Sixteen/Parte Uno

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MIÉRCOLES, 26 DE OCTUBRE DE 2011
Sixteen // parte uno
Tengo quince o dieciséis años y paseo por una calle peatonal. Podría decirse que estoy en Mar del Plata, ciudad náutica, porque el aire es espeso y huele a pescado. Estoy lejos del puerto y todavía cerca del mar. Sin embargo no es el mar: son la ciudad, la peatonal y la gente las que me enmudecen, me obnubilan y anestesian. Viajo sola no para no pensar, sino para pensar en cosas que me adormezcan. Para pensar en comprar libros y pensar en leerlos; pensar que quizás en alguno de esos libros que hoy voy a comprar existe una versión de mí que no se siente tan miserable. Que no se siente abandonada, sola, incomprendida. Quizás en alguno de los libros hay una persona parecida, también bella, también inteligente, pero feliz.

Tengo quince o dieciséis años y, quién no es bello a esa edad, nadie podría decir de mí que soy una persona desagradable. Digo 'gracias' y 'por favor' más de lo que debería, me levanto de mi asiento cuando una embarazada o un anciano lo necesitan. Nunca me cuelo en las líneas. Jamás me robé un caramelo de un quiosco. Y sin embargo él no me quiere. Tengo dieciséis y él no me quiere.

Voy a Mar del Plata cuando estoy triste para ver el mar, pero no el de agua, el de gente, que se golpea y da codazos y hombrazos en la peatonal San Martín. Todavía no estalló el desempleo pero la peatonal no es amigable. A cada rato uno se encuentra con chicos pidiendo monedas y no tan chicos tomando cerveza, se encuentra uno con hombres mayores con cara de que en realidad no están ahí.

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