Capítulo 1: Niño no tan lobo

296 11 15
                                    

—Qué truco más viejo ¿aturdir a un vampiro con luz? —protesté—. Definitivamente los hombres lobo son unos cobardes.

Sentí un golpe fuerte en el estómago. Estaba encadenada del techo. Tenía un apestoso trapo en los ojos. No sabía cómo llegué aquí, solo sé que cuando la luz me cegó caí inconsciente. Oía voces ásperas y roncas; obviamente de las bestias.

—Cobarde, pero útil —podía ver la sonrisa de satisfacción en su rostro a pesar de estar vendada. Se acercó a mi oreja y siguió—. Todavía me sorprende que los vampiros han sobrevivido tanto sin sangre humana.

—Se encontró un sustituto a la sangre.

—¿Y se puede saber qué es?

—No.

Pasó su zarpa por mi cuello, desgarrando mi piel. Él tenía razón, estábamos muriendo, porque a pesar de haber fabricado un compuesto similar al delicioso brebaje, no nos nutría lo suficiente.

—Pasa de nuestro lado, Sarah, completa el ritual y no morirás; sin embargo, si sigues viviendo como una chupa sangre morirás, y lo sabes.

—De ninguna forma, bestia.

—Bien, como tú quieras, te pudrirás aquí.

Pude oír cómo salía de donde quiera que me tuviese.

—Ambos sabemos la razón por la que estoy aquí, ustedes quieren mi don -solté.

Se escuchó una risa divertida y luego cómo salió de la sala. Cuando supe que se había ido, empecé a llamar a Charlie.

—¡Charlie! —grito.

—Sarah, hay un pasadizo, pero tenemos que soltarte las cadenas -me dijo  al oído.

—¿Tienes algo pensado?

—Lo primero es quitarte la venda de los ojos.

—¿Cómo vas a hacerlo? Eres intangible.

—Muy graciosa, ¿puedes usar las alas?

—Las tengo atadas.

—Haz fuerza.

Le hice caso y empecé a forcejear con las ataduras. Pero no pasó mucho tiempo, oí un ruido a mi espalda.

—¿Quién anda ahí?

—¡Shh! No hagas ruido, te sacaré de aquí.

—¿Quién eres? —susurré.

Siento que la presión en mis muñecas se libera y que puedo extender las alas. Volteé para ver a mi liberador pero no había nada... ni nadie. Todo estaba oscuro, pero podía sentir que había paja por todo el suelo, ¿estaba en una granja? ¿De qué? No han habido animales desde hace años.

—¿Hola? —pregunté—. Gracias por liberarme -que tonto sonó eso- ¿dónde estás? Puedes salir. No muerdo.

—Claro, lo dice un vampiro.

—¡Cállate Charlie! ¿Has visto quién fue?

—No.

—¿No se supone que puedes ver todo?

—Oh sí, espera... es un pequeño hombre lobo. Apenas un niño.

—No juegues, dime ya quién es.

—Oye, ¿quién es el que puede ver todo?

Resoplé, si es un niño de seguro no sabe nada de la guerra, ¿qué estará haciendo aquí? Bueno, primero debía averiguar dónde estaba para poder preguntarme eso. Si había un niño no estoy muy alejada de la civilización, por algún lado han de estar los padres.

Guerra de colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora