¿DULCE O TRAVESURA?

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Es noche de brujas y tres adolescentes caminan por el vecindario vestidos cada cual con un disfraz más raro que el del otro emulando antiguas peliculas de horror. Tal como el año pasado van de casa en casa recolectando dulces que finalmente son regalados para los niños más pequeños. En su recorrido se topan con la casa de Viviana, una muchacha de la escuela que siempre suele ser marginada por sus demás compañeros de clase y molestada por sus gruesos anteojos. Fernando toca el timbre sin siquiera percatarse de este hecho.

-Chicos,- Dice Angélica.- no sé si se han dado cuenta, pero ésta es la casa de Viviana...

¿Y qué con eso? – Pregunta Gustavo, haciendo un gran esfuerzo por sostener una calabaza de plástico repleta de dulces.

-Pues... no sé si ella quiera vernos, ¿recuerdas que en la escuela hace dos días se puso a llorar en plena clase de álgebra?

-Repito ¿y qué con eso? – Insiste Gustavo.- ahora no estamos en la escuela.

-¿Y qué tal si sale uno de sus padres y se pone a regañarnos?- Comenta Angélica.

-Oigan, basta ya...- Interrumpe de pronto Fernando.- Ya llamé a la puerta... así que esta discusión no sirve de nada.

Angélica y Gustavo se miran nada más y guardan silencio. En ese instante la puerta se abre y ante ellos aparece un muchacho más o menos de su misma edad (alrededor de 15 años) sin disfraz y ninguna clase de pintura en su cara, como si estuviera abstraído y totalmente al margen de lo que se celebra en el barrio. Angélica enmudece por un instante pues el muchacho le parece muy guapo, así que con gran esfuerzo logra salir de aquel encantamiento y finalmente abre la boca.

-¿Dulce o travesura? – Pregunta angélica apartando con el codo a Fernando.

-Ahh, jajaja... Muy bien- Responde el muchacho que abrió la puerta.- esperen un segundo.

El chico entra nuevamente a la casa y llama a su madre para pedirle algunos dulces.

-¿Saben?, quizás sea buena idea decirle a Viviana que venga con nosotros – Dice Fernando.- ¿qué dicen?

-No creo que la dejen – Responde Gustavo.- ya viste que sus padres parecen ser muy estrictos o de una religión media rara... ¿Cómo es posible que no celebren esta fecha?

En ese momento reaparece aquel muchacho ahora con las manos llenas de caramelos y los deposita en la enorme bolsa que ofrece Angélica quien no puede evitar esbozar una sonrisa en su rostro. Una vez ya cerrada la bolsa el muchacho se despide, pero antes de que logre cerrar la puerta Fernando le hace una pregunta.

-Disculpa, ¿está Viviana?... ¿es posible que hablemos con ella un momento?

-Bien, déjenme ver.- Responde el chico metiéndose nuevamente a la casa.

-Esto es estúpido – reclama mientras tanto Gustavo.- yo creo que no le importamos, y es mejor así ¿sabes porqué? Porque no le interesa tener amigos... nada más cosecha lo que siembre. Si fuera más sociable créeme que no andaría llorando a cada rato...

-Ya cierra la boca...- Le dice Fernando

-Será mejor que nos apresuremos... si deseamos ir después al cementerio.- Dice Angélica.

En aquel instante se abre la puerta nuevamente y sale Viviana, vestida normalmente, peinada con esas trenzas que la distinguen tanto y llevando puestos esos gruesos anteojos que tanto dan que hablar entre los jóvenes más antipáticos de la escuela.

-Hola, Viviana.- Saluda Fernando.- ¿Cómo estás?

-Bien, ¿Qué desean?- Pregunta Viviana con una aguda voz.

Historias para no dormir, ¿te atreves?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora