Descubrimientos

1.8K 236 181
                                    

Tsukishima descansaba en aquel sofá. Reposando su cabeza sobre esa almohada y cubriéndose con aquella manta como lo había estado haciendo en las últimas semanas.

Hundió su rostro en el cojín y aspiró hondo, pero nuevamente su nariz no percibió el aroma del mayor: Había desaparecido. La fragancia de Kuroo había se desvaneció del sillón, la almohada y el cobertor. Había desaparecido de todo como si nunca hubiera utilizado algunas de esas cosas.

Junior comenzó a ronronear, más no le prestó atención. Estaba tan cansado que no quería hacer otra cosa más que dormir. ¿Por qué se sentía fatigado si hoy era su día libre y no había hecho otra cosa más visitar a Hana? No tenía sentido.

Una sensación cálida en su frente comenzó a inundar su cuerpo. Lentamente fue abriendo los ojos ante esa muestra de afecto tan familiar.

—Buenos días dormilón —Habló en un susurró el de cabello negro mientras acariciaba su frente.

—Kuroo-san —Sonrió al verlo.

—Lamento haber tardado.

Kei se incorporó en el sillón y Kuroo se acercó a él con lentitud. Él menor en vez de apartarlo, acarició su mejilla, cerró los ojos y entreabrió los labios.

Tsukishima podía sentir el calor que emanaba el otro cuerpo. Tsukishima podía sentir la respiración que se volvía más cercana. Tsukishima podía sentir el leve roce en sus labios. Un beso suave, cálido y profundo.

—Kei —Acarició su mejilla —Te amo.

—Yo también Tetsuro —Lo miró a los ojos —También te a....

Kei dio un sobresalto y se incorporó en el sillón. Su respiración era agitada y sus mejillas ruborizadas. ¿Por qué había soñado algo como eso? Observó aquella habitación vacía, sin rastro de ese doctor que se había entrometido en su vida y ahora sus sueños. Tsukishima suspiró sin comprender que estaba pasando consigo.

————

—Tsukishima —Habló Sugawara mientras se acercaba a él —¿Te has sentido mal últimamente?

—¿Mal?

—O algo que te haya inquietado en estos días.

El de cabello rubio se quedó pensando y la imagen de Kuroo le llegó a su mente—No... no que yo sepa —Se dio la vuelta con intención de terminar la masa y a la vez ocultarle su rostro sonrojado del cual ya era consciente desde aquel día que se vio en el elevador.

—¿Seguro? —Se le acercó.

—Sí —Se alejó para tomar las chispas de chocolate que no necesitaba la receta —Por qué lo pregunta.

—Bueno —Se cruzó de brazos —Te he notado muy diferente en estos días.

—¿Diferente?

—No te concentras como antes, suspiras sin razón aparente y pareces un poco deprimido.

—Lo siento —Se disculpó con una reverencia —No volverá a pasar.

—No me malinterpretes. No lo digo porque interfiera en el trabajo, lo digo porque me preocupa tu salud.

—Me encuentro en perfecto estado.

—Bueno —Sonrió mientras le daba una suave palmada en el hombro —Si te sientes mal es mejor que regreses a casa ¿De acuerdo? —Comenzó a caminar.

—Espere, Sugawara-san —El mayor se detuvo —Yo... quisiera preguntarle algo.

—Por supuesto.

Confesiones En El ElevadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora