CAPÍTULO VEINTE

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En mi cabeza la imagen de Lucas abrazándome, me parece tan real. Siento su aliento en mi cuello y sus brazos rodeándome, me siento tan bien, es como si hubiera estado ya en sus brazos, como si esta escena la hubiera vivido antes.

¿Es posible que esto sea un recuerdo real?

Entonces recuerdo haber estado en esta terraza antes con alguien más, recuerdo el banco de madera y estar sentada junto a Lucas, él recorría mi pierna derecha y bajaba por mi rodilla hasta el tobillo, y entonces me quitaba el zapato, y repetía la misma acción con el pie izquierdo.

Puedo sentir el calor de sus manos en mi piel, como si estuviera pasando en este mismo instante. Un cosquilleo recorre todo mi cuerpo y siento algo que con Héctor no me pasa, y eso que es solo es un recuerdo, o eso creo.

Pero no es Lucas, sino Lola.

—Estás temblado, ¿tienes frío? —me pregunta ella dándome la vuelta.

En su mano lleva una copa, pero no me la da, la deja sobre el banco de madera, y yo miro este intentando recordar algo más, pero no ocurre nada.

—Mia, te he hecho una pregunta, ¿te pasa algo? —la preocupación en su voz.

—Sí, sí estoy bien.

—Seguro, ¿quieres que entremos?

—No —le contesto y una idea pasa por mi mente—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Lola me mira extrañada, luego mira dentro y yo hago lo mismo, Héctor y Tom están hablando de fútbol ajenos a nosotras, y yo repito la pregunta.

—¿Que quieres saber, Mia?

—Lola, tú eres mi amiga, y conoces mi vida al dedillo. ¿Ha pasado alguna vez algo entre Lucas y yo?

—¿Por qué lo preguntas?

Lola está evitando mi pregunta, nunca antes me ha ocultado nada, pero parece que no quiere contestarme. ¿Acaso está intentado ocúltame la relación que he tenido con Lucas? ¿Por qué?

Le explico mi recuerdo, o el qué creo que es uno, y Lola se pone tensa y desvía mi mirada un segundo, para instantes después volver a mirarme y negar con la cabeza.

—Quiero saberlo. Necesito saber si es real o solo me lo estoy inventando, si mi cabeza me está engañando con cosas que nunca han pasado —le digo, casi le suplico que me dé una respuesta—. !Joder, Lola, me estoy volviendo loca!

—Sí —responde al fin—. Pero eso pasó antes de conocer a Héctor, ahora los dos sois felices, olvídalo.

—No puedo. Cuéntame lo que pasó, por favor.

—Es mejor así, cariño, si no lo recuerdas es porque no es bueno para ti.

Cojo su cara con ambas manos y la miro a los ojos. Lola es mi mejor amiga, casi como una hermana, y entiendo su preocupación, acabo de vivir una experiencia horrible y casi me muero, pero ocultármelo no cambiará nada. Intenta desviar mi mirada, pero la obligo a mirarme.

—Necesito saberlo, Lola.

Antes de que mi amiga pueda hablar, los chicos salen con nosotras interrumpiendo la conversación que aún no hemos mantenido, y puedo ver en sus ojos el alivio que siente Lola por la interrupción.

Más tarde vuelvo a insistir, pero ella se cierra en banda y no suelta prenda. Tom que me ha oído preguntarle, se acerca a mí y me susurra:

—Cariño, no quieras correr, tarde o temprano recordarás.

¿Acaso él sabe algo? Claro, ellos se lo cuentan todo, y parece que sepa de que va la cosa cuando siquiera ha oído parte de la conversación.

A las dos de la mañana empiezo a estar cansada, la cabeza me da vueltas y me siento algo mareada. Le pido a Héctor que nos vayamos, pero como ha bebido bastante Tom no quiere que conduzca, Lola propone que nos quedemos a dormir y, sinceramente, me parece una gran idea ya que no me veo en condiciones de salir a la calle.

Me tomo la medicación que me ha recetado el médico, y enseguida me quedo dormida.

Soy Mia   ( Actualizada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora