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Cuando me levanté estaba en un sofá que claramente no era el mío. Miré hacia arriba y vi una bonita lámpara estilo vintage colgando del techo. Volví a caer en la cuenta de que no estaba en mi casa y ésta vez sí reaccioné. Me levanté de golpe, tan rápido que me mareé y tuve que tumbarme de nuevo.

Me tomé mi tiempo para apreciar la habitación. El sofá olía a cuero, y tenía una de esas especies de sábanas con dibujos africanos. Las pareces eran de color crema, y los muebles eran de una madera oscura y robusta. Había muchos libros colocados desordenadamente en una estantería que fácilmente podría medir dos metros. Los techos eran realmente altos, y colgaba esa lámpara vintage de la que me había enamorado, que le daba un toque sofisticado a la sala. No recuerdo si estuve en la mañana en aquella habitación, pero, si lo había hecho, no me había fijado en lo bonita que era. 

Me senté lentamente en el sofá otra vez para no marearme, y me di cuenta de que estaba sola en la habitación, y de que había agua en un vaso que estaba puesto en la mesa de al lado del sofá. Lo cogí, y después de examinarlo detenidamente para asegurarme de que sólo era agua, me la bebí de un trago. Cuando fui a dejarlo en la mesa, calculé mal la distancia y tan sólo pude observar el vaso haciéndose pedazos en el suelo.

Jev llegó rápidamente y me fulminó con la mirada.

 —No tengo culpa de que me dejes la mesa tan lejos. — dije encogiéndome de hombros.

—Ni yo de que te estuvieras escondiendo detrás de mi puerta cuando abrí a ver si te habían raptado o algo. Quedamos empate. —dijo él con media sonrisa

 —¡De eso nada! ¿Cuánto llevo aquí?

  —Lo suficiente para tener que calentar la comida en el microondas.—dijo mientras me ayudaba a levantarme del sofá y se dirigía a la habitación contigua.

Miré el reloj, y eran cerca de las 12. Ni siquiera recordaba a qué hora había llegado. La barriga me rugió y automáticamente me puse colorada. Si Jev lo oyó, no me dijo nada.
La cena era comida thailandesa, recalentada en el microondas y colocada en los mismos tupper en los que la habían traído. Aun así me supieron a gloria.

—He pedido comida sin carne porque tienes cara de ser vegetariana.
—Soy vegana, pero no te preocupes. A veces hago excepciones.
—Mis disculpas, lo tendré en cuenta para la próxima vez.
—¿Próxima vez?

Hija del Karma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora