El demonio sonriente.

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Una noche fría, regresaba a mi hogar cansado, después de mucho trabajar y lo ultimo que deseaba a esas horas, era tener que recorrer el empolvado camino de tierra a mi casa. Era uno de esos baldíos que abundan a las afueras de la ciudades, y quienes estén acostumbrados a esas zonas, o escuchen los relatos y noticias de los crímenes que ocurren ahí, sabrán que mi nerviosismo era muy justificado.

Mire mi reloj para verificar la hora, para mi suerte por la luz de la luna llena pude distinguir las manecillas marcando las 3 de la mañana. Regrese la mirada al camino en frente de mi, y fue cuando le vi.

Era una mujer vestida completamente de blanco, con una larga cabellera, con una tez tan blanca que se confundía con la ropa. No sé cuanto tiempo la contemple, pero en esos oscuros parajes donde el tiempo parece no pasa.

Intente moverme, pero no podía, intente mover mi boca mis músculos, pero ninguno obedecía a mi cuerpo, ni siquiera podía parpadear. Lo extraño es que el resto de mis funciones no voluntarias se mantenían por si solas, seguía respirando y el sonido de mi corazón palpitando con gran agitación en mi pecho indicaba que seguía vivo.

Pude percatarme de que no podía dejar de ver a esa mujer, mis ojos no se movían, seguían enfocados en la figura blanca recortada contra la oscura noche.

Ella comenzó a caminar contra mi con un paso lento y torpe. Mi corazón se acelero al máximo, no habría que ser un genio para deducir que mi situación actual estaba relacionada con aquella extraña mujer venida de quien sabe donde.

Escuche una voz tenue, suave tarareando. -¿Sera ella?- pensé en mi cabeza. La observe detenidamente, comenzó a juguetear con su mano y note un cuchillo en ella, ¡un maldito cuchillo apareció en su mano!.

-La, la, la, laaaa, la, laaa, la, comida, comida, comida- Cantaba entre susurros aquella mujer. Me percate de que entre más se acercaba a mi, su forma sufría cambios. Su boca se distorsionaba y extendía, lo que en un principio creía era una sonrisa, pronto se convirtió en una gran hilera de dientes enormes, la comisura de sus labios hasta las, me pareció, llegan las orejas, el labio inferior había descendido hasta el punto donde comienza la barbilla. Sus ropas blancas se tornaron cada vez mas rojizas, se manchaban de sangre, y a cada paso, la ropa era mucho más roja.

Abrió su boca completamente, pude ver algo que no describiré, una visión tan horrenda que la palabra misma se queda en extremo corta para calificarla; pero es una imagen que me perseguirá hasta el fin de mis días. Cerro, para mi alivio su boca.

Pude notar las lágrimas que derrame por esa visión deslizarse por mis mejillas, eran como un vidrio cortando mi piel. Me aterre, ya que si de esta manera tan dolorosa, ¿Como seria el ser cortado por el cuchillo o sus diabólicos dientes?. La criatura lucia divertida, lanzando carcajadas horribles con su -agradezco ahora mucho- boca cerrada. Mis músculos seguían detenidos, así que no pude formar la expresar en mi rostro el terror, lo veía en mis ojos.

Desesperado lance todos los rezos que conocía, me encomendé a todos los santos, a todo lo que mi mente podía darme para evitar ese destino. La criatura, avanzaba hacia mi, no se detenía. Suplique, que se fuera, despertar, salir de ese lugar y lloriquee por mi impotencia soportando el dolor de mis propias lágrimas deslizándose en mi piel.

En mi desesperación, recordé una oración que mi abuela siempre resaba todos los días, sosteniendo su crucifijo. Intente evocar las palabras, intente recordarlas exactamente como eran y en mi cabeza pensé en ellas con todas mis fuerzas.

-Crux Sancti Patris Benedicti, Crux Sanct Sit Mihi Lux ...-

La criatura pareció retorcerse un poco y se detuvo por un instante pensé que le eso era lo mejor, pero no, volvió a moverse, esta vez, corriendo, tiro el cuchillo, en su rostro podría yo fácilmente inferir se una clase de desesperación. Pero una cosa era obvia, la oración, le lastimaba.

Intente recordar el resto, pero un inmenso dolor, un dolor tan grande, tan intenso que por un milagro no me dejo inconsciente recorrió mi cuerpo, Eran los dedos de la criatura sujetándome, ¡solo sus dedos!.

-Crux sancti patris benedicti, crux sanct sit mihi lux ...- pensé con mas fuerza, intentando evitar el dolor, el miedo. Sentí por un instante en repetidos puntos de mi piel, lo que solo puedo describir como un millar de agujas al rojo vivo, por un segundo pierdo mi consciencia, pero eso, el dolor mismo, me impidió caer
-... non draco sit mihi dux... ¡Vade retro satana!- Al pensar en estas palabras, un alarido soltó la criatura.

-Vade retro satana- Pensé con mas fuerza que de quien sabe donde, y vi a la criatura apartarse en pequeños pasos, resistiéndose, pero yo, ya no le permitiría acercarse, y repetía las palabras en mi mente, y a cada pensamiento, se apartaba lentamente.

Pronto sentí como mis labios volvían a ser mios, podía articular palabra de nuevo, pero me significaba un esfuerzo monumental, al principio salían ligeros gemidos más que palabras, no importaba se alejaba.

Sabia que mi limite estaba próximo, que Mis fuerzas estarían por abandonarme, y en ese momento, esa cosa se soltaría para acabarme. Junte lo ultimo, y le grite la oración completa.

Las fuerzas me abandonaron, y recupere el control de mi cuerpo, podía sentirme caer, y en mi cabeza, aun retumbaban las palabras finales de la oración perdiendo fuerza cada vez más, al tiempo que me adentraba a los terrenos de la inconsciencia.

-Ipse venena bibas pax... pax...... pax.........-

Desperté en el hospital unos días después, con mi cuerpo dolido y vendado. Las enfermeras me contaron que me trajeron que en esos días que dormí, no paraba de gritar, que tenia horribles pesadillas. Lo que más llamo la atención es el hecho, de que aun no pueden explicarse con que fue marcado mi cuerpo, "parecen enormes dedos" dijeron.

Hoy después de tanto tiempo, sé que no podre olvidar aquel demonio sonriente, y lo que es peor, lo que no me deja dormir por las noches en paz, es que, cuando estoy a punto de dormir, puedo verlo, con su sonrisa malévola, burlándose de mi.


Historias para no dormir, ¿te atreves?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora