Capítulo 13

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Abrí los ojos. Todo estaba en penumbra, iluminado por escasa luz de la luna que entraba por a ventana. No distinguí ningún cuerpo a mi lado, estaba sola en la habitación. Me incorporé lentamente y descubrí que me sentía igual de bien que nada más haberme bebido el coctel, lo cual significaba que el efecto duraba bastante. Me asomé a la ventana, luna llena...

"Beau"- fue el primer pensamiento que me vino a la cabeza.

Salí del cuarto y comencé a caminar por los oscuros pasillos con paso rápido. No había nadie, todo estaba tan desierto que hasta se podía oír el murmullo del viento. Llegué hasta unas escaleras que no había visto nunca y las bajé sin pensármelo dos veces. La planta baja era bastante amplia pero, al igual que la superior, estaba vacía. Caminé hacia lo que parecía la puerta principal y la abrí con un crujido sordo. Estaba en medio del campo. Todo lo que podía ver a mi alrededor eran árboles.

- ¡Beau!- grité. Pero no hubo respuesta.

Insistí un par de vece pero de nuevo nada. Caminé un poco en dirección al bosque sin adentrarme demasiado y le llamé de nuevo. Pero tan solo el sordo canto de un búho resonaba a lo lejos.

Un ruido en el interior de la casa capto mi atención. Me di la vuelta, la respiración se corto en mis pulmones y estuve segura de que palidecí desmesuradamente, frente a mi ya no se encontraba el enorme edificio, si no lo que parecía un viejo laboratorio medio derruido, con todos los cristales rotos y las paredes blancas llenas de manchas negruzcas. Me daba miedo acercarme pero si no lo hacía jamás sabría que era aquello.

Una silueta humana en la puerta llamó mi atención. Intenté enfocar la vista pero no conseguía distinguir del todo a la persona que me esperaba en la entrada.

- ¿Beau?- pregunté esperanzada, pero al ir acercándome descubrí algo que me paró el corazón.

- ¿Mamá?

La mujer frente a mi, de cabellos largos, vestida en túnica era mi madre. Me sonreía pero no contestó a mi llamada, si no que dio media vuelta y entró en el edificio.

- ¡Mamá espera!- deje de hacer uso de mi razón y corrí tras ella al interior de la extraña estancia.

Las mesas blancas y los extraños armatostes rotos sobre ellas le daban al lugar un aspecto espectral y fantasmagórico, propio de cualquier película de terror. Me adentré aún mas hasta que mi madre se detuvo frente a unas escaleras.

- Mamá ¿a dónde vas?

Ella no me contestó, siguió aproximándose y bajo las escaleras. Yo miré al profundo agujero y tragué saliva. Esto empezaba a inquietarme. La seguí hasta una segunda sala aún más grande que la anterior y más oscura, que parecía estar bajo tierra. Ya no veía a mi madre y mi corazón comenzó a palpitar muy deprisa.

- ¿Mamá?- grité. Pero no hubo respuesta.

De repente un gruñido en la oscuridad rompió el silencio. Mis huesos se petrificaron y entonces me di cuenta de que iba desarmada. Un bulto de extraña forma comenzó a acercarse a mi lentamente. Sus ojos amarillos color oro brillaban deseosos de matar a su próxima víctima.

- ¿Beau?- mi voz tembló al pronunciar aquel nombre.

- No- respondió de repente una dulce voz. La estancia se iluminó tenuemente y frente a mi descubrí a mi madre junto a una especie de lobo de gran tamaño, ella le estaba acariciando y él me observaba con fiereza en su mirada.

- ¡Mamá! grité antes de saltar a sus brazos- te he echado tanto de menos...¿que te ha pasado?¿te has curado?

- Shh, mi amor, estoy aquí. Ya estoy sana, no volveremos a pasar miedo.

- P-pero ¿cómo?- pregunté incredula ante lo que veían mis ojos.

- Todas las respuestas están aquí.

La sala terminó de iluminarse y se llenó de una luz blanca cegadora. Pude ver con claridad los aparatos científicos, los microscopios, las cápsulas petri, los matraces, los cuentagotas... todo, todo formaba unido un gigantesco laboratorio.

- ¿Qué es este sitio?¿Dónde estamos?

- Eso tendrás que descubrirlo tu sola mi vida- dijo acariciándome la mejilla.

- Pero mamá.....

- Ahora tengo que irme- dijo soltándome con suavidad los brazos.

- No, espera, no, por favor, no te vayas mamá, ¡tengo miedo!- grité aterrorizada.

- Él cuidará de ti- sonrió.

Mis ojos se fijaron entonces en el lobo frente a mi. Su pelaje rubio me incitaba a acariciarlo, parecía tan suave...

Nuestras miradas se encontraron y me quedé paralizada. Un cúmulo de sentimientos me golpeó de repente y empecé a marearme. Aquellos ojos marrones con pequeñas rayas color ocre...aquellos ojos que conocía bien...

De repente el animal se dio media vuelta y desapareció tras mi madre.

- ¡Espera, no te vayas!¡Espera!¡H!- grité.

Entonces todo comenzó a dar vueltas y la luz grisácea del amanecer me hizo entreabrir lo ojos...

Mis últimas palabras. #ROAWARDS2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora