Papi

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LUNES, 6 DE FEBRERO DE 2012
papi

Pero es de noche y cantan los búhos que detesto cada una de las mañanas. ¿Por qué me tengo que levantar de noche? En la casa duermen mamá y mis hermanos, mi papá siempre a esa hora ya se fue a trabajar. Se despierta a las dos de la mañana, se sienta al pie de la escalera, se pone los zapatos. Romeo, nuestro Golden Retriever, le apoya la cabeza pesada y somnolienta, él lo palmotea con cariño, papá ama a los animales más que a las personas, termina de ajustarse los cordones y a veces cuando lo escucho, todavía faltan tres horas para despertarme, le digo ¿papi? y él no escucha porque todavía está dormido. ¿Papi? repito, abre la puerta de mi habitación que está frente a la escalera, ¿qué hacés cieli, no dormís?  Y yo sí, ya me duermo, que te vaya bien, solo quiero saludarlo y que se vaya a trabajar con mi beso porque me da mucho miedo que a esa hora tan oscura, tenga un accidente y se muera y nadie lo haya saludado cuando se iba de casa solo, en invierno, con menos cinco grados de temperatura, a trabajar tan de noche.
A veces, cuando no puedo dormir, lo llamo ¿papi? y él me pregunta si no puedo dormir y bajo a desayunar a las dos de la mañana. Toma su café, apenas un chorrito de leche, lo calienta un minuto entero en el microondas y nos reímos porque a los dos nos gusta el café cuando quema la taza y quema el café y nos deja ardiendo la lengua, ardor que nos persigue durante todo el día cada vez que comemos algo, recordándonos que a la madrugada comenzamos el día con algo que, si bien nos quemó las lenguas, sabía rico.
Nos sentamos y él tiene los ojos hinchados, recién abiertos, los ojos verdes llenos de venitas coloradas alrededor, las ojeras congestionadas, el pelito suave y rubio cayéndole como puede, porque a esa hora hace demasiado frío para bañarse, cinco grados bajo cero donde vivimos, y toma su café mientras tuesta unos panes. Probablemente yo cené a las doce de la noche, pero dos horas después me como mis tostadas con mi papi. Y me pregunta si quiero café con leche y yo digo que sí, jamás que no,  y tomo mi café con leche que me quema la lengua y le pregunto papi, ¿hoy es día de buena venta? Y papá me dice que no, que en invierno casi nada. Todos los años igual: en invierno Papá dice que es un desastre, que se vende poco y se queja porque mamá le quema la tarjeta de crédito en el shopping. En verano se lo ve mucho más contento, a las dos de la mañana ya la temperatura es agradable, diecinueve o veinte grados y se despierta con premura para trabajar porque hoy va a vender muchísimo y en quince días se va a punta del este con mamá.
Te quedas despierta cieli, me pregunta mientras se oculta del frío bajo un sweater, una campera, una bufanda y boina de lana, mi papá trabaja a cielo abierto, a las dos de la mañana, con diez grados bajo cero, no papi, ahora sí me voy a dormir.

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