Primera cita

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Primera cita

"¿Qué mejor forma de parecer casual, que invitándolo a comer sopa de avena?"


Kim Ryeowook nunca había sido del tipo problemático. Su silenciosa y amistosa personalidad le había valido un montón de amigos y personas dispuestas a hacerle compañía desde una muy temprana edad. Y él los valoraba, en serio, a todas y cada una de éstas personas. Pero nada se comparaba con los dos idiotas con los cuales compartía habitación en la residencia universitaria desde su ingreso, hace ya un año. Los mellizos Lee Sungmin y Lee Hyukjae eran... especiales. Muy especiales. Y los adoraba la mayor parte del tiempo. A excepción de cuando estaban inmiscuyéndose en su vida privada sin cerrar la maldita bocota que ambos se gastaban.

La cremallera de su chaqueta hizo un sonido fuera de lo normal al momento de llegar hasta arriba, abrigándolo del frío invierno que azotaba en esos momentos Seúl. Chistó los labios y enfocó su mirada en el par de ojos castaños que seguían sus movimientos por debajo de la pesada manta con la cual cubrían sus cuerpos entumidos y temblorosos. La universidad era un paraíso, cierto, pero a las malditas habitaciones no les vendría en mal aire acondicionado. Volviendo al par de ojos castaños...

Le lanzó al mayor de los mellizos –por dos minutos, 23 segundos y 50 milésimas de segundo exactamente- las llaves de su coche, sabiendo que no tendría necesidad de utilizarlas aquella tarde. Había acordado ir por una buena sopa de avena con su mejor amigo, Kim Jongwoon, o Yesung, como él tan cariñosamente lo llamaba desde niños, pero estaba lo suficientemente cuerdo para no conducir en medio de una nevada. Nunca había sido del todo bueno tras el volante. Más bien era, lo que su tan adorable amigo Kyuhyun decía, un verdadero peligro al volante.

-Yo diría que es como una cita –Hyukjae porfió desde su escondite, apenas asomando la nariz y ojos por sobre el borde de la manta –él te invitó, ¿No?

-Es una cita de amigos. –Los guantes de lana apenas cubrían tres cuartos de sus palmas, por los que renunció a ellos con un suspiro, escogiendo ésta vez los afelpados y muy masculinos guantes rosa de Sungmin, con tiernos conejitos incluidos, por supuesto –Solo iremos por sopa de avena.

-Sopa de avena suena como una buena opción con éste clima –meditó el de cabellos rubios moviendo los pies bajo las cubiertas –Pediremos un poco, a domicilio, por supuesto. Ni Hyuk ni yo estamos lo suficientemente locos como para ir hasta un restaurante con semejante clima.

-Sinceramente Wook, esperamos que sobrevivas.

-La hipotermia es una mala cosa

-Que tu amigo el cabezón te proteja del frío

-No lo llamen cabezón.

-Lo que sea. –Los mellizos decretaron a dúo, zambulléndose bajo la pesada manta, dando así fin a la absurda conversación.

Exhalando con aburrimiento, el bajito peli castaño frotó sus palmas juntas antes de golpear la pesada puerta de roble que daba acceso a la habitación de su mejor amigo. Ésta chirrió con gran estruendo antes de finalmente ceder a la fuerza aplicada desde dentro, la sonrisa juguetona y traviesa de Kyuhyun recibiéndolo. Le sonrió de vuelta, por simple educación, abriéndose paso en el pequeño dormitorio que albergaba a otros tres de sus amigos. Más bien, a su otro grupo de amigos, teniendo en cuenta que los mellizos y éstos tres no se mezclaban mucho.

Más bien Sungmin no se mezclaba. El rubio era un asocial con mucho tiempo libre. Aunque, en defensa del mayor, tanto Kyuhyun como Yesung no hacían tampoco mucho por agradarle. Pero ese era un tema aparte. Ésta era la tarde en que solo debía preocuparse por Jongwoon, aquel sujeto de atractivos rasgos y manos pequeñas que lo había invitado a comer sopa de avena.

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