Capítulo 4: Su risa.

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9 de septiembre:

Apago el cigarro y vuelvo al instituto. Camino con la cabeza baja y el corazón en un puño por los pasillos. La ansiedad me está haciendo pensar innecesariamente, pero por suerte alguien me sacan abruptamente de mis pensamientos cuando siento un golpecito en el hombro, me giro sobresaltada cuando escucho una voz de hombre detrás de mí:

-¡Buenas!-Un chico bastante más alto que yo me saluda y esboza una agradable sonrisa.

-Eh... Hola...-Miro al suelo mientras me tiro de las mangas de la sudadera

-Soy Mike, Mike Simmons, estoy en tu clase-me mira atentamente en espera de una repuesta, pero ante mi silencio añade.- Te vi hablar antes con Beth, es genial, ¿verdad?

-¿Beth?

-Sí, la chica pelirroja de clase. Estábamos hablando cuando te vio entrar en clase, me dijo algo como: "Voy a socializar, objetivo: chica emo con flequillo" Y se fue a sentarse a tu lado, dejándome solo, por cierto.

-Que descripción tan poco alagadora-sonrío levemente.

En cuanto termino la frase suena el timbre y los adolescentes empiezan a moverse por el pasillo. Quería evitar esto a toda costa. Mierda, me siento atrapada. La ansiedad se apodera de mí de nuevo, se repiten sin cesar los insultos de los que fueron mis amigos en un pasado. Recuerdo sus palabras rajando lentamente mi piel hasta clavarse en mi corazón. Siento como si esas palabras pesaran en él ahora, causando así la presión de mi pecho. Me quedo bloqueada mientras todos van entrando en sus clases, quiero huir de allí rápido pero mis piernas no se mueven. En mi cabeza resuenan gritos de ayuda, pero nadie va a venir, estoy sola, otra vez. La voz del joven de ojos verdes interrumpe mis pensamientos. Me toca el hombro y empiezo a temblar del miedo, me va a hacer daño, y nadie lo parará, se reirán haciendo comentarios por lo bajo, pero nadie le parará. Me aparto de él y me apoyo contra la pared:

-Déjame tranquila, por favor-me tiembla la voz y asustada me tapo la cara con las manos, no sé qué hacer.

-¿Qué? Solo quería acompañarte a clase.

-¿De verdad?

-Sí, claro, soy tan pacífico como una hormiguita- intenta mantenerse serio, pero veo como ríe con la mirada.

-Lo siento mucho, hacía más de un año que no estaba rodeada de gente, estoy algo asustada. Por cierto, estoy casi segura de que las hormigas se comen entre ellas, mala comparación.

-No te preocupes, está bien-tiene una sonrisa extrañamente reconfortable.- Venga, vamos a clase, que seguro que ya llegamos de últimos. Hay mucha gente por los pasillos aún, puedes agarrarte a mí si quieres.

-Gracias-me agarro a la manga de su jersey y avanzamos juntos por el pasillo, quiero desconfiar de este chico, pero es realmente agradable.

-¿Te puedo pedir algo a cambio de acompañarte?

-Si me vas a pedir algo sexual te va a costar más que acompañarme a clase, ah, y te tienes que poner vagina.

Bromeo, pero sigo con la mirada fija en el suelo, el miedo no se va. Pero quizás la chica de antes tenga razón, no puedo enfrentarme a todo esto yo sola, quizás este chico sea de fiar. Él suelta una sonora carcajada, y aún entre risas añade:

-Creo que para que tuviéramos algo sexual tú también tendrías que ponerte vagina, solo te falta la camisa de cuadros para ser un estereotipo andante.

Río sin parar y mi corazón se relaja un poco, la risa es el mejor adversario de la ansiedad.

-Ahora en serio, solo quería saber tu nombre.

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