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Sarael

Traspasó la barrera protectora y regresó al palacio alado, posó sus pies en el frío mármol, y pronto cayó de rodillas, pelear contra su hermano, es lo que más le ha costado en su vida, probablemente sea su próximo reto, derrotar a su hermano, si es que los caballeros no mueren antes. Suspiró profundamente, por fin estaba a salvo de aquellas miradas ansias de sufrimiento. Entró a palacio por donde había venido, evitó al igual que la ida las ventanas de sus compañeros. Cuando pisó la moqueta, dio unos pequeños pasos para llegar a la cama, se tumbó sobre ella y cerró por un momento los ojos, tres segundos pasaron y los volvió a abrir

-No puedo dormir ahora, debo entregar este pergamino a Akuelia, y razonar con ella para evitar la extinción de los caballeros.

Se levantó costosamente de la cama y se miró en uno de los espejos que decoraban la "suit". Se fijó en la palma de su mano derecha, tenía un corte profundo que no paraba de sangrar, apretó con el puño la herida y se dirigió al baño, durante la pelea no se percató del corte que le había hecho su hermano justamente en mitad de la batalla cuando procuró quitarle la capa de encima. Se mojó la herida y ya de paso se lavó la cara, y a continuación se cubrió  con una venda casi toda la mano derecha.

Por fin salió de la habitación, bajó las escaleras e hizo el mismo recorrido que hizo en el palacio Yelmo. En aquel momento todo el mundo dormía, podrían ser las 6:00 de la mañana, el sol rozaba las montañas que se divisaban en el horizonte.

Fue por el pasillo principal que conducía a otros secundarios, finalmente llegó a los portones que la separaban del santuario al igual que el palacio Yelmo. No había en aquel instante ninguna medida de seguridad, probablemente las puertas podrían abrirse por dentro por lo que estaban cerradas, empujó una de las puertas y con un leve chirrido se abrió, entró en el interior del santuario, que tenía casi las mismas decoraciones que el santuario del palacio yelmo, vio la mesa de cristal que se encontraba a metros de ella, se encontraba un libro sobre aquella mesa, se acercó para saber de qué libro se trataba, se titulaba "Leonard Ulrico Imanol Sansón" Parecía a simple vista un libro aburrido pero debido a la curiosidad decidió abrirlo.

Leonard chico de un tamaño pequeño, no se espera que realice grandes progresos, pero el espíritu que desprende es sorprendente, nunca he visto a un pequeño hombrecito con gran carisma y decidido, ¿será la leyenda?

Volvió a leer varias veces la pregunta, ¿Será la leyenda? a lo mejor lo que dijo su maestro podría ser cierto, que cabía la posibilidad, que había una leyenda, revisó algunas frases más y se dio cuenta de que era la vida de un personaje escrito como si se tratara de un diario

Leonard ha entrado en el grupo de los ángeles, posiblemente sea de gran utilidad, de lo que yo misma me esperaba.

Se dirigió a la mitad del libro, que se encontraba en otro color, como si quisiese remarcar algo importante, fue solo un pequeño párrafo el cual se detuvo para contemplarlo

Una batalla crucial, es una nueva victoria para los ángeles pero hemos sufrido una serie de pérdidas entre ellas las alas de Leonard, en cualquier caso tiene un nuevo entretenimiento de una espada que se encontró en el campo de batalla. Después de una década Leonard abandona el palacio alado con mi permiso debido a  que sin la presencia de su alas se ha vuelto un poco más torpe.

Pasó las páginas una a una rápidamente, leía lo que más le convenía, lo más importante, se paró en otro párrafo que había cambiado de color

Leonard Ulrico Imanol Sansón, ya es un anciano, no pensé que envejecería cuando le cortaran las alas pero así es, en todo caso, una barrera ha interrumpido las batallas entre caballeros y ángeles, ¿Podremos Traspasarla? Ha pasado un lustro y no se puede, los intentos que hemos hecho, tanto los caballeros como los ángeles han ido en vano. No he obtenido ningún rastro de Leonard, ¿habrá fallecido?

Ángeles y Caballeros: la resurrección de dos mundos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora