Me senté rápidamente mientras abría los ojos y me limpiaba el sudor de la frente. Al hacer aquello, me di cuenta de que la muñeca ahora pelirroja, estaba en mi regazo. Fruncí el ceño y la tomé entre mis manos, puedo jurar que la había dejado en el suelo.
Ni siquiera sé porque la sigo teniendo, creo que porque es el único recuerdo de mis padres que tengo. Cuando el auto cayó, lo hizo con todas nuestras cosas, con nuestras vidas.
El collar que tengo era de esos compartidos, siempre que lo juntaba con el que tenía mi padre, estos brillaban. Recuerdo que siempre lo hacía, cuando era niña me encantaba ver la luz que estos dejaban salir y tuvimos que cambiarle las pilas como cuatro veces en solo dos semanas.
Originalmente la muñeca era rubia, de piel semi blanca y un muy lindo cuerpo, lo típico. Luego del accidente la muñeca se transformó pelirroja debido a la sangre y como estuvo horas y horas sin limpiarse, no logró salir del todo. Lo mismo con su piel y la ropa, ahora está sucia y cubierta de tierra.
Hay cosas que no se limpian, suciedad que no sale, accidentes que traen consecuencias definitivas.
Y no, no estoy hablando solo de la muñeca.
Cerré los ojos mientras intentaba volver a dormir. Según mi reloj, eran las 2.47am y honestamente tenía sueño. Es decir ¿Quién no lo tendría a esta hora?
Cuando sentí que mis ojos comenzaban a pesarme, algo sonó dentro de mi armario. Abrí los ojos como platos y tragué saliva ligeramente asustada. Agite la cabeza para sacarme las ideas locas de la mente y me giré en la cama, tapándome con la sabana hasta las cejas.
(...)
Estaba en el orfanato mirando por la ventana como todas las niñas se pintaban las uñas mientras charlaban y reían o como los niños jugaban juntos a la pelota. Todos tenían alguien con quien jugar, todos menos yo.
Pasé los dedos por mi ventana, deseando estar ahí pero sabía que si ponía un pie fuera de mi habitación, estaría en peligro. Me estaría exponiendo a peleas, golpes y palabras hirientes. Prefiero evitar recibir más daño.
Metí nuevamente la muñeca en el balde con agua y moví la esponja en su cabello rápidamente. Entendía el hecho de que la suciedad no iba a salir del todo porque no la limpié ese mismo rato pero no aceptaba que estuviera tan sucia. Me estresaba verla así.
Dejé de mover la mano cuando escuché un ruido proveniente de mi armario. Bufe mientras me levantaba con la intención de abrirlo y poder volver a lo que estaba haciendo.
Se preguntarán ¿Quién va hacia un armario en esas situaciones? Bueno, yo solo les digo; dejen de ver películas de terror. Lo único posible que haya allí dentro sería una rata o un ratón. Prefiero creer que algo se cayó, me dan cosita esos animales.
Aunque ahora, me hubiera gustado que sea un animal.
Mi pulso se aceleró, el ambiente se sumergió en un profundo silencio y la mirada de Verónica me atravesaba el alma. Retrocedí algunos pasos lentamente, como si lo que tuviera en frente fuera una serpiente, aunque tampoco hay mucha diferencia.
Por cada paso hacia atrás que daba, la arpía avanzaba uno. Comencé a retroceder más rápidamente y por ende, ella más rápido. Mi respiración se aceleraba debido al miedo y ella sonreía al ver lo que provocaba en mí.
Su sonrisa se ensancho cuando vio que me tenía acorralada contra la pared y solo le bastó poner sus dedos en su boca y silbar para que dos de sus secuaces formaran parte de mi punto de vista.
Una me tomó por un brazo y la otra del derecho. Verónica retrocedió unos pasos y dejó salir una carcajada. Tomó la muñeca del balde y luego me vertió aquel balde rojo en la cabeza.
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Si hablara, te insultaria
FanficCon el paso del tiempo deje de creer en el amor, la esperanza, la felicidad y muchas cosas mas. Mi lado oscuro salió a la luz y a pesar de que no lo demostraba, sufría demasiado. Siempre me lo callaba todo, era la única opción que tenia y la gente...