudo de tenerla pasando frente a ti. Son inesperadas, e incluso, te hacen pedir deseos, desearla, tenemos esa costumbre de desear algo al verlas. Con todo aquello y quien sabe más que cosas que no pude saber en tan poco tiempo. Así era ella.

Decidida pasa por entre los demas astros haciendose notar, quizá no intencionalmente, pero vamos, una estrella entre todas por fugaz que sea en algún momento la iba a ver. De todas las noches que paso mirando las sábanas allá en lo alto que cubren al mundo en la noche y sobre las cuales habitan éstos seres que algunos llaman estrellas, yo les digo amor. Amor sobre las sábanas del mundo, suena hasta poético. Todas aquellas muestras de amor en el cielo y ves pasar una, linda, caminar y dejar su destello detrás robando mis ojos.

Sigo en mi cama mirando por la ventana y aquella estrella pasar, el susto es inevitable cuando la veo venir a mi habitación, ansiedad, respiración descontrolada y ¡mierda! Tengo mi cuarto enteramente desordenado, ¿que va a pensar aquél lucero al llegar?
Inevitable, y un poco de no querer hacerlo le dejo entrar, a mi casa, a mi cuarto, a mi cama. Donde ninguna otra de carne y hueso llegó estaba ella, a pesar de sólo verla pasar allá a lo lejos, a pesar de solo admirarla a distancias con mi pesar y el pasar de cuantas que no vieron ni las luces de mi cuarto. Es todo extraño y nuevo, me siento un poco mariado por la embriagadora emoción y un poco de miedo. Mis paredes desnudas me acomplejan un poco, aburrido dice por todos lados mi cuarto, las cortinas entre viejas y de corte femenino. Nada iba bien, pero admito que estaba cansado, verla en mi cama recostada hace hervir mis ansias por acompañarla. Retiro mi camisa de mi cuerpo, lenta pero pacientemente desamarro mis botas. Sigue ahí, acostada, es indescriptible en mi mente los años que a pasado ese lado de mi cama solo, sin nadie, por donde entra el peor de los fríos, no uno que sea por falta de calor, sino uno por falta de amor.

Poemas de un alma tristeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora