Capítulo N° 19

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Lucio me pidió como favor que le permitiera llevarse a Jhëren para una salida de chicos y tener una verdadera conversación de hombres

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Lucio me pidió como favor que le permitiera llevarse a Jhëren para una salida de chicos y tener una verdadera conversación de hombres. Había dicho que esa sería la prueba fundamental para ver si lo aceptaba o no como su cuñado. Solo acepté que se lo llevara porque Jhëren quiso saber lo que era una «salida de chicos».

Esa noche me fue imposible dormir, estaba histérica porque si la salida era como esas que antes hacía mi hermano con Drach, entonces sería una noche llena de drogas, alcohol y peleas clandestinas en el asqueroso bar Éire. Allí ambos habían sido los campeones del peor mafioso que teníamos en la ciudad: Caín Gallagher. Un narcotraficante que organizaba peleas y apuestas, y que claro, al que mi estúpido hermano adoraba cuando era adolescente.

—Lena, tranquilízate. Jhëren es un guerrero jhakae, está acostumbrado a las drogas según me dijiste y también a las peleas. Va a estar bien —dijo Gina al extenderme una taza de té.

—¡Eso no me tranquiliza nada!

—Estás pensando en el Lucio de hace diez años.

Dejé ir un suspiro. Hacía mucho que mi hermano no seguía ese tipo de vida, que solo era un profesor de historia y un estudiante de antropología, pero aún así no podía evitar ponerme nerviosa.

Esa noche había regresado con Jhëren colgado de su cuello y ambos, porque la verdad ni Lucio se había salvado, habían caído borrachos en el sillón de Gina y parecían niños al dormir uno al lado del otro, pegaditos y abrazados.

Hasta la mañana no supe cómo la habían pasado o cuál era la opinión final de Lucio.

—Aprobado —me había dicho al beber el té de hierbas que Gina le había ofrecido, mientras se refregaba las sienes con dolor—. No ha parado de hablar de ti y de lo mucho que te ama en toda la noche. ¡Te llama Khuri, Lena! ¡¿Sabes lo que eso significa para ellos?! ¡Por Dios, este hombre te adora!

Y yo solo me reí. No sabía si Jhëren le había contado mi respuesta a su «Khuri», porque él era mi Khumé, mi perfecto y dulce Khumé.

—¿Entonces ya no tienes más objeciones? —pregunté con una sonrisa.

—Ahora me da más miedo que le rompas el corazón a él, Dios mío. Qué ser tan frágil y tan enamorado de ti.

Luego de que la borrachera de ambos se fuera lo suficiente de sus cuerpos, Lucio y Jhëren continuaron bromeando entre sí. Hablaban de cosas que ni Gina ni yo entendíamos, pero aunque no quería interrumpirlos... el próximo día sería mi último día en Irinnoa.

—Quiero ir a ver a la abuela —le dije a Lucio y él abrió sus ojos con sorpresa.

—¿A la bula? ¡¿Estás loca?! ¡Papá ya debe haberla llamado! La bula te va a dar un sermón del que jamás te olvidarás, ¡el bastón! ¡¿Pensaste en el bastón?! ¡Y peor aún, si lo sabe el tío Luis!

Me habría encantado ir a visitar a mi tío, lo amaba tanto. Siempre había sido como un segundo padre para mí, tal vez uno incluso mejor porque era mil veces más cariñoso. Tenía también una tía, Laura, pero nunca la conocí porque se había mudado a otro país mucho antes de que naciera.

Khumé [ RESUBIENDO ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora