Capítulo 6

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Anduvimos hasta que mis piernas no pudieron aguantar mi peso y el de mi hermano. H parecía externo a nosotros, andaba varios pasos por delante de mi y no se molestó en dirigirnos la palabra en todo lo que llevábamos de trayecto y solo cuando no podía más me resigne a murmurar "Necesito parar". Al oír mi voz H se detuvo y se giró a mirarme.

- Pasaremos aquí la noche- se limitó a añadir antes de entrar a una vieja casa abandonada. Bajé a mi hermano y le di la mano.

La casa no era exageradamente grande, pero si lo suficiente como para haber estado habitada por una numerosa familia. En la primera planta, a la derecha de la entrada, se encontraba un enorme salón con un sillón viejo y una mesa de madera rota. La lámpara había caído al suelo y había botellas rotas por todas partes. La casa ofrecía un aspecto deplorable. Intenté imaginar como sería antes del apocalipsis y, a pesar del desorden, me pareció bonita. A la izquierda de la entrada, al otro lado, estaba la cocina, grande y luminosa con paredes de azulejos blancos a juego con los muebles y la vitrocerámica. Los armarios estaban vacíos y las puertas de estos rotas, en una de ellas descansaba una lata de algo vacía. Algunos azulejos estaban resquebrajados. La cocina estaba en forma de L y al otro lado había una nueva puerta que llevaba a un especie de despacho. Kian se había quedado en el salón jugando con un pequeño LEGO que había encontrado en el suelo, estaba tranquila, estaríamos a salvo. Entré en la vieja estancia y giré sobre mi misma, había varios cuadros colgados en las paredes, un marco roto sin ninguna foto  encima de un escritorio de madera y un objeto cilíndrico que descansaba sobre la mesa que me llamó especialmente la atención. Me aproxime y lo cogí entre mis manos. Era un boligrafero. En él se veían fotos de lo que parecía una familia y unos dibujos infantiles en hojas de papel. En la base de metal ponía con permanente negro "Te quiero papá".

Una ola de ternura me invadió como una cálida manta. Dejé el boligrafero en su lugar y me dispuse a volver a la entrada y subir las escaleras que daban paso al segundo piso.

- ¡H!- grité mirando hacia arriba.

- Estoy aquí- oí responder desde arriba.

Subí de dos en dos los peldaños y llegué hasta un pequeño pasillo con tres puertas, una de ellas estaba rota. Un ruido ensordecedor en una de las habitaciones me sobresaltó, caminé hasta la puerta y me asomé. Había una enorme cama de matrimonio con una manta encima y H estaba intentando quitar un mueble que estaba sobre dicha cama.

- Ayúdame con esto- dijo con voz cortante.

Caminé hasta él y agarré con dificultad uno de los lados.

- Una.....dos......¡ya!- levantó su lado del mueble y yo el mío, elevamos el trozo de madera y lo dejamos a uno de los lados de la cama.

Se sacudió las manos y miró la cama.

- Bien, vosotros dormiréis aquí, yo bajaré al sillón

Dicho eso salió de la habitación y le oí bajar las escaleras para más tarde salir por la puerta a la calle. Elevé los ojos al cielo.

"¿Qué narices le cuesta ser un poco amable? Bueno, mejor que se halla ido, así tendremos algo de tiempo libre"

Salí del cuarto y seguí avanzando por el pasillo hasta la siguiente puerta. Me asomé y descubrí un pequeño cuarto pintado de azul celeste con una cuna rota en medio y un móvil de bebé, también había una caja llena de juguetes sucios en una de las esquinas. Supuse que aquella fue la habitación del bebé que salía en manos de una mujer, su madre, en el boligrafero. Caminé hacia la caja y cogí un pequeño coche de juguete que parecía no estar en tan malas condiciones.

"Esto le gustará a Kian"- pensé sonriente.

Caminé de nuevo hacia el pasillo, ya que no había mucho más que ver allí, y entré en la tercera habitación, que estaba completamente vacía. A la derecha, dentro de la estancia, había una cuarta puerta. Estaba cerrada, intenté forcejear pero estaba atascada. La curiosidad me carcomía por dentro. De repente la voz de H desde la planta baja me sacó de mis pensamientos.

- ¡Tengo algo de comer!- gritó.

Salí del cuarto y bajé las escaleras, en la sala de estar Kian y H ya devoraban un par de bocadillos. Lo cierto es que no había tardado mucho en encontrar comida y eso me hizo replantearme el modo de ver que H estuviese con nosotros.
Me senté junto a Kian dejándole entre los dos. H me tendió un bocadillo y una botella de cerveza. Le miré a los ojos. ¿Sabría que edad tenía?

- ¿Qué?- preguntó friamente.

- Tengo 16 años, no bebo, además esta caliente.- le respondí tendiéndole la cerveza de nuevo.

Soltó una pequeña carcajada que no hizo más que subirme los humos.

- Te creía más madura

- Y yo a ti menos gilipollas

- Esa boca niña que esas palabrotas no son para tu edad

- Ah ¿Y tu si tienes edad para beber?- pregunté enfadada cruzándome de brazos.

- ¿Acaso sabes que edad tengo?- siguió riendo.

"Ups, ahora si la había cagado. Si su ego podía aumentar más acababa de hacerlo"

- Ni me importa- intenté defenderme.

- Tengo 18 años así que si, oficialmente puedo beber cerveza. Y en un mundo que esta por derrumbarse, o mejor dicho que está derrumbado, no voy a rechazar cualquier oportunidad de beber o comer, sabiendo que puede que mañana no encuentre nada.

"Tuché"

Terminé mi bocadillo sin mediar palabra, murmuré un sencillo "Buenas noches" y subí con mi hermano de la mano a la cama. Le acosté y le tapé con las mantas.

- Intenta dormir ¿vale?- le dije, a lo que él asintió y yo le besé la frente.

Caminé hasta el otro lado de la cama y me acosté. Estaba agotada. A los pocos segundos noté que me empezaban a pesar los párpados y comencé a caer en los dulces brazos de morfeo, pero una voz gritando mi nombre me hizo abrir los ojos de golpe.

- ¡Dakota!- volví a oír desde el pasillo.

Me levanté de un salto con el corazón encogido y corrí hasta la habitación contigua a la que estaba.

Me esperaba lo peor pero, cuando me asomé por la puerta, solo descubrí a H parado en medio de la sala mirando pensativo la puerta que yo había descubierto minutos atrás. La alumbraba con una linterna (mejor dicho MI linterna) ya que la casa ya estaba prácticamente a oscuras.

- ¿A dónde crees que llevará eso?

- ¡Me has asustado ¿lo sabías?!- empezaba a perder la paciencia.

Haciendo caso omiso a mi comentario siguió hablando.

- Ayúdame a abrirla

De mala gana caminé hacia la puerta y empuje con todas mis fuerzas a la vez que H. La puerta cedió y se abrió de golpe. La linterna que H sujetaba ahora con la boca acabó apuntando al oscuro agujero que parecía un baño y, al fijarme, descubrí con horror que colgado de la barra de la bañera se balanceaba el cuerpo inerte de un hombre.

Mis últimas palabras. #ROAWARDS2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora