7.

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Jev se puso realmente colorado, aunque trató que no me diera cuenta.

—Claro, sé que vas a sucumbir a mis encantos, cariño.—dijo en un tono increíblemente arrogante.
—Quizás soy lesbiana. Quizás no eres mi tipo. Quizás tengo novio. ¿Qué es lo que te hace pensar que eres especial?

No respondió, simplemente esbozó una sonrisa y sacó dos botellas de Paulaner de trigo que, a mis ojos, eran perfectas.
Hicimos una carrera, y claramente gané yo. Su orgullo herido me pidió la revancha, y luego la revancha de la revancha... Y así hasta que ya no me acuerdo del resto de la noche.

El primer pensamiento que cruzó mi mente fue: eres gilipollas. Lo supe por esa sensación de que tu boca está más seca que un desierto de cuando te levantas después de emborracharte. Todo esto antes de abrir los ojos, porque tenía que mentalizarme ya que estaba en modo vampírico.
Noté un peso ajeno a mi encima de mi espalda, así que traté de ver qué era fallidamente: intenté abrir los ojos demasiado rápido.

Una cosa estaba clara. La persiana estaba levantada.

Intenté abrir los ojos otra vez, más despacio, y primero uno y luego otro. Eso fue más eficaz. Aunque me deslumbró el sol, pude mantenerlos abiertos lo suficiente como para ver que estaba en bragas casi encima de Jev y que él me estaba abrazando. Me quedé unos segundos asimilando la situación.
Como me moví, desperté a Jev, que puso en marcha la misma maniobra que yo al abrir los ojos, aunque cuando despertó, no parecía sorprendido en absoluto.

—Qué hago aquí. Por qué estoy en tu cama.
—¿Qué pasa nena, no te acuerdas de anoche?—dijo en una voz entre seductora y bromista que me confundió aún más.
—Jev.—dije en tono amenazante.
—Bueno, una gatita salvaje. Auch.—dijo claramente riéndose por lo bajo.—No sé si quieres saber lo que pasó ayer, la verdad.
—¡Por supuesto que quiero!
—Bueno, si mueres de vergüenza no será culpa mía, yo te lo advertí.—dijo encogiéndose de hombros.

*Flashback con Jev de narrador*

No era mi intención emborracharla. Y, la verdad, a mi también me está subiendo. Pero absolutamente no como a ella, que se la quitado los pantalones y se ha tirado en el sofá.

—Bonita, créeme, estás muy buena, pero también borracha. No voy a aprovecharme de ti en éste estado. ¿Te llevo a casa?

Su expresión cambió rápidamente. Parecía que fuera a llorar en cualquier momento.

—¿Qué te pasa?—dije desconcertado, sin saber qué hacer.

Entonces, efectivamente, empezó a llorar. Se tapó la cara como si le diera vergüenza y yo no pude evitar abrazarla.

—No me puedes llevar a casa. No tengo "casa". A ver, tengo el lugar, pero no quiero volver con mi madre.
—¿Y tu padre?

Comenzó a llorar más fuerte. Creo que acababa de dar en un sitio sensible y delicado.

—Están divorciados. Todo aquel que me quiere acaba yéndose. Hace más o menos un año, corté con mi ex. Un gilipollas con todas las letras pero que, de alguna manera, te gusta inexplicablemente. Corté yo porque me enteré de cosas imperdonables, pero aun así me echaba la culpa. Me amenazó con una cosa y la cumplió. Y luego, casi todo el mundo creía que hice algo que realmente no hice. Caminaba por la calle y me señalaban con el dedo, gritaban asesina o ponían carteles prohibiéndome la entrada. Mis dos mejores amigos y mi padre eran los únicos que no creían que lo fuera. Incluso mi madre lo hacía. Entonces, debido a las fuertes discusiones y a que mi padre no consentía que mi madre estuviera todo el día insultándome. Entonces mi madre pensó que mi padre iba a dejarla en la ruina, porque ella no trabajaba ni nada, y me pegó una paliza, fue a denunciar que mi padre me había pegado y como yo estaba "mentalmente inestable" no me hicieron caso cuando dije que mi padre no tenía culpa. Entonces nos mandaron a la otra punta del mundo y nos prohibieron cualquier tipo de contacto con gente que nos conociera. Eso incluía a mis mejores amigos, amigos de la infancia... a todo el mundo. Ahora mi padre está en la cárcel, pagando los caprichos de una mujer sin corazón y sin ver a su hija, probablemente nunca más.

Me quedé muy impactado. Sabía que me acababa de contar más de lo que cualquiera debe saber, pero supongo que ella me necesitaba ahora y no quería que se enfrentara a la realidad y a su madre en el estado en el que estaba.

—¿Te quedas a dormir?

Hija del Karma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora