Creo que todo empezó cuando mis padres se separaron. Mi madre estaba ausente y dolida, mi padre metido en su trabajo, y yo sola. Aparte de provocarme un gran dolor, hizo que los hombres perdieran un punto.
Mis notas bajaron, mandé a mis amigos al infierno y opté por el camino fácil. Hice amistades nocivas. Ya saben, drogas y alcohol. Comencé a salir con tíos para llenar un vacío que sólo agrandaba con cada ruptura. Pero de repente lo dejé todo. Dejé de salir, dejé de usar sustancias peligrosas para nublar mi mente. Dejé de usar tíos.
¿Por qué? Me enamoré. Me enamoré de un chico llamado Ryan. Estuve con él los 6 meses más felices de mi vida. Pero él empezó a pasar de mi, y llegó el momento en el que dije basta.
Aún recuerdo los momentos en los que solía sentirme querida. Y recuerdo el momento en el que dejé a Ryan.
Flashback.
-¿Qué hace una chica como tú en éste lugar?
-Olvidar, estúpido. Olvidarlo todo.-dije con desdén.
-Hay mejores maneras que con ese tipo de drogas.
-¿Hay otros tipos de droga mejores?
-Puede ser.-dijo sonriendo.
Fin del flashback.
Entonces fue cuando me besó. Después de esa sonrisa. Y entendí que aquella era la mejor droga, sí. Pero la más peligrosa. Y creo que fue la que más estragos hizo en mi. Y la más difícil de olvidar.
Después de eso, recordar se me hace más difícil. Supongo que he aprendido a no pensar en lo que sucedió aquel día, dos horas después de mandar a Ryan al infierno.
Comienzo de las clases, 10 de Septiembre.
Ya estamos aquí. Instituto nuevo. No conozco a nadie y mejor así, hace tiempo que no me gusta conocer gente nueva.
Me dan mi horario, un tanto horrible porque tengo tres horas seguidas con mi tutora, que es una señora vieja y con cara de amargada. Va a ser un año interesante, si es que duro aquí ese tiempo.
Me dirijo a clase de Lenguaje Español. Me dirijo al fondo, directa. Me siento en una esquina, la más alejada de las ventanas, y empiezo a leer un libro que había de casualidad en mi maleta.
De repente me doy cuenta que el timbre acaba de sonar. Genial, ni siquiera he tenido que presentarme, y no he llegado a la mitad del libro.
Próxima clase: biología. Según la foto que me han dado del profesor es un señor mayor y bien aburrido. La clase está en el otro módulo de clases así que he de darme prisa.
Al llegar, me siento también al final de la clase, en un banco a la sombra donde al parecer a nadie le gusta sentarse. 'No contribuye a mi bronceado', oí decir a una de las pijas.
El profesor entra cinco minutos después, dando así comienzo a su clase. Oigo que está llamando gente para que se presenten mientras están de pie en sus sitios, pero el libro me absorbe demasiado como para atender lo más mínimo.
—¡¡¡SEÑORITA TEADROPS!!!—me gritó el maestro tras arrancarme el libro de las manos.—Está usted en mi clase y no tolero que no se me escuche.
—PERO QUÉ SE CREE QUE HACE PROFESOR, ME ACABA DE PERDER LA PÁGINA DONDE IBA.—hice una pequeña pausa para respirar.—Deme mi libro. Me voy de su clase.
Le tendí la mano hasta sentir las gruesas tapas de mi libro, con unos 40 años de antigüedad y olor a moho y humedad, para después salir dando un portazo y dirigiéndome a las bancas del pasillo, donde sueles estar si estás castigado, te ha echado, o simplemente no tienes clase.
De repente llegó la directora con otro chico.
—En pie, señorita. ¿Primer día y la han echado?
—No, me fui yo.
—En ese caso aproveche la hora y enseñele al señorito Anglas el instituto.
Oh, no. Anglas. Por qué me sonaba tanto.
Al ver a Ryan allí, se me empezó a nublar la vista y todo se volvió oscuro.
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Hija del Karma.
Teen FictionPau fue en lo que ahora parece otra vida, una adolescente enamorada de un chico, Ryan. Cuando éste le rompe el corazón, Pau toma una serie de medidas drásticas que le costaron un sobrenombre del que fue imposible deshacerse: asesina. Aparentemente...