Capítulo 1

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—Buen trabajo López, te avisaremos cualquier otro caso —Me dijo el fiscal encargado del caso luego de que viera las fotos.

Una mujer había sido apuñalada un total de treinta y siete veces en el pecho. Su muerte había sido lenta y muy sucia. Por lo que tardé mucho tiempo en fotografiar cada zona afectada alrededor de la víctima.

Según decían, había sido su esposo quién lo había hecho y huyó. Me pareció sorprendente como una persona que te juró lealtad y amor, te hiciera algo como eso. Pero ya que, ese era el caso menos horrible que me habían asignado. No era nada en comparación con otras muertes que había presenciado.

—A la hora que sea jefe —Le dije antes de despedirme y salir caminando a mi cuarto.

Vivir solo era..., regocijante. Cero padres que te exigían quehacer, cero regaños y llegadas sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Me encantaba, no sé como es que no lo había hecho antes.

De la escena del crimen a mi casa, habían tan solo siete cuadras de diferencia. No conocía a la pareja, pero saber que pasan estos casos en el vecindario, me puso frenético.

Las calles estaban vacías, pero era de esperarse, pues eran las dos y cincuenta de la madrugada. Nadie con una pizca de cordura, saldría a esta hora solo y por un barrio donde han habido diferentes asesinatos.

Corrí lo que quedaba por llegar y abrí la puerta para entrar al lugar. Sentía mi pecho subir y bajar con rapidez, mi corazón latía con frenesí y el sudor comenzaba a acumularse en mi frente. Me aterré con mis propias conclusiones, era absurdo.

Dónde vivía era un lugar pequeño: un baño, una sala, un cuarto y una cocina, todo muy amontonado, pero cómodo. No tenía muchas cosas, por lo que era factible para mí solo.

Dejé mi cámara sobre la cama y me fui al baño para darme una ducha rápida, el sonido de la regadera hacía eco por todo el silencioso lugar; olvidé encender el televisor para hacer algo de ruido y no sentirme tan solo. Pero ya era algo tarde.

Enjaboné mi cuerpo y en ese momento se escuchó un objeto de metal caer fuertemente contra la pared. Me alarmé, y por el susto, la barra de jabón se me cayó. Respiré profundo y entré en el chorro de agua, pero esta derepente dejó de salír, por lo que le di vuelta a la llave para asegurarme de que no había nada de agua y salió nuevamente, como si yo hubiese cerrado la regadera.

No sabía lo que pasaba con la tubería de este cuarto, tendría que hablar con la dueña, porque ya pagué seis meses por adelantado, así que me quedaría. Sea como sea.

Terminé de sacar el resto de jabón que me quedaba y salí para secar mi cuerpo. Todo estaba exactamente igual, la cámara seguía en el mismo sitio y nada estaba fuera de lugar. Las pocas cosas que tenía, estaban en orden. ¿Qué habría sido lo que sonó? No tengo idea.

Tomé de mi ropero unos shorts, me los puse y me tiré a la cama mientras tomaba la cámara. Y antes de si quiera pensarlo, me puse a revisar las últimas fotografías que había.

Mientras iba pasando foto por foto, iba analizando el caso sin querer.

Estaba vestida con un vestido azul floreado y zapatos de tacón corto. Su cabello estaba recogido tan pulcramente, que parecía que estaba durmiendo o posando para algunas sesión fotográfica. A diferencia, que su cuerpo estaba teñido de sangre y su pecho tenía múltiples puñaladas. Del resto, estaba muy... hermosa.

—Realmente hermosa —susurré antes de caer en brazos de morfeo.





Desperté totalmente desorientado, estaba en el baño, otra vez. La diferencia es que estaba vestido, con la misma ropa que salí anoche para las fotografías. Estaba tendido sobre el piso de la regadera, y tenía mi cámara en las manos. No recuerdo haber bebido anoche, tenía muchos años que no lo hacía.

—¿Qué mierda pasó aquí? —murmuré.

Me levanté y salí de la ducha. Todo estaba igual. Salvo una caja en una esquina del baño. Miré a todos lados con miedo de que alguien hubiese irrumpido en mi hogar y salí a investigar.

Revisé debajo de la cama, dentro de mi closet y nadie estaba allí. Fui hasta la puerta y esta no había sido forzada al igual que la única ventana que tenía frente a la cama. Todo estaba normal, era un día normal.

—¿Quién puso esa caja allí entonces? —Traté de recordar algo que hice anoche, pero era absurdo, lo último que hice fue bañarme y dormir—. Como siempre.

Entré al baño y tomé la caja. Estaba envuelta en papel marrón y un fino lazo rojo.

Lo desaté y lo que encontré, me dejó helado.

Era yo, con una mujer que no conocía. Tenía el cabello castaño y hermosos ojos azules. Cargaba un vestido rosa floreado; jamás la había visto en mi vida.

Lo peor del caso es que yo estaba consciente, sonriendo y mirando fíjamente a la cámara.

Eran fotos tomadas en mi baño, tomadas por alguien más.

Yo vivía solo.



Tormento 37 (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora