Capítulo N° 12

26.8K 2.2K 519
                                    

A pesar de que Jhëren había dicho que perdonaba y dejaba en el pasado lo sucedido con Drach, sabía perfectamente que no era en serio y se notaba en su forma de actuar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A pesar de que Jhëren había dicho que perdonaba y dejaba en el pasado lo sucedido con Drach, sabía perfectamente que no era en serio y se notaba en su forma de actuar. No era el mismo Jhëren adorable, era bastante más frío y se alejaba cuando yo quería tocarlo, dando alguna excusa con poco sentido, para luego solo irse. Lo mismo sucedía cuando veía a Drach en el centro, la mirada que le lanzaba no era para nada pacífica, era de desafío y un odio inmenso. Aunque debía admitir que fue divertido ver a Drach con la nariz morada e inflamada, su bonito rostro ya no quedaría tan bonito gracias a Jhëren.

Aun a sabiendas de lo que podría suceder al confesarme con alguien, hablé con Clara. Necesitaba hablar con alguien, no tenía amigos aquí. Sara estaba demasiado ocupada con sus responsabilidades de clan, y no estaba del todo segura de si Yamila me entendería; sesenta años con los jhakae no eran poco, podía ser una viejita simpaticona, pero no tenía forma de asegurar que al saber que estuve con el esposo de una líder no me denunciaría. Clara había sido mi única opción, no estaba segura tampoco de si podría hablarlo con ella, pero necesitaba liberarme, me sentía tan vacía, tan poca cosa. Me sentía tan sola. Clara había sido traída a la fuerza y obligada a llevar una vida allí, pensé que tal vez ella podría entenderme.

Lloré y lloré, no podía parar de llorar, habían pasado cinco días y aún lloraba. Clara tuvo que hacerme una infusión de flor de nü para que pudiera tranquilizarme, pues estaba demasiado histérica. Le conté todo lo que había sucedido y la forma en que me sentía, ella no emitió sonido alguno mientras contaba la historia, solo me miraba y asentía con la cabeza. De vez en cuando estiraba su mano hacia mí para correrme un mechón de cabello del rostro o secar alguna lágrima rebelde.

—No tienes la culpa, cariño —dijo en un susurro luego de un buen silencio—, has tenido que vivir cosas que nadie soportaría con facilidad. Omitiste tus sentimientos, tus miedos y dudas lo más que pudiste. Te concentraste tanto en intentar salvar a tus nuevos amigos que te olvidaste de tus propios miedos, tus propios sentimientos y de salvarte a ti misma. Es normal que hayas querido un poco de normalidad, dijiste que Drach era tu amigo de toda la vida, ¿cierto? Y él sabiendo eso te manipuló y se aprovechó de tu vulnerabilidad para estar contigo. ¿Lo entiendes? Él se aprovechó de ti. Tú no hiciste nada malo.

—Es un idiota pero es mi amigo, o tal vez solo me aferro a él porque es lo único que tengo de mi vida. No lo sé. Yo no... No quiero creer que se aprovechó. No quiero pensar que la única persona que me conoce de verdad podría hacerme algo así —sollocé—. No es cierto. Me niego a creerlo. Yo lo hice porque soy estúpida y solo eso.

—Bueno, ante el miedo y la desesperación uno comete estupideces, es parte de ser humano. No somos perfectos, cometemos errores y aprendemos de ellos, nos tropezamos, caemos y luego conseguimos levantarnos. Es parte de la vida, Lena. —Tomó mis manos entre las suyas, apretándolas con cariño—. Fuiste raptada en Shume, alejada de tu familia y amigos, obligada a convivir en una comunidad que te desagrada. Fuiste obligada a adaptarte a costumbres que son extrañas para ti, amarrada a un hombre que no conocías y con el cual debías casarte... ¿No te parece que es normal que cometas errores, que llores, que busques algo de normalidad? Yo creo que es normal que hayas querido buscar protección en la única persona que te recuerda tu vida anterior.

Khumé [ RESUBIENDO ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora