VIERNES, 28 DE OCTUBRE DE 2011
Sixteen // parte tresMe siento observada y salgo de la librería, casi me ahogo en el mar de gente: manotazos, punguistas, humo de cigarrillos, codazos, hombrazos, lo acostumbrado. A veces me paro en el centro de la peatonal y me quedo quieta. A veces me animo a cerrar los ojos. No pasan más de tres segundos cuando empieza: me golpean por la izquierda, me vuelven a tirar por la derecha, alguien se tropieza con mi pie quieto, el único quieto en ese remolino, se insultan, se apuran, llegan tarde. Quieren llegar, quieren huír, quieren esconderse, todos con un propósito excepto yo. Yo parada, inmóvil, los ojos cerrados, perdida en el barullo, entre los gritos, los pisotones y los empujonazos. Todos me pasan por al lado, me atravesarían si pudieran, todos me golpean sin querer o a propósito. Nadie me pregunta si estoy bien o necesito algo. Aparentemente a nadie le parece extraño que una chica como yo esté parada en la peatonal, los ojos cerrados, dejándose golpear por la marea.
Voy a quedarme así hasta que me tiren al piso, pienso, y después me desilusiono porque nadie me golpea sin querer con tanta fuerza como para tirarme. Abro los ojos, no cambió nada en absoluto pero yo me pongo en movimiento. Camino sin rumbo, algo en el estómago que da vueltas me indica o que tengo miedo o que tengo hambre o que quiero ir al baño. Se siente igual de todas maneras. Paro en un quiosco sucio y casi escondido de la peatonal. Es como si fuera un quiosco salido de una novela de J. K. Rowling, es una pared sucia a la que le ha nacido por equivocación, creo yo, una ventanita. Detrás de la ventanita hay un señor gordo y de aparente mal humor que fuma sus cigarrillos. Le pido amablemente unos Marlboro de diez, porque a esa edad ya había probado el cigarrillo y me gustaban los Marlboro. "No tengo" dice a secas mi quiosquero. Y qué tiene señor en lugar de los Marlboro. Tengo Camel de diez. No estaba dispuesta a comprarme un paquete de Marlboro de veinte, que esos sí tenía el señor del quiosco de Harry Potter, porque de ninguna manera iba a fumar veinte cigarrillos en ese viaje de cuatro o cinco días a esa ciudad con olor a pescado. Decido que me llevo mejor los Camel de diez, con un mal tino que no voy a olvidar por mucho tiempo.
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El blog de Cielo
Teen FictionEste libro almacena varios textos diarios encontrados en el Blog de Cielo Latini. Me pareció una buena idea hacerlos capítulos ya que después de su primer y segundo libro no tuvimos obras de ella. No es una copia de sus textos, sino una recopilación...