CAPÍTULO SEIS

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¡NO ME LO PUEDO CREER! ¿De verdad está pasando otra vez?

«Empiezo a pensar que tal vez yo soy el problema, quizás no le gusto, o a lo mejor es gay, pero si es eso lo disimula muy bien», me digo, ya no sé que pensar.

A la mañana siguiente cuando Tom y Lola se despiertan, Lucas no está, se fue justo después de nuestro encuentro. Me he pasado toda la noche llorando y se nota en mi cara que apenas he dormido. Cuando Tom me ve no tengo que decir nada, me coge entre sus brazos y sin hablar me abraza, ya no me quedan lágrimas pero el solo hecho de notar la calidez de su pecho hace que empiece a llorar de nuevo.

Estoy acurrucada en sus brazos, no sé si son dos, tres o cinco minutos los que paso así, pero él en ningún momento me dice nada, solo deja que me desahogue.

—Vamos. Te llevo a casa —me dice dulcemente una vez me he calmado.

Al llegar solo me apetece meterme en la cama y estar allí hasta la mañana siguiente, necesito descansar y olvidarme de él de una vez.

Sé que no es bueno para mí, debo dejar de pensar en él y en lo que siento, pero es imposible. ¿Cómo olvidarlo cuando ya me he enamorado de él?

Lola me mete en la cama, me prepara algo para desayunar pero no tengo hambre, solo quiero dormir y olvidar este maldito día.

Me despierto sola y gritando en medio de una habitación a oscuras, he tenido un sueño. En él estamos los dos solos, él en lo alto de una montaña y yo abajo. Le veo en el filo de un precipicio, yo empiezo a subir y cuando me queda poco para llegar hasta él, la montaña comienza a levantarse y a subir aún más. Justo antes de despertarme yo le he alcanzado, pero cuando voy a darle la mano el suelo a sus pies se quiebra y le veo caer al vacío, en ese momento me he despertado. Lola entra y me abraza.

—Tranquila, no es más que una pesadilla —me dice y me da un beso.

—¿Dónde está Tom? —le pregunto.

—Arriba en mi casa. Ha venido Lucas mientras estábamos aquí, y Tom se lo ha llevado para hablar con él.

Antes de que acabe la frase, ya me he levantado de la cama y voy a casa de Lola. Mientras llego al piso de arriba oigo gritar a Tom, está muy enfadado pero Lucas no dice nada.

—¿Se puede saber que coño te pasa? ¿Por qué no la dejas en paz? Le estás haciendo daño, ¿es que no lo ves? Sé que aún piensas en María, y que te duele, pero no puedes seguir así. Si quieres estar toda tu vida lamentándote perfecto, pero no arrastres a Mia contigo. Ella no se lo merece, es una tía de Puta madre y si sigues así vas a conseguir que se hunda contigo, y eso no te lo voy a permitir joder —le dice, pero Lucas no contesta—. Sabes que te quiero como a un hermano, pero te estás equivocando. Si te importa de verdad, déjala tranquila y no le hagas más daño. ¿No piensas decir nada? ¡Habla joder!

Todo se queda en silencio, parece que el mundo se ha parado. La puerta se abre y me quedo paralizada, las piernas no me responden y no puedo moverme.

Lucas sale y cuando me ve se para en seco, me mira fijamente, y después se acerca a mí y yo retrocedo, no sé por qué pero lo hago, él me mira y sin decir nada pasa por mi lado y se va.

Ha pasado un mes de aquella conversación entre Tom y Lucas, y no lo he vuelto a ver. Le escucho un par de veces hablando con André por las escaleras, oigo su moto todas las mañanas pero a él no le veo.

Hoy por la mañana suena mi teléfono y es Olga, me pide que cuide de Liam esta noche y con un poco de suerte, espero que él no esté allí. A las ocho y media estoy en su casa, nada más entrar veo que los tres están hablando y me pongo a temblar como una hoja, hace mucho que no le veo cara a cara y no creía que fuera tan difícil estar delante de él. Sin apenas mirarlo les saludo con dos besos a cada uno —incluido a él—, y enseguida me voy a ver a Liam. Llevo varios días sin verlo y así también busco una excusa para alejarme de su mirada.

Soy Mia   ( Actualizada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora