Cuarta cita

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"El centro comercial... ¿Qué podría salir mal allí?"


Se le hacía jodidamente tarde para sus clases, y aun debía cruzar la mitad del campus e ir más allá de las escaleras que dirigían a la cafetería. Bien, eso era como unos 10 minutos más de caminata, o 3 si corría con todas sus energías. Él podía hacer eso. Debía hacerlo si quería que el profesor lo dejara entrar a la que sería la última clase antes del próximo examen que equivalía a un 40% de la calificación final. Oh, todo se iba poniendo mejor.

Chistó los labios, aumentando el agarre en la correa de su mochila al momento de patinar por el pasillo húmedo gracias a las pisadas de aquellos alumnos que habían caminado por la nieve, desviándose en el amplio hall que daba acceso a las escaleras, tanto principales como las de emergencias, más pequeñas y en mal estado. Usaría esas, dado que se encontraban menos transitadas, y él enserio llevaba prisa. Correr, correr y correr. Las voces del resto del alumnado iban desapareciendo, siendo reemplazadas por... ¿Más voces?

Frenó en seco, reconociendo de inmediato el par de voces que provenían de las escaleras ocultas a simple vista, en dirección contraria a la que él se dirigía. "Bien Ryeowook, recuerda que llevas prisa". Si tan solo no fuera un curioso, y realmente el tono alterado de la discusión parecía llamarlo hipnóticamente. Atrapó el labio inferior entre sus dientes, debatiéndose entre sus clases –muy importante, ciertamente- o la curiosidad que lo dominaba.

-No creas que no noto como te mira, maldito seas Sungmin, lo haces a propósito –Oh oh, no dudaría ni un segundo en quién era el dueño de aquella voz –Han pasado años Min, no puedes seguir haciéndome pagar de éste modo

-El mundo no gira en torno a ti Kyuhyun, es mi puta vida, tarado, ya supéralo de una jodida vez.

-Lo digo enserio, ¡Odio verte cerca suyo!

-Demonios, ¿Por qué tendría yo que detener mi vida por algo que a ti te molesta? Joder bastardo, para ser un mocoso calenturiento, no comprendes que todos necesitan algo de diversión. Soy un hombre también, y por una mierda, necesito sexo. Si él se ofrece a dármelo...

-¡Te prohíbo que lo toques siquiera!

-¿Con que derecho vienes a decir tamaña estupidez?

-¡Con la que me da el haber...! –Ryeowook maldijo entre dientes, sobando esforzadamente el tobillo que acababa de doblársele, haciendo tambalear a su cuerpo y, como consecuencia, lanzando al piso la pesada mochila que cargaba el bajito. -¿Hyung?

-Ey Wook, ¿No te enseñaron tus padres que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

-Eh, yo... -El rubio lo ignoró, pisando sobre sus talones para dar media vuelta, por supuesto, haciendo una de esas salidas que a los demás dejaba sin aliento. Maldición, lo que le faltaba, que Min se enfadara con él. El mayor de los mellizos era un peligro a tomar en cuenta cuando estabas del otro lado de su rechazo.

Llegó tarde a sus clases, por supuesto, pero al menos el profesor lo dejó ingresar, dado que su excusa de que había caído por las escaleras era bastante creíble, si tomabas en cuenta que iba brincando sobre uno de sus pies mientras Kyuhyun lo ayudaba a avanzar torpemente por los pupitres. Era una suerte que su amigo, además de ser un demonio en proceso, fuera un cerebrito capaz de cursar clases superiores a las que le correspondían gracias a sus excelentes calificaciones y alto IQ, porque así Wook podía usarlo como muleta en la clase que ambos compartían.

Una suerte también que el Cho no mencionara el hecho de que había tropezado por estar espiando una discusión entre él y Sungmin. Oh, el moreno no era tan malo como Yesung quería hacerlo creer todo el tiempo. En fin, eso ya daba igual, dado que las cosas que había escuchado seguían dando vueltas en su cabeza. ¿Qué había entre Kyuhyun y Sungmin? Más allá del odio mutuo, obviamente, eso no era algo fácil de pasar por alto. ¿Sabría Yesung algo acerca de esa historia? Tal vez Eunhyuk... no, Hyuk no le diría nada, tampoco Hae. Definitivamente tendría que ir con su mejor amigo, aquel de perfume delicioso y voz llena de matices.

5 Citas para confesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora