Estaba yo sola en la casa, esa que era "nuestra casa" como casi siempre yo me quedaba sola, haciendo mis estiramientos diarios cuando de repente la puerta de la gran casa se abre bruscamente:
-¡PUDIN!-Digo casi con un grito de horror:
Estaba medio muerto, no como siempre, esta vez estaba grave, realmente grave, se podia ver que con muy pocas fuerzas logro articular palabra y decir.
-Quinn...llevame al cuarto quiero descansar.....-Fue lo unico que salio de su boca casi en un susurro antes de desmayarse
-Oh ese maldito murcielago otra vez-Dije en un momento de enfado, lleve al Sr J al cuarto como pude limpie y vende sus heridas, con un cafe en la mano, y sentada a su lado lo unico que hice fue esperar, esperar por un simple "¿Quinn?" O un "¿Que demonios haces?" Estuve asi un par de horas hasta que mis parpados comenzaron a cerrarse fui a otra habitacion de las tantas que habia en la casa, claro para no fastidiarlo.
A la mañana siguiente desperte y recorde todo lo que habia pasado, lo primero que hice fue ir a la habitacion que el y yo compartiamos.
-¡Pudin!- Fue lo unico que pude decir al verlo frente al espejo vistiendose para irse de nuevo