12 de septiembre:
Mike se sienta en mi cama y pasea su mirada por mi habitación, veo cómo posa su vista en la ventana para después desviarla ligeramente hasta el escritorio y el suelo, me doy cuenta de que está mirando los restos de cristales. Se levanta de la cama, dirigiéndose al escritorio que recibe la luz de la ahora rota ventana. Apoya una mano en la mesa y coge el cuaderno que descansaba abierto sobre la mesa.
-Creo que te arrugué un poco el libro, el aterrizaje fue algo forzoso-sonríe divertido y empieza a hojear el cuaderno en el que ahora mismo escribo-¿Un diario? ¿16 años y un diario?
-17, y no es un diario, es una nota de suicidio un tanto larga-esbozo una sonrisa de la forma más sarcástica que me permiten mi inexistente energía, le arrebato el libro de las manos y lo apoyo en la mesilla de noche situada al lado de mi cama.
Nos miramos y él suelta una risita, pero yo continúo hablando:
-¿Sabes? Una persona normal estaría cabreada.
-¿Cabreada? ¿Por qué? Yo solo vine a buscarte, soy todo un caballero-hace una ligera reverencia hacia mí, recobra la postura y se sienta de nuevo en la cama.
-No sé, quizá porque has roto mi jodida ventana-le miro, pero su única reacción es subir los hombros con aire de indiferencia, lo acompaña con una mirada de perrito abandonado bastante adorable.-No me pongas ojitos, te acabas de colar en mi casa después de que te lo haya prohibido.
-En realidad no me prohibiste entrar, solo me dijiste que no me ibas a abrir-me muestra una sonrisa de superioridad.-De todas formas, tengo claro que no eres normal, si lo fueras no estaría aquí. Creo que deberías entender que no eres la única que perjudicas cuando te encierras del mundo-suspira y se echa hacia atrás en la cama, apoyando su cuerpo contra la pared de mi habitación.-Quiero decir, sé que no nos conocemos, pero quería volver a hablar contigo, incluso te esperé en la puerta del instituto para acompañarte a clase, pero no apareciste.
Sé que no debería, sé que no tengo ningún motivo para confiar en él, pero no puedo recordar la última vez que alguien que no fuera ella o mi padre se preocupase por mí. Estoy tan sumida en este pensamiento que no me doy cuenta de que le estoy mirando y sonriendo como una idiota.
-Vístete y nos vamos, podemos seguir hablando por el camino-me ordena de forma amable pero firme.
Asiento sonriente y me giro para abrir el armario. Busco algo de ropa cómoda para ponerme, finalmente elijo unos vaqueros pitillo negros y una camiseta básica blanca, cojo también un conjunto de ropa interior. En cuanto cierro el armario y miro a Mike lo encuentro mirando los pósters repartidos por las paredes que lindan con el final de las puertas de mi armario, tiene una sonrisa sarcástica dibujada en la cara cuando me dice:
-¿Nirvana, Guns and Roses, My Chemical Romance y Metallica? Eres el prototipo perfecto de una adolescente emo-pongo los ojos en blanco con gesto cansado.-No pongas esa cara, a mí también me gustan, pero ese gusto musical es terriblemente mainstream.
Empiezo a reírme intentando vocalizar entre mis carcajadas, cuando por consigo decir:
-¿Acabas de decir mainstream? Menudo modernillo estás hecho.
Salgo de la habitación en mitad de la frase con mi baño como destino. Me meto en la ducha y bajo la temperatura, sumergiéndome y dejando que el agua enfríe mis pensamientos. ¿Estaré confiando demasiado en él? ¿Mis expectativas serán demasiado altas?
Alejo los pensamientos sobre Mike para recordar sus palabras, recordar cómo sus preciosos labios formaban estructuras dignas de un arquitecto, que ella transformaba de la manera más hermosa posible en dulces sonidos. El recuerdo de Lyane me lleva a una de las lecciones que me repitió muchas, pero insuficientes veces:
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Mediocre.
Novela Juvenil¿Para qué levantarte un nuevo día si lo único que te espera es una copia del anterior? Aquí está el diario de Kate Hudson, adolescente mediocre de 17 años. Día tras día sufre ansiedad y no ve nada más que la oscuridad en la que está sumida, pero de...