CAPÍTULO CINCO

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UN AÑO HA PASADO YA y las cosas han cambiado bastante. Estoy en una etapa muy buena en mi vida y ahora mismo soy feliz.

Rompí con Pablo a los pocos meses de empezar, nos dimos cuenta de que éramos muy buenos como amigos pero nada más. Hemos seguido manteniendo el contacto y ahora es uno de mis mejores amigos.

Salí con dos chicos más después de él: Robert y Àlex. El primero era un chico que conocí en la universidad. Íbamos a la misma clase de calculo y era bastante tímido, me costó mucho que se fijara en mí, siempre estaba con la nariz pegada a los libros y con la cabeza en las nubes. Al principio todo iba bien, pero un mes después de empezar a salir apenas nos veíamos, se pasaba gran parte del tiempo en la biblioteca, y cuando conseguía quedar con él nos pasábamos el día en su casa, él con los videojuegos y yo más aburrida que una ostra.

Decidí acabar yo con la relación porque era bastante sosa y aburrida. Él no parecía tener ninguna intención de cambiar, y yo muchas de quitármelo de encima.

Al poco conocí a Àlex en la autoescuela. Y a diferencia de Robert, con él me lo pasaba en grande. Salíamos con Lola y Tom todas las semanas y cuando no, siempre estábamos haciendo cosas, con él nunca me aburría. Estuvimos saliendo dos meses y todo parecía ir muy bien hasta que conocí su verdadera cara, no era para nada como yo creía.

Tom y yo siempre hemos tenido muy buena relación y estamos muy unidos —casi como yo con Lola—, es cariñoso y siempre está dándome besos y abrazos, Lola lo sabe y lo acepta porque sabe que soy como una hermana para él, y así es como yo lo veo, pero Àlex no.

Empezó poniendo malas caras cuando Tom me tocaba o cuando me reía de sus gracias, luego empezaron las peleas, si me miraba o si se acercaba demasiado a mí acababa echándomelo en cara. Llegué incluso a dejar de salir con ellos para no molestarle. Finalmente fue el mismo Tom quien me abrió los ojos, me hizo comprender que esa relación no era sana ni normal. Rompí con Àlex después de eso. Al principio no se lo tomo muy bien, pero al final lo acabó aceptando.

Después de eso decidí que durante un tiempo no saldría con nadie, ni siquiera quería saber nada de chicos y volví a centrarme en los estudios y mis dos trabajos.

Ahora apenas veo a Liam porque André ya no viaja tanto. Olga y él pueden pasar más tiempo con su pequeño, y yo he empezado a ir solo los fines de semana y alguna que otra noche que necesitan desconectar.

Esta noche es una de ellas, me han pedido que me quede con él porque se van a cenar fuera. Mientras Olga me explica adonde van a ir, André recibe una llamada. Al parecer es un amigo que conoció en un viaje a Alemania mientras los dos trabajaban en un proyecto.

—Cambio de planes —dice cuando termina de hablar y se guarda el teléfono en el bolsillo.

—¿Viene hoy?

—Sí, eso parece, su avión ha llegado antes —nos explica a las dos.

—¿Queréis que me quede? Así podéis estar por él, además no tengo nada que hacer.

—¿Estás segura? —me pregunta Olga aunque sus ojitos me piden que me quede.

—Claro. Liam y yo ya habíamos planeado una búsqueda del tesoro, ¿a que sí peque? —le pregunto a este y sus ojos se abren de la emoción.

Mientras le hago cosquillas al pequeñajo alguien llama a la puerta, entonces Liam aprovecha que me distraigo para huir con su padre, y como Olga está ocupada en la cocina, me toca a mí abrir la puerta. Cuando abro, un chico moreno aparece frente a mí, lleva el pelo largo y ondulado por los hombros, y unas gafas de pasta.

—¿Mia? —me dice y mira la puerta como si se hubiera equivocado.

«¿En serio? No me lo puedo creer».

Soy Mia   ( Actualizada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora