PRÓLOGO : MIA

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—SEÑORITA STONE ¿Le aburre mi clase?

Me va a estallar la cabeza, como puedo me incorporo y a duras penas logro ver el libro, por suerte para mí, el timbre suena indicando que ha terminado la última clase y por fin el instituto.

—No volveré a hacerte caso, mira que salir entre semana. Creo que bebí demasiado, apenas recuerdo lo que hice anoche —le digo a Lola.

—No sé de que te quejas tanto abuela, por una vez que haces algo que no sea estudiar. Ya iba siendo hora de que te divirtieras un poco ¿no? —me recrimina—: Por cierto, vamos a comer algo con el grupo en el local de Quique, ¿te apuntas?

—Otro día, es que hoy no puedo, tengo que cuidar de Liam —le explico y pone los ojos en blanco—. Su madre no volverá hasta la cena y tengo que quedarme.

—Vale, vale. Me lo apunto.

Son las siete y Liam no ha parado en toda la tarde, es un niño adorable pero nunca para quieto, y hoy no estoy en mi mejor día que digamos. A las nueve menos cuarto su madre entra por la puerta y yo lo agradezco porque ya no aguanto más.

—¿Hola peque, que tal está mi amor? —le dice a Liam.

Sus padres son Olga y André. Olga es muy buena madre, se nota que quiere mucho a su pequeño. André y ella llevan juntos desde el Instituto, como ella siempre dice, "están hechos el uno para el otro" y así es, se les ve muy enamorados. Él es abogado en una empresa con sede en España y Alemania, y por su trabajo viaja mucho, ella es profesora de primaria en un colegio del centro.

Liam corre a los brazos de su madre, la echa mucho de menos, lleva varias semanas llegando tarde casi a diario, pero como es final de curso tiene mucho trabajo y le es imposible llegar antes.

—Qué tal Mia, ¿como se ha portado hoy este bicho? —me pregunta.

—Muy bien como siempre, es un cielo de niño. Lo he bañado y he dejado su cena en el microondas, solo tienes que calentarla —le contesto.

—Gracias, eres un amor. Por cierto, ¿cómo te fue lo de ayer, te lo pasaste bien?

—Sí, estuvo bien. Ahora estoy un poco cansada, pero fue genial. Gracias por darme el día libre.

—No hay de que, haces mucho por nosotros, te lo mereces. Ya sabes que puedes pedirme lo que quieras —me dice y eso me hace sentir bien—. André y yo te debemos mucho y ahora que viaja tanto, tú me ayudas mucho. Es lo menos que puedo hacer. Muchas gracias.

Nos despedimos unos minutos más tarde y me voy a casa. Cuando llego estoy reventada, por fin y después de casi veinticuatro horas sin dormir, lo único que quiero es irme a la cama. La culpa la tiene Lola que siempre consigue llevarme por el mal camino y no me dejó irme a casa hasta pasadas las seis de la mañana. Me ducho, como un pequeño bocadillo y antes de las nueve ya estoy en la cama.

Por la tarde mamá me despierta dándome un beso en la frente como solía hacer cuando yo era una niña. Estamos muy unidas, y desde que murió mi padre hace siete años es lo que más quiero. Aparte de una buena madre muy cariñosa y atenta, es mi mejor amiga.

—Mia, cielo. A llamado Lola, te espera en veinte minutos en su casa.

Me levanto a regañadientes porque aún estoy cansada, me pongo mis tejanos favoritos, una camiseta de color rosa pálido que me queda genial y después de desayunar algo, estoy lista. Bajo las escaleras hasta el rellano donde vive ella, y antes de que pueda poner un dedo en el timbre, Lola salta sobre mí.

Soy Mia   ( Actualizada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora