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El azul soltó un gruñido cuando él esquivo su ataque. Era tan ágil como él o tal vez más.

-¡Tienes que parar con esto! No quiero hacerte daño Sonic - Dijo el azabache en un intento por hacer que su medio hermano reaccionará, no lo hizo, tomo su brazo con fuerza cuando sintió un ardor terrible pasarse sobre el, miro las manos del azul manchadas por su sangre. Tenia la agilidad mas no el poder de regenerarse como él o su padre, ya que era mitad mortal.

- Es tan asqueroso tener tu sangre encima - Escupió, con asco el azul quien ahora tenia una sonrisa arrogante en su rostro.

Respiro de forma tranquila y apretó su mandíbula con fuerza, causando que sus dientes sobresalieran un poco nada más, y al igual que él sus uñas también crecieron, volviéndose más duras y afiladas. No quería hacerlo pero, si él no se defendía el azul cortaría su garganta sin ninguna molestia. Sus ojos viajaron de manera fugaz por el gran salón, los guardias seguían ahí, empuñando sus afiladas espadas, a Sonic no le harían mucho daño pero a él... Bueno ya se lo imaginaran.

Un suspiro pesado abandono los labios del azabache.

- Realmente no quiero hacer esto Sonic - Miro a los ojos al mencionado, esperando a que en estos se reflejara algún tipo de arrepentimiento, pero no, solo había odio e ira.

- Perfecto. Dejame que yo lo haga - Sin esperar otro segundo la silueta del azul desapareció en frente de sus ojos, eso era un gran problema, era veloz. Sus ojeras de encresparon cuando empezó a oír los gritos y alaridos provenientes de los guardias que empezaban a volar por los aire y a caer como piedras al suelo de madera, abriendo pequeños cráteres al contacto.

- ¡Resultaban una molestia! - Exclamo el azulado sobre una pequeña pila de cuerpos inmóviles, estaban muertos; de eso estaba seguro. Por una parte él tenia razón, en cuanto empezaran a pelear ellos los atacarían.

- Sabes que esto no esta bien Sonic... - Dijo el azabache mientras el azul comenzaba a rodearlo lentamente, sin quitarle la vista de encima. Empezaba a darse por vencido con el truco de la negociación. Él derramaría más sangre, la de Amelía, la del rey y la de él.

Odiaba a Amelía, no por algún motivo personal, o eso parecía. Una parte del erizo azul estaba peleando por tomar el control mientras que la otra solo pensaba en matar a la eriza y al azabache, habían dos personas en un mismo cuerpo, él y el Sonic original. Ese Sonic que siempre cuido a Amelía desde pequeña y con el pasar de los años se había enamorado de ella, sus deseos y los de él se estaba juntando demasiado, se sentía un poco confundido antes pero ahora tenía el control absoluto.

De un movimiento rápido se acerco de manera amenazante al azabache rozando un afiladas garras contra su pecho, rasgando la tela de su traje ahora sucio. Dio un salto hacia atrás y empuño la espada que había tomado de uno de los cuerpos; devolviéndole el golpe fuerza.

- ¿De verdad crees que eso me hará algún daño? - Pregunto burlón el erizo azul mientras interponía su brazo descubierto contra la hoja de la espada - Lamento decirte que yo si soy un vampiro completo, no como tú, despreciable sangre sucia.

Tras decir eso levanto rápidamente su pierna y lanzo al azabache contra una de las paredes de granito, el campaneo del gran reloj que reposaba sobre el trono del rey le aviso que el amanecer se aproximaba, faltaba media hora por eso. Si lograba tener más tiempo...

Se hizo a un lado cuando el cuerpo del azul se abalanzo contra él, chocando contra la pared y haciendo que esta se partiera en pequeños pedazos, observó por los grandes ventanales del salón y noto como el cielo empezaba a teñirse se un rojo, faltaba poco.

- Podrás tener reflejos pero no tienes la velocidad - Murmuro el azul mientras se levantada de los escombros y mostraba una sonrisa sínica que permitía ver como sus grandes colmillos sobre salían.

Sintió una ráfaga de viento pasar a su lado y cuando se dio cuenta Sonic ya lo estaba levantando con una mano por el cuello, clavando sus uñas en la piel del azabache. Soltó la espada y esta hizo y sonido en seco cuando choco con el suelo; llevo sus manos a las del azul e intento quitar el agarre. No podía.

- Tengo que admitir que eres más molesto de lo que creí - Dijo el azul mientras limpiaba el hilo de sangre que bajaba por su labio con el pulgar, se había herido cuando choco contra el muro de granito. - Pero ver como ahora intentas quitar mis manos y respirar me hace ver lo patético que eres. No entiendo como es que eres el favorito de mi padre.

- T-tal vez sea por qué yo no mate a una humana - Respondió el azabache mientras seguía intentado liberarse de la mano del azul.

- Mmm puede que tengas razón, pero puedo decir que no me arrepiento, la sangre de las mortales es más deliciosa que la de las vacas y los caballo - Sus ojos brillaron al recordar los alaridos de la joven que había matado en ese callejón tiempo atrás. Era tan deliciosa como la de la eriza, se había quedado con las ganas de probarla más. - Bien terminemos con es-

No pudo terminar las frase al sentir como su piel ardía como si hubiera fuego sobre esta. Levanto su vista hacia los grandes ventanales y se encontró con la tortuosa y segadora luz del sol. Dejo caer el cuerpo casi inconsciente del azabache al suelo y tapó su propio rostro con sus manos. Quería correr; pero no podía. Era como si sus piernas se hubieran petrificado.

Dejo escapar un alarido sonoro cuando vio como sus manos se tornaban a un color piedra, él se estaba convirtiendo en piedra. Involuntariamente su espalda se encorvó y empezó a sentir como algo húmedo bajaba por sus mejillas, ¿Por qué lloraba? ¿Por el dolor indescriptible? Tal vez. Sentía como si su piel se rasgara, dolía demasiado.

Finalmente los gritos cesaron. Todo quedo en silencio.

El azabache se apoyo de forma lenta en el suelo mientras seguía recuperando el aire, miro hacia arriba y se encontró con la imagen de su hermano, todo su cuerpo era ahora de piedra; una expresión de terror y dolor se había quedado imprimida en su rostro. De una u otra forma le dolía verlo así, a fin de cuentas era su hermano. Y él solo seguía ordenes...

Se levanto completamente del suelo y camino lentamente hacia las escaleras, todavía no había terminado.

Cuando Las Rosas MueranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora