Metamorfosis en proceso

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"No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives."

-Franz Kafka 

Al llegar a mi casa, creí que mis hermanos notarían mi ausencia, lo cual fue todo lo contrario por una parte, sin embargo por otra, en su estado frío y sin importancia de mi hermano mayor, que sólo estaba sentado viendo la televisión, simplemente llegó a preguntar: ¿Por qué tardaste tanto?. Vaya que con eso ya sentía que me quería.

  Con esas palabras, mis ansias por contarle "mi gran aventura con múltiples agujas" disminuyeron, y me empece a preguntar ¿Cuánto tiempo había pasado desde mi secuestro?

Claro, que la preocupación de mi desaparecimiento no debía alterarlos, por mi fama de ser parte de uno de los "chicos malos" de la ciudad, era evidente que me sabía cuidar solo y que las personas me temieran por varias de mis travesuras.

Había llegado con un hambre voraz; no sabía con exactitud cuántas horas o días estuve sin comer, por lo que mis ganas de tragar eran enormes. Al entrar a la cocina, vi la parte trasera de mi hermano menor, mientras que la mitad de su cuerpo se encontraba dentro del refrigerador; al salir y cerrar la puerta de aquel artefacto grande y blanco, note que entre sus dientes traía un delicioso panquesito de chocolate, o mejor dicho: ¡mi panquesito! que estuve guardando para comerlo.  Mi hermano estaba aferrado a él como un depredador cuando lleva la comida a sus crías.

-¡Maldito, in franganti. Quita ese panque de tu boca!- Le grite, comenzandome a enfadar por su atrevimiento. Era increíble que si te secuestran tus hermanos sólo se dediquen a ver televisión y comerse tus postres.

-Vaya, miren quien decidió aparecerse.- Me lo dijo en tono de burla y tratando de despistar mi atención de aquel suculento panquesito. -No me digas que era tu postre.

Mi enfado comenzó a subir de nivel, sin embargo trate de mantener la postura, aunque las palabras de mi boca salieron por impulso de ver mi postre atrapado entre sus dientes.

-¡Eres un idiota!, ¡estuve secuestrado por quien sabe cuanto tiempo, atrapado en una maldita mesa de metal con más de cinco hombres vestidos de negro y una mujer de voz fastidiosa, inyectándome un sin número de químicos, y cuando por fin logro escapar, regreso para ver al menos un poco de preocupación por mi ausencia y lo que encuentro son a dos tontos, uno viendo la televisión y otro en la cocina devorando mi comida.! ¡Ahhg!

-Espera, ¿éste  enserio era tu panquesito?

-¡Sí, era porque ahora esta  en tu estomago!

-Y estuvo delicioso.

No podía creerlo, en realidad le importaba muy poco si algo me pasaba, su hambre era más intensa que el hecho de que su hermano no volviera.

Mientras que mi enojo por su descaro comenzaba hervir, nuestro hermano mayor entró a la cocina, con su ceño fruncido, mirándonos a los dos por el desorden y alteraciones que nuestras palabras habían provocado.

-¿Qué demonios les pasa?, ¿Acaso no pueden estar un momento sin pelear? - Dijo con voz alta, regañandonos por nuestro comportamiento.

Definitivamente no argumente nada, preferí que mi temperamento bajara de nivel y solo me limite a responder algo sencillo.

-Nada, en esta familia nunca pasa nada- Lo dije de manera calmada y sin alteraciones. -Si me disculpan estaré en lo que queda de mis aposentos.

-¿De qué esta hablando, este tonto?- Comentó mi hermano menor, impresionado por las palabras "nuevas" que jamás había dicho.

-Peor aún...¿de dónde sacó ese estilo de hablar?. Butch que le hiciste.- Lo dijo mi hermano mayor, reñiendo al más chico de los tres.

Cuando el sol caeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora